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Disclaimer (“Desprecio”) | Series Sobre 9

Disclaimer (“Desprecio”) | Series Sobre 9

Con semejante spoiler, inicia la miniserie Disclaimer (que absurdamente decidieron titular para Latinoamérica como “Desprecio”), a la cual accedí nuevamente —luego de un primer intento fallido que no me motivó a pasar del segundo episodio.

Elvis Joan Suarez estrena obras Neocinéticas | Essen-Werden. Alemania

Elvis Joan Suarez estrena obras Neocinéticas | Essen-Werden. Alemania

El pasado domingo 10 de noviembre del 2024, en la ciudad de Essen-Werden, específicamente en teatro del centro cultural: “Bürgermeisterhaus” de dicha ciudad en Alemania, fue el escenario para que se estrenaran las obras del artista Cinético y compositor Elvis Joan Suarez, en marco del evento: “Folkwang Flutes”

Un paseo por el último Festival de San Sebastián | Parte II

Un paseo por el último Festival de San Sebastián | Parte II

A los pocos días de terminarse la 72.ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (SSIFF), hay encuentros fortuitos con actores, directores, y los pinchos de La Cuchara de San Telmo duplican sus filas. El séptimo arte es una fiesta entre fuertes vientos, un mar helado bajo un cielo azul y un sol que acaricia.

Renovación del Manifiesto de una GenX | Manifiesto GenX

Renovación del Manifiesto de una GenX | Manifiesto GenX

He vuelto a leer el primer artículo que titula esta columna. Lo escribí el 5 de mayo de 2021 y me ha servido para confrontarme con la que vengo siendo. Creo que eso nos pasa a todos cuando nos acercamos a nuestro cumpleaños … Nos comenta Florángel Quintana.

Cinema Venezuela anuncia su 8va. Edición | Miami

Cinema Venezuela anuncia su 8va. Edición | Miami

Cinema Venezuela anuncia su 8va Edición con una selección de películas ganadoras.
La muestra de cine venezolano que el año pasado convocó a más de 2000 personas, se realizará del 21 al 24 de noviembre en el Bill Cosford Cinema de la Universidad de Miami.

Eduardo Sánchez Rugeles (Caracas, 1977). Ha publicado las novelas Blue Label/Etiqueta azul, Transilvania unplugged, Liubliana, Jezabel, Julián y El síndrome de Lisboa. Ganador del premio Iberoamericano de novela Arturo Uslar Pietri; Primer Lugar del Certamen Internacional de Literatura Letras del Bicentenario, Sor Juana Inés de la Cruz en México y Premio de la Crítica de Venezuela. Licenciado en Filosofía y Letras (Universidad Central de Venezuela/Universidad Católica Andrés Bello). Magíster en Estudios literarios y Estudios Latinoamericanos (Universidad Complutense/Universidad Autónoma de Madrid). Coguionista de los filmes Dirección opuesta (Bellame, 2020), Jezabel (Jabes, 2020) y Las consecuencias (Pinto,2020).

El síndrome de Lisboa es una novela distópica: mientras por un lado desaparece la ciudad de Lisboa a causa de un desastre natural, en Venezuela, las marchas callejeras en protesta a la dictadura de Maduro están en uno de sus momentos más crudos. Cuéntanos un poco el behind the scenes de tu novela, ¿Cómo nace? ¿Cuánto tiempo te tomó todo el proceso de escritura?

La  escritura como tal fue rápida. Escribí la novela en tres o cuatro meses. Luego le dediqué un par de meses a la revisión y edición del manuscrito. Son los lapsos habituales. La mayoría de mis novelas han tenido el mismo recorrido creativo.

El proceso de invención de la historia sí fue un poco más pausado. No me gusta comenzar a redactar hasta que no tengo la historia cerrada, hasta que no veo el desenlace. Encontrar este cierre se tomó su tiempo, pero no tenía prisa. Quería que el argumento se cocinara a fuego lento hasta encontrar su propio camino, hasta que la historia sugiriera su propio final. 

En esta novela coincidieron tres motivos. En primer lugar, una noticia que leí el año 2013 o 2014 en la BBC sobre la caída de un meteorito en un pueblo de la estepa rusa. Desde que la leí, tuve la sensación de que ahí había una historia que contar. Esto se juntó con una afición extrema y exagerada por la literatura portuguesa. Durante un par de años, solo leí portugueses y estaba fascinado con ese ejercicio. Me llamó la atención la melancolía de los discursos, las referencias veladas al fin del mundo, el sentimiento trágico. Versos o reflexiones que encontré en distintos autores y conectaban muy bien con mi historia en construcción. Y, finalmente, lo que dinamitó el relato final, lo que unificó la narración, fueron los sucesos de 2017 en Venezuela, la matanza de estudiantes en las autopistas del país propiciada por el gobierno de Nicolás Maduro. Esa ola represiva fue la que dio pie a la invención de Fernando y su grupo de jóvenes estudiantes de teatro. La reunión de estos tres asuntos fue lo que me permitió articular “El síndrome de Lisboa”.  

 

El síndrome de Lisboa ha salido publicado también en inglés, bajo el sello Turtle Point Press. Es muy difícil para un autor que escribe en español acceder al circuito editorial anglo, ¿cómo surge esta iniciativa? ¿Cómo fue la experiencia de leerte en otra lengua, conectas plenamente con la voz detrás de esas líneas?  

La traducción al inglés, en principio, fue una cruzada particular de mi traductor, el australiano Paul Filev. Paul conoció parte de mi obra por Internet, me contactó y me propuso comenzar una traducción para luego salir al mercado a buscar editoriales en Estados Unidos o Inglaterra. Eso ocurrió en 2017 con mi primera novela “Blue label”. Así lo hicimos y, en un corto plazo, cerramos un acuerdo con Turtle Point Press en Nueva York. La novela se publicó en 2018. Viajé a Nueva York, entonces. Conocí a Ruth Greenstein, la editora, y participamos en varios eventos. A la novela no le fue mal y Ruth me propuso editar otros trabajos. En principio, pensé compartir con ellos mi novela “Liubliana” (2012), pero justo acababa de terminar “El síndrome” y se la envié a Paul para que tradujera un fragmento, en la editorial la vieron y les gustó. El apoyo de ellos ha sido inmenso. Tengo mucho respeto y gratitud por Ruth y su equipo. Tengo confianza absoluta en Paul. A pesar de que es australiano y de que nunca ha visitado Venezuela tiene una gran curiosidad e interés por la literatura y la cultura popular venezolana. La colaboración con él ha sido muy enriquecedora y divertida.  

 

Cuando comparas tu obra con la de escritores que residen en tu país, ¿notas que te hayas distanciado? Si la respuesta es sí, ¿lo consideras positivo o negativo? Si la respuesta es no, ¿qué crees que hace que se conserven esos lazos?

Encuentro muchas afinidades con otros autores de mi país, en particular con los de mi generación. Motivos. Telones de fondo. No me refiero a una cuestión formal o argumental. Cada escritor elige los temas sobre los que quiere tratar y los trabaja según su concepto del oficio literario. Pero tengo la sensación de que el malestar sociocultural está ahí, haciendo sombra, tomando la palabra en cada línea, en cada personaje. Durante los últimos veinticuatro años Venezuela ha vivido una experiencia sociopolítica extrema y totalitaria. Ese aturdimiento, ese golpe bajo, esa inquietud está en la obra Rodrigo Blanco Calderón, Karina Sainz Borgo o Camilo Pino, por citar algunos nombres.

No creo que esto tenga una valoración positiva o negativa, es simplemente una realidad, un hecho. Los escritores reaccionamos al contexto. Tomamos la palabra sobre una experiencia que nos transformó la vida. Y muchas obras, en este sentido, tienen un gran componente de denuncia, de introspección mortificada, de crítica social. La literatura venezolana contemporánea es una pregunta constante sobre cómo llegamos hasta aquí, como nos pasó esto. En esa búsqueda, más allá de los géneros y las estrategias discursivas, creo que muchos coincidimos.

En el artículo “La literatura venezolana sí existe, señores”, publicado en suburbano.net, en el año 2014, la escritora y docente Naida Saavedra, habla sobre la invisibilidad de la literatura venezolana. Ahora, sin embargo, la literatura venezolana brilla en Europa y Latinoamérica. ¿Cuál es tu percepción sobre este momento que tienen las letras de tu país?

Coincido con Naida Saavedra, pero tengo la impresión de que esa invisibilidad persiste. No veo ese brillo que describes. Tengo la sensación de que nuestra literatura sigue siendo una gran desconocida y, en ocasiones, una invitada incómoda a la fiesta. Lo que ha ocurrido en los últimos años es que algunos autores, muy pocos, han logrado posicionar algunos trabajos en editoriales transnacionales y eso ha visibilizado sus obras, pero es un esfuerzo particular, obtenido por méritos propios. Podemos contar con los dedos de una mano cuántos son los autores que han logrado dar ese salto. De resto, el vacío descrito por Naida  en 2014 persiste. Me atrevería a decir que ahora es peor. En 2014 todavía había editoriales en Venezuela. De los grandes grupos editoriales, ya no queda ninguno en el país. Todos se fueron. Las librerías y editoriales independientes en Venezuela han desaparecido. Las pocas que quedan hacen milagros para subsistir y logran editar muy pocos libros al año, con un esfuerzo desproporcionado y extenuante. Esta situación afecta, en gran medida, a los autores venezolanos que quieren acercarse a editoriales internacionales, porque su país de origen, su mercado base, no existe. Para una editorial grande es más conveniente, comercialmente hablando, editar a un mexicano, a un argentino o un colombiano que a un venezolano, porque en sus mercados originarios estos autores garantizan un retorno de la inversión.

Esto también pasa en el sector audiovisual, con proyectos de series o largometrajes. La palabra Venezuela aterra a los inversionistas y productores. Los prejuicios son enormes. He participado en muchos proyectos en los que se pretende contar historias que transcurren en Venezuela y, en ocasiones, la respuesta ha sido: “Me gusta la historia, sí. Entraremos, pero para que funcione tiene que ocurrir en México, España o Argentina. Venezuela no interesa ni vende”. 
 

Algunos de tus libros han sido adaptados al cine, pienso en Jezabel y Blue Label, por ejemplo. Cuéntanos acerca de esos procesos, ¿hasta qué punto te involucraste en ellos? ¿Qué aspectos consideras que deben quedar intactos y acorde a los libros? 

En ambas adaptaciones participé como coguionista, junto a los directores. Fueron valiosas experiencias de aprendizaje. Las disfruté a fondo y me permitieron conocer muchos aspectos del trabajo cinematográfico. 

Estas experiencias me abrieron las puertas para desempeñarme como guionista en otros proyectos de ficción, tanto para largometrajes como para series de televisión. Siempre me había gustado el cine, desde niño, pero nunca había contemplado dedicarme de lleno a la escritura para cine. La escritura literaria tenía preferencia. Sin embargo, desde que Alejandro Bellame me escribió para plantearme hacer la adaptación de mi primera novela, “Blue label” en 2011/12 no he dejado de trabajar en cine. 

Novela y película son discursos diferentes, con recursos y herramientas distintas. Las dos experiencias estéticas son muy diferentes. Creo que una película que pretenda calcar, imitar o transmitir lo mismo que una novela está condenada al fracaso. No funciona así. No es un calco. Es una interpretación libre de una historia que ahora debe contarse de otra manera. 

¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?

Básicamente en audiovisual. Largometrajes y pilotos para series. Tengo una novela cerrada, estoy buscándole salida en el mercado editorial internacional. Me han sugerido que, para que funcione, cambie la nacionalidad de los personajes, incluso la geografía, pero soy necio y persisto. 

Hay otras historias sobre la mesa, pero la prioridad ahora son los audiovisuales y la novela.

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Pedro Medina León
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Escritor y conferencista

Columnista en The Wynwood Times:
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