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La novela como objeto y todos los mundos posibles que envuelve, se me antoja un aparato perfecto. Si bien es cierto que no es un artefacto electrónico, de esos que tienen una multiplicidad de funciones y virtudes, la novela puede lograr todo lo factible tanto en el mundo real como el mundo imaginario que nos presente dentro de la propia obra.  Esta es una de las tantas cosas logradas en Satélite humano, la cuarta novela del escritor venezolano Numa Frías Mileo con el sello del Grupo Editorial Letrame en España. En ella, al mejor estilo de Javier Cercas, en donde ese límite de la ficción y la realidad se borran, se solapan y se complementan una con la otra (me vino a la mente Soldados de Salamina, Anatomía de un instante y El impostor), Frías Mileo hace lo propio para ofrecer al lector un entramado de historias que, amén de bien documentadas y verificables, te atrapan y sorprenden precisamente por ello y porque disecciona con asombroso análisis, entre hechos y situaciones de otros países, a la Venezuela de los años 90 del siglo pasado, período que visto a la distancia resultó maravilloso si lo comparamos con los tiempos actuales. 

Son dos los personajes fundamentales que hacen posible lo dicho en las líneas anteriores, el primero es Jacinto Calderón, conocido por todos como Chinto, un hombre de familia, exitoso, cuya empresa C&Z CALZA, dedicada al análisis, auditoría y evaluación económica de empresas, amén de esto, también realiza operaciones encubiertas de estudios políticos para diversas naciones -entre otras cosas- bajo la tutela de Ian Koffler y la recién creada Prologic para tales fines. Y el otro personaje es Alexander Bellviento Flores, una mente brillante por encima de todos, paranoico pero muy suspicaz; adicto a las drogas, portador del síndrome de Asperger y estudiante de economía en la UCAB, toda una combinación letal para que sea un constante suicida en potencia, y que a pesar de esto, termina enamorándose de su profesora y posterior compañera de trabajo, Clementina.  

Satélite humano es una novela tríptico que va desmontando y denunciando con argumentaciones certeras el sistema político que, a la vista de los hechos y la historia contemporánea del mundo, ha destruido a más de un país: el socialismo. Los personajes referidos anteriormente son críticos acérrimos de dicho sistema y no pierden ocasión para denunciarlo con dureza, al punto que, como dice uno de ellos: “la existencia del Foro de Sao Paulo… es la medida desesperada de Fidel para sobrevivir a la caída de la Unión Soviética.” Esta tónica crítica recorre toda la novela mientras en paralelo vemos cómo Isabel, la hija mayor de Chinto, se va descarrilando por el mundo de las drogas. Y es aquí donde su padre tiene que mover las piezas precisas para evitar que la secuestren al mejor estilo de una película de acción, en unos de los lugares más visitados por los caraqueños en los fines de semana. Por si fuera poco, Alex (Alexander) padece de “Geocalambrina”, más que una enfermedad que él mismo se inventó, es un don muy particular que te invito a descubrir con la lectura de esta obra. Además, sella su personalidad con un profundo aburrimiento y tedio por la vida que combate leyendo grandes títulos y autores de la literatura universal y del liberalismo: hallaremos los referentes a Popper en La sociedad abierta y sus enemigos; Ludwig von Mises y su obra La acción humana… Hegel, Ayn Rand, Milan Kundera… Thomas Pynchon y El arcoíris de gravedad; Breat Easton Ellis entre otros más. Como complemento, me resultó inevitable comparar Satélite Humano con La broma infinita de David Foster Wallace, no solo por el homenaje que hacen a Narcóticos Anónimos y a Alcohólicos Anónimos respectivamente, sino por la ingente cantidad de notas al pie de página que utilizó Frías Mileo en su obra. Como dice el narrador en su libro “porque a un genio se le toleran sus locuras, pero a un loco se le desprecia su genialidad”. 

En la mitad de todo esto, del tríptico, está el capítulo titulado “El Pedal”, una casa de reposo muy particular en donde una de las máximas autoridades del lugar, el doctor Cabal, hace de las suyas con algunos de sus pacientes. Imposible no hacer el paralelismo con el nefasto doctor Edmundo Chirinos, del cual sabemos cuál fue su desenlace. Este fue el lugar a donde fue a parar Alex tras sufrir una crisis nerviosa, con síntomas depresivos alarmantes y allí comienza su ¿recuperación?  

En Satélite humano leeremos sobre el entramado financiero de las grandes mafias del mundo a través de esas rutas bancarias que parten desde el Caribe hasta llegar a Suiza; también Los vori y La Mafiya tienen su cuota de participación en la reconstrucción de la historias presentadas; cumbres presidenciales que lograron concretarse bajo la pátina de intereses ocultos y el manifiesto de bienvenida por un número importante de intelectuales venezolanos a Fidel Castro en el año 1989, año en que entonces ya tenía más de treinta años de dictadura atroz en Cuba.  Pero volvamos a Chinto, un personaje que tiene la fuerza y el foco central de la novela en la primera parte y que se diluye hacia el final con una participación más bien discreta. Da la impresión, por la manera en que concluye Satélite humano, de que pudiera venir otra parte, una continuación que le saque más jugo al personaje en cuestión. Pero no por ello la historia queda irresuelta, no; queda redonda pues al final de cuentas Chinto pasa el testigo en cuanto a fuerza y protagonismo a Alex Bellviento, mientras aquel continúa aterrado con los recuerdos del cubano Carlos García, personaje referencial y simbólico de la tragedia que impera en la isla y, por desgracia, en la Venezuela reciente. Sobre él reflexiona: “un muerto más, el sacrificio de una vida arrojada al basurero histórico y su lucha convertida en una grosera nulidad”.  Pensar en ello lo desquicia y lo hace padecer las miserias y desgracias de un país en nombre de todos. 

Numa Frías Mileo ha dado el paso definitivo para ser el gran escritor que ya se vislumbraba en sus obras previas, sobre todo en la anterior, El clan perverso, con esa capacidad de indagar en asuntos muy incómodos en torno al tema político, por solo mencionar alguno de sus temas recurrentes y en donde, vuelvo a la obra actual, existen muchísimos pasajes con una prosa depurada, limpia, evidentemente pensada por alguien que ya sabe con creces y domina el oficio de escritor. Dice el narrador: “Un caldo de cultivo para la peor falacia, presentada como ideología que aúpa el rencor, se vale de la frustración y se nutre de la envidia: el socialismo”. Satélite humano, una novela para reflexionar y disfrutar de buena narrativa.

Fun facts:

 

  1. Satélite humano será presentado el jueves 25 de noviembre a las 19:30 horas en la Librería La buena vida, Madrid.
  2. Recordar la actuación de Héctor Manrique interpretando al fatídico doctor Chirinos, es como ver al doctor Cabal de la novela. 

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Jason Maldonado
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Licenciado en Letras y escritor.

Una vez al mes, procuraré compartir mis lecturas a través de esta columna. Y digo lecturas, no reseñas, para quitarle un tanto ese halo académico que pudiera tener en términos conceptuales. Pueden incluso tomarlas como sugerencias de libros por leer. Está a la vista el ritmo trepidante con el cual se está publicando hoy día (en físico y digital), y cierta brújula no viene mal, aunque en mi caso, no hay instrumento de navegación que valga, pues como lector soy bastante desordenado.

Así que aquí se conseguirán mis heterogéneos encuentros con los libros. Quiero dar el crédito a quien crédito merece, pues decidí llamar a esta humilde columna “El ojo del vientre”, título homónimo de la primera novela publicada por Numa Frías Mileo. El porqué es simplemente estético: suena bien y me gusta. El ojo lo ve todo y el vientre lo siente: lo bueno y lo malo.