Cuando las mujeres escriben de fantasmas | Aoko Matsuda
La recopilación de relatos de terror “Where the Wild Ladies Are” de Aoko Matsuda, lleva la fórmula de lo fantasmagórico a un nivel mucho más inquietante pero en especial, la emparenta con un recorrido a través de dolores emocionales e intelectuales.
El Cine al son de Lanthimos | Textos y Guiones
Por Richard Rey. Mientras en el crepúsculo de los dioses llamado Hollywood, se empiezan a vislumbrar ocasos de glorias como Francis Ford Coppola o Ridley Scott; otros nombres comienzan a dejar profundas huellas en el quehacer del séptimo arte. En ese sentido, hay un director que me ha intrigado y...
Cuando las mujeres hablan de sexo | Anaís Nin y el deseo
Una vuelta de tuerca a esa interpretación del escritor que escribe para comprender el mundo: Anaís escribía para crear el mundo, para hacerlo real, para hacerlo posible. Para disfrutar de él.
Veneca y qué | Manifiesto GenX
En mi caso, llevo un mes disfrutando de la canción “Veneka” de Rawayana, me río por las referencias culturales, sonrío por el impacto entre mis alumnos dispersos por el mundo … Nos comenta Florángel Quintana.
Tattoo con servicio móvil | Germán Gamboa
No es secreto para nadie que los artistas del tatuaje venezolanos son muy destacados y solicitados a nivel internacional, uno de ellos es Germán Gamboa, un joven venezolano que está marcando pauta en Estados Unidos
UCAB premia videos, cuentos y dibujos: piezas ganadoras de la 5ta edición concurso Adolescentes desde casa
UCAB otorga premios a videos, cuentos y dibujos: piezas ganadoras de
la 5ta edición concurso Adolescentes desde casa 2024
Disclaimer (“Desprecio”) | Series Sobre 9
Con semejante spoiler, inicia la miniserie Disclaimer (que absurdamente decidieron titular para Latinoamérica como “Desprecio”), a la cual accedí nuevamente —luego de un primer intento fallido que no me motivó a pasar del segundo episodio.
Exposición «Nymphéas » de Lizandro Kabrera | en el MACCAR
Tres son las corrientes artísticas esenciales que nutren la obra de Lizandro Kabrera: el impresionismo, el fauvismo y el expresionismo; si bien su concurrencia remite a una simbiosis nueva y personal.
Epigenética: Transformando Tu Salud a Nivel Genético con Ana Adames
En este emocionante episodio de «Esto Se Pone Mejor», nos adentramos en el fascinante mundo de la epigenética con la experta Ana Adames, médica nutricionista y Health Coach. Ana nos explica cómo la epigenética estudia la forma en que factores como el ambiente…
“Pentimento”, de Cipriano Martínez llega a la Sala TAC | Trasnocho Cultural
Exposición “Pentimento” de Cipriano Martínez 2020-2024, más de 50 obras estarán expuesta concibiendo así, la producción más reciente del artista venezolano radicado en Londres.
Venezuela tiene Diccionario de las Artes del Fuego | Salón Ida Gramcko – Valencia
Presentación del Diccionario de las Artes del Fuego en Venezuela, durante la celebración de la 21° FILUC. Presentado por Alberto Asprino en el Salón Ida Gramcko el pasado 25 de octubre, dentro de un evento cuyo público pudo compartir su entusiasmo con el autor Lunes Rodríguez Coronel.
Una familia se muda a una casa que está a treinta metros de una vieja hacienda cafetera, en una ciudad que apenas empieza a crecer. Desde allí y una tarde cualquiera, desde el futuro en que Juan ya es un hombre mayor de cincuenta años, rememora el pasado junto a su madre. Llegaron allí cuando él tenía ocho años y la vida se les fue en un santiamén. En Vamos, venimos de Victoria de Stefano, las remembranzas son los hilos conductores de esta obra narrativa capaz de bifurcarse en una multiplicidad de historias y personajes que, unos más y otros menos, marcan un continuum ambiente de nostalgia, aunque sosegada por la aparente satisfacción de haber llevado una vida relativamente plena. La voz de Juan se camufla con la voz de su madre y viceversa. Se difuminan para contar y contarse mutuamente y es desde “el banco adosado a la pared del porche abalconado” donde se narran los hechos, el lugar perfecto para observarlo todo, tanto la calle que se divisa por completo desde allí, ahora muy distinta a la calle de cuando fue niño, como a los vecinos que, temerosos de los peligros propios de la ciudad y la noche, llegan a sus casas-refugios “con la ilusión de compartir con los suyos”. Él y su madre son unos perfectos voyeristas de la cotidianidad y del pasado.
Vamos, venimos, está estructurada en ocho capítulos con cierta simetría entre unos y otros en cuanto al número de páginas, a excepción del último capítulo de casi cien páginas hasta llegar a un final hermosísimo que es capaz de hacer vibrar las fibras emocionales dormidas que pudieran haber entre madre e hijo. Quizás la intención de la autora, con esa maravillosa docencia que le brotaba al hablar y que de hecho ejerció buena parte de su vida, fue preparar al lector para que se adentrara poco a poco en ese abanico de historias que presenta, hasta llegar a esos largos párrafos en los que cualquier descuido o falta de concentración implicaría volver la lectura atrás para retomar el hilo. Este libro caleidoscópico es capaz de incorporar hechos y personajes históricos con tal sutileza que en ningún momento desentonan con el eje principal. Por el contrario, aviva la riqueza de un texto que, así como permite la fugaz aparición de Odiseo, Moisés, Marco Polo o Cristóbal Colón, también hace lo propio con Whitman, Pérez Bonalde o Hannah Arendt, todos como una gran reconstrucción de la memoria de la humanidad condensada en las trescientas páginas del libro.
Vamos, venimos es una novela profundamente contemplativa. Leerla, no sólo implica entregarse al recogimiento natural que, en su obviedad, requiere todo acto lector, sino también, pide a gritos seguirle el juego a los dos personajes principales, Juan y su mamá, para ir deshilvanando las historias de los otros, de los viejos de la familia, de los amigos y de los vecinos. Con estas tres grandes categorías de personajes es más que suficiente para abarrotar un retablo de nombres que pareciera no acabar nunca. Entonces allí, en el escudriñar del pasado ajeno, asistimos a las cuitas de unos y otros; al amor y al desamor que difícilmente falte en toda buena novela. Juan coloca la primera piedra sobre este tema, pues llega de nuevo a su casa familiar después del divorcio, donde “la desidia en que estaba empantanado”, como dice el personaje, consiguió un remanso de tranquilidad por la acogida de su madre, marcando ciertas limitaciones entre ambos para que aquella reunificación no termine mal: “De no ser por ella no sé cómo habría podido mantenerme boyando y dar las brazadas que me salvarían de zozobrar en aguas turbulentas”.
La prosa de VDS es la de quien conoce a profundidad el lenguaje. Ninguna palabra sobra y, de faltar alguna —cosa que dudo—, no somos quienes para pretender añadir algún ripio innecesario. En ese juego más que probado de virtuosismo en sus letras, en Vamos, venimos, nos conseguimos también con un guiño metatextual —así quiero creerlo— en el cuaderno de anotaciones de la mamá de Juan (también conocida como La Ostra), quien escribía poesía y cartas por afición y sobre todo, “como una forma de duelo”, señala. Cabe hacerse la pregunta de si esas anotaciones de La Ostra son de la propia Victoria de Stefano; libreta de notas que deja en evidencia la vasta cultura de ambas; libreta de notas como pinceladas del mundo conocido y un cable a tierra para seguir construyendo la obra que está en desarrollo; citas ajenas y reflexiones que permiten pasar de Odiseo a Joyce, de Pound a Don Juan y después a Oscar Milosz. Otras tantas que permiten degustar a Victor Hugo, Shakespeare, Beckett, Eliot y al mismo Chopin.
Juan reflexiona y revive sus años en Londres hasta su debacle marital, pero es la historia de su mamá y de su amiga Leticia cuando viajan a Italia y Francia, la que cobra una importancia absoluta hacia el final del texto, en ese último capítulo que, como señalé antes, es el más largo y lógicamente crucial, porque casi todo fue escrito a caballo, es decir, sobre la marcha. La Ostra escribió cada vivencia, cada circunstancia vivida en el viaje para no perder detalle y las reflexiones de lo vivido no se hacen esperar cuando Juan la interpela con asombro por algunos de los hechos narrados.
Mientras esto sucede, entran en acción un par de personajes que se roban toda la atención: Anatole, doctor en física y en matemáticas, que está al límite de su sanidad mental y Chantal, su pareja y acicate para que aquél no termine suicidándose. Cobran tanta vida hacia el final del texto que Juan y su madre parecen borrarse hasta reaparecer para un cierre muy sentido y hermoso.
Vamos, venimos, reafirma una estética única en la obra de Victoria de Stefano, que junto a Historias de la marcha a pie (finalista del Premio Rómulo Gallegos 1999) y Lluvia son mis favoritas. Vamos, venimos, deja muy en claro que las cosas de la vida van y vienen, que se puede estar arriba para después caer estrepitosamente o, el sueño común, estar en el foso y de la nada llegar a la cima. Todo narrado con la exacerbada belleza a la cual siempre me place volver y que sugiero leer a quien no lo haya hecho. Qué bueno que Victoria nos dejó esta última novela, porque “qué sería de nosotros si lo retuviéramos potencialmente todo, en qué insanas tierras movedizas nos hundiríamos si continuáramos enganchados al ámbito restrictivo de nuestros recuerdos…”
Fun Facts:
Me entristeció mucho la partida de Victoria de Stefano a otra dimensión en enero de este año 2023. Tenía muy pendiente leer su última novela Vamos, venimos que, para el momento en que la entrevistara por última vez en su casa y con varios cafés de por medio (año 2017), a propósito de sus Diarios 1988-1989 La insubordinación de los márgenes, aún estaba en progreso de escritura y no tenía nombre, o tenía un título posible que no llegó a ser: Excurso sobre la infelicidad.
Sin duda el editor y seguramente Victoria se decantaron por Vamos, venimos, aunque creo que pudo buscarse un mejor título. Pero como dije líneas atrás, no somos quienes para pretender añadir algún ripio innecesario.
Tal vez te interese ver:
“Mi lucha”: Saga del escritor Karl Ove Knausgård | Seis volúmenes 2009 – 2011
En 2017 comencé la lectura del primer tomo de “Mi lucha”: La muerte del padre de Karl Ove Knausgård. Lo hice a sabiendas de que le seguían cinco libros más. Aquello no me amilanó, por el contrario, me entusiasmó …
Notas sobre “Intemperie: la experiencia de Armando Rojas Guardia”
Escuchar al propio Armando Rojas Guardia hablar sobre su padecimiento psíquico, su homosexualidad, entre otros temas, es tremendamente conmovedor.
“Percusión” de José Balza | Reseña
Hallamos en Percusión el típico caleidoscopio al que José Balza recurre para desarrollar la trama, tanto de las historias como la de sus personajes.
Licenciado en Letras y escritor.
Columnista en The Wynwood Times:
El ojo del vientre