

“Arpita Singh: 60 años de creación” en la Galería Serpentine
La prestigiosa Galería Serpentine presenta Remembering, la primera exposición individual de la artista fuera de la India, en un recorrido que da cuenta de su compleja y fascinante trayectoria. A través de pinturas, dibujos y acuarelas, la muestra ofrece una mirada profunda al universo simbólico de Singh.

La importancia de la postura y la coherencia en la vida – Reflexiones con María Ojeda
En el último episodio de «Esto se pone mejor», tuvimos el honor de conversar con María Ojeda, facilitadora y mentora de conciencia corporal, especialista en sound healing y sanación vibracional. Durante la charla, exploramos temas profundos como la postura, la coherencia, el autoconocimiento y la conexión entre cuerpo, alma y espíritu.

El Abstraccionismo de Ina Bainova en el CCAM
Una retrospectiva que expresa el estilo y la creatividad de esta experimentada artista y docente búlgara, radicada en Venezuela desde los años setenta, puede apreciarse en el Centro Cultural de Arte Moderno, ubicado en La Castellana, dentro de la capital de Venezuela.

Así Vivimos El Sistema Fest
La Primera Sinfonía de Vive El Sistema Fest reunió en tarima a más de 8.000 músicos en más de 250 conciertos que se llevaron a cabo en Caracas y 13 estados del país, Vive el Sistema Fest resonó por todo el país durante la celebración por el 50 aniversario de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela

“Los Escapistas” de Fedosy Santaella
Fedosy Santaella con Los escapistas (Oscar Todtmann Editores, Caracas, 2025), un libro de doce relatos en donde el punto en común de todos es el asombro y el escape —simbólico o real— en los que están inmersos los personajes

Exposición “Mujeres en el Centro”, 3 Artistas del collage muestran obra en el CCAM
El Centro Cultural de Arte Moderno (CCAM) presenta Mujeres en el Centro, exposición que reúne una selección de piezas en las que el espectador puede captar las miradas de Amalia Pereira, Carmen Michelena y Anita Reyna, tres artistas venezolanas que -en distinto formato y utilizando el collage-, muestran la belleza, complejidad, fuerza e intensidad de lo femenino.

Viejos aprendizajes, miradas renovadas | Manifiesto GenX
Partimos de viejos aprendizajes que nos justificaron la colonización de la tierra, el cuerpo y la mente. Pero hay una historia que no se enseña, una escrita con cenizas, esa donde la herida aún canta melodías tristes para las estrellas y el maíz …

Escribir en soledad | Las mujeres escriben solas y otras versiones sobre el arte
Algunas de las grandes obras de la literatura, se escribieron en soledad. O al menos, en un aislamiento considerable que permitió al autor, encontrarse en medio de una percepción por completa nueva sobre su obra. O en cualquier caso, de utilizar la soledad — el silencio, los espacios sin forma y sin sentido a su alrededor …

Género: Comedia, Melodrama, AntológicaCreado por: Mike WhiteTemporadas: 3Episodios: 21Origen: Estados UnidosIdioma: InglésLanzamiento: 16/02/2025Distribución: HBO “¿Y si pudieras silenciar la voz persistente de la ambición, el peso de la responsabilidad, el dolor implacable de la añoranza del...

Clausura Virtual | Miami New Media Festival (MNMF)
Esta clausura virtual está dedicada con profundo respeto y admiración a la memoria de Asdrúbal Colmenarez (1936–2025), artista visual venezolano, pionero del arte participativo, creador del célebre “Alfabeto Polisensorial” y uno de los fundadores del MNMF, fallecido el pasado 12 de abril de 2025 en Francia.

«Escaparate Cultural» y Humana rinden homenaje a Maruja Mallo
El próximo 8 de mayo, en colaboración con las tiendas Humana, se presenta en el escaparate de su tienda en la calle Alcalá una sutil y poderosa instalación que rinde homenaje a Maruja Mallo, pionera del surrealismo en España
Una familia se muda a una casa que está a treinta metros de una vieja hacienda cafetera, en una ciudad que apenas empieza a crecer. Desde allí y una tarde cualquiera, desde el futuro en que Juan ya es un hombre mayor de cincuenta años, rememora el pasado junto a su madre. Llegaron allí cuando él tenía ocho años y la vida se les fue en un santiamén. En Vamos, venimos de Victoria de Stefano, las remembranzas son los hilos conductores de esta obra narrativa capaz de bifurcarse en una multiplicidad de historias y personajes que, unos más y otros menos, marcan un continuum ambiente de nostalgia, aunque sosegada por la aparente satisfacción de haber llevado una vida relativamente plena. La voz de Juan se camufla con la voz de su madre y viceversa. Se difuminan para contar y contarse mutuamente y es desde “el banco adosado a la pared del porche abalconado” donde se narran los hechos, el lugar perfecto para observarlo todo, tanto la calle que se divisa por completo desde allí, ahora muy distinta a la calle de cuando fue niño, como a los vecinos que, temerosos de los peligros propios de la ciudad y la noche, llegan a sus casas-refugios “con la ilusión de compartir con los suyos”. Él y su madre son unos perfectos voyeristas de la cotidianidad y del pasado.
Vamos, venimos, está estructurada en ocho capítulos con cierta simetría entre unos y otros en cuanto al número de páginas, a excepción del último capítulo de casi cien páginas hasta llegar a un final hermosísimo que es capaz de hacer vibrar las fibras emocionales dormidas que pudieran haber entre madre e hijo. Quizás la intención de la autora, con esa maravillosa docencia que le brotaba al hablar y que de hecho ejerció buena parte de su vida, fue preparar al lector para que se adentrara poco a poco en ese abanico de historias que presenta, hasta llegar a esos largos párrafos en los que cualquier descuido o falta de concentración implicaría volver la lectura atrás para retomar el hilo. Este libro caleidoscópico es capaz de incorporar hechos y personajes históricos con tal sutileza que en ningún momento desentonan con el eje principal. Por el contrario, aviva la riqueza de un texto que, así como permite la fugaz aparición de Odiseo, Moisés, Marco Polo o Cristóbal Colón, también hace lo propio con Whitman, Pérez Bonalde o Hannah Arendt, todos como una gran reconstrucción de la memoria de la humanidad condensada en las trescientas páginas del libro.
Vamos, venimos es una novela profundamente contemplativa. Leerla, no sólo implica entregarse al recogimiento natural que, en su obviedad, requiere todo acto lector, sino también, pide a gritos seguirle el juego a los dos personajes principales, Juan y su mamá, para ir deshilvanando las historias de los otros, de los viejos de la familia, de los amigos y de los vecinos. Con estas tres grandes categorías de personajes es más que suficiente para abarrotar un retablo de nombres que pareciera no acabar nunca. Entonces allí, en el escudriñar del pasado ajeno, asistimos a las cuitas de unos y otros; al amor y al desamor que difícilmente falte en toda buena novela. Juan coloca la primera piedra sobre este tema, pues llega de nuevo a su casa familiar después del divorcio, donde “la desidia en que estaba empantanado”, como dice el personaje, consiguió un remanso de tranquilidad por la acogida de su madre, marcando ciertas limitaciones entre ambos para que aquella reunificación no termine mal: “De no ser por ella no sé cómo habría podido mantenerme boyando y dar las brazadas que me salvarían de zozobrar en aguas turbulentas”.
La prosa de VDS es la de quien conoce a profundidad el lenguaje. Ninguna palabra sobra y, de faltar alguna —cosa que dudo—, no somos quienes para pretender añadir algún ripio innecesario. En ese juego más que probado de virtuosismo en sus letras, en Vamos, venimos, nos conseguimos también con un guiño metatextual —así quiero creerlo— en el cuaderno de anotaciones de la mamá de Juan (también conocida como La Ostra), quien escribía poesía y cartas por afición y sobre todo, “como una forma de duelo”, señala. Cabe hacerse la pregunta de si esas anotaciones de La Ostra son de la propia Victoria de Stefano; libreta de notas que deja en evidencia la vasta cultura de ambas; libreta de notas como pinceladas del mundo conocido y un cable a tierra para seguir construyendo la obra que está en desarrollo; citas ajenas y reflexiones que permiten pasar de Odiseo a Joyce, de Pound a Don Juan y después a Oscar Milosz. Otras tantas que permiten degustar a Victor Hugo, Shakespeare, Beckett, Eliot y al mismo Chopin.

Juan reflexiona y revive sus años en Londres hasta su debacle marital, pero es la historia de su mamá y de su amiga Leticia cuando viajan a Italia y Francia, la que cobra una importancia absoluta hacia el final del texto, en ese último capítulo que, como señalé antes, es el más largo y lógicamente crucial, porque casi todo fue escrito a caballo, es decir, sobre la marcha. La Ostra escribió cada vivencia, cada circunstancia vivida en el viaje para no perder detalle y las reflexiones de lo vivido no se hacen esperar cuando Juan la interpela con asombro por algunos de los hechos narrados.
Mientras esto sucede, entran en acción un par de personajes que se roban toda la atención: Anatole, doctor en física y en matemáticas, que está al límite de su sanidad mental y Chantal, su pareja y acicate para que aquél no termine suicidándose. Cobran tanta vida hacia el final del texto que Juan y su madre parecen borrarse hasta reaparecer para un cierre muy sentido y hermoso.
Vamos, venimos, reafirma una estética única en la obra de Victoria de Stefano, que junto a Historias de la marcha a pie (finalista del Premio Rómulo Gallegos 1999) y Lluvia son mis favoritas. Vamos, venimos, deja muy en claro que las cosas de la vida van y vienen, que se puede estar arriba para después caer estrepitosamente o, el sueño común, estar en el foso y de la nada llegar a la cima. Todo narrado con la exacerbada belleza a la cual siempre me place volver y que sugiero leer a quien no lo haya hecho. Qué bueno que Victoria nos dejó esta última novela, porque “qué sería de nosotros si lo retuviéramos potencialmente todo, en qué insanas tierras movedizas nos hundiríamos si continuáramos enganchados al ámbito restrictivo de nuestros recuerdos…”
Fun Facts:
Me entristeció mucho la partida de Victoria de Stefano a otra dimensión en enero de este año 2023. Tenía muy pendiente leer su última novela Vamos, venimos que, para el momento en que la entrevistara por última vez en su casa y con varios cafés de por medio (año 2017), a propósito de sus Diarios 1988-1989 La insubordinación de los márgenes, aún estaba en progreso de escritura y no tenía nombre, o tenía un título posible que no llegó a ser: Excurso sobre la infelicidad.
Sin duda el editor y seguramente Victoria se decantaron por Vamos, venimos, aunque creo que pudo buscarse un mejor título. Pero como dije líneas atrás, no somos quienes para pretender añadir algún ripio innecesario.
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Para los que hemos leído buena parte de su obra, resulta difícil no imaginar al propio Paul Auster camuflado en su último personaje y título: Baumgartner. Es la gran metáfora de sí mismo, desdoblado mientras lo escribe y se escribe.
Licenciado en Letras y escritor.
Columnista en The Wynwood Times:
El ojo del vientre