
Desde lejos las luces de las noches caraqueñas se asemejan a un gigantesco nacimiento nocturno. Al menos esa es la sensación que recuerdo de alguno de mis viajes infantiles al lado de mis padres. Íbamos a Caracas a pasar vacaciones, lo hacíamos con cierta frecuencia. Mis hermanos y yo lo considerábamos un premio por sacar buenas notas en la escuela. Aquella era una ciudad inmensa a mis ojos, paseábamos por Sabana Grande, o recorríamos Las Mercedes. En aquel entonces soñaba con la posibilidad de irme a vivir a aquella ciudad que parecía tan lejana y compleja. Pero era solo una pequeña ilusión para un muchacho de un pequeño pueblo del centro del país que por lo general usaba sus tardes corriendo por las angostas calles llenas de casas bajitas y descubriendo personajes inolvidables que habitaban en aquel lugar bucólico donde me correspondió crecer.

La importancia de la postura y la coherencia en la vida – Reflexiones con María Ojeda
En el último episodio de «Esto se pone mejor», tuvimos el honor de conversar con María Ojeda, facilitadora y mentora de conciencia corporal, especialista en sound healing y sanación vibracional. Durante la charla, exploramos temas profundos como la postura, la coherencia, el autoconocimiento y la conexión entre cuerpo, alma y espíritu.

El Abstraccionismo de Ina Bainova en el CCAM
Una retrospectiva que expresa el estilo y la creatividad de esta experimentada artista y docente búlgara, radicada en Venezuela desde los años setenta, puede apreciarse en el Centro Cultural de Arte Moderno, ubicado en La Castellana, dentro de la capital de Venezuela.

Así Vivimos El Sistema Fest
La Primera Sinfonía de Vive El Sistema Fest reunió en tarima a más de 8.000 músicos en más de 250 conciertos que se llevaron a cabo en Caracas y 13 estados del país, Vive el Sistema Fest resonó por todo el país durante la celebración por el 50 aniversario de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela

“Los Escapistas” de Fedosy Santaella
Fedosy Santaella con Los escapistas (Oscar Todtmann Editores, Caracas, 2025), un libro de doce relatos en donde el punto en común de todos es el asombro y el escape —simbólico o real— en los que están inmersos los personajes

Exposición “Mujeres en el Centro”, 3 Artistas del collage muestran obra en el CCAM
El Centro Cultural de Arte Moderno (CCAM) presenta Mujeres en el Centro, exposición que reúne una selección de piezas en las que el espectador puede captar las miradas de Amalia Pereira, Carmen Michelena y Anita Reyna, tres artistas venezolanas que -en distinto formato y utilizando el collage-, muestran la belleza, complejidad, fuerza e intensidad de lo femenino.

Viejos aprendizajes, miradas renovadas | Manifiesto GenX
Partimos de viejos aprendizajes que nos justificaron la colonización de la tierra, el cuerpo y la mente. Pero hay una historia que no se enseña, una escrita con cenizas, esa donde la herida aún canta melodías tristes para las estrellas y el maíz …

Escribir en soledad | Las mujeres escriben solas y otras versiones sobre el arte
Algunas de las grandes obras de la literatura, se escribieron en soledad. O al menos, en un aislamiento considerable que permitió al autor, encontrarse en medio de una percepción por completa nueva sobre su obra. O en cualquier caso, de utilizar la soledad — el silencio, los espacios sin forma y sin sentido a su alrededor …

The White Lotus (Temp. 3) | Series Sobre 9
Se trata de una serie antológica donde cada temporada se desarrolla en un país diferente y que tiene como denominador común una muerte trágica dentro de la cadena hotelera The White Lotus.
Mi vida entonces era bastante simple, en el pueblo nos conocíamos todos, las casas permanecían abiertas y la policía atendía pequeños conflictos cotidianos que, en tanto que recuerdo, jamás pasaban de ser pequeños reclamos o jaleos intranscendentes. Los muchachos jugábamos en las calles y en las canchas deportivas, en esos momentos Venezuela vivía el “boom” de los 70s y todos parecíamos destinados al éxito inevitable. Uno se pregunta qué tortuosos hados malvados torcieron el destino que parecía correspondernos.
Luego de muchos años llegué a Caracas, la ciudad era aún vivible, aunque compleja. Me tocó, como a todos los hombres y mujeres de mi generación, ver el progresivo deterioro de nuestras interacciones sociales. Las crisis se hicieron progresivas, una era peor que la anterior. Las ciudades se hicieron hostiles, empezaron los robos cotidianos, la violencia. La gente protegía sus casas con fuertes barrotes que, sin que nos diésemos cuenta, se hicieron parte del paisaje. Empezamos a andar juntos y tratábamos de ser cuidadosos.
Pero la cosa no para allí. Comenzamos a ver el deterioro del Metro, la basura, los niños abandonados en situación de calle y una violencia contenida que empezó a habitarnos de repente y que se hizo manifiesta en las estadísticas de fallecidos por causas violentas los fines de semana. Pero hubo más, a la violencia cotidiana de los atracadores, se sumó la violencia política, la de Lina Ron y compañía o la de la Piedrita. El país se convirtió en absurdo, nos dimos la espalda y decidimos, en algún momento, que las guarimbas eran una buena idea. El país ha estado sometido al abuso y el exceso desde hace por lo menos 40 años, los últimos 20 son peores, claro.
Entonces uno se pregunta cómo plantearse la construcción de una asociación política democrática en medio del desbordamiento de las pasiones colectivas, cómo podemos construir desde el odio, cuáles son nuestros puntos de encuentro, ¿tenemos puntos de encuentro? Quiero decir, ya no se trata solamente de la lógica del secuestro exprés, del deterioro de las cárceles o de la inmensa corrupción, ahora vivimos la construcción de varias pretensiones de estados paralelos que pretenden apropiarse de su pedacito de país, una lógica que a mí se me parece a aquel territorio de fantasía sometido a la guerra permanente y levantisca que fue Venezuela a todo lo largo del Siglo XIX, país por cierto que fue sometido bajo los rigores del Gomecismo a principios del siglo XIX y que fue justificado bajo el argumento del Gendarme necesario, triste argumento que llevó a la Rotunda a muchos héroes de la resistencia pero que, ciertamente, pacificó a un país que debía ser pacificado.
Cuando era niño yo soñaba con ser jugador profesional de baloncesto, practicábamos en el gimnasio Federico Sánchez, antiguo promotor deportivo que conocí y recuerdo apoyando sus rodillas destrozadas en un par de bastones. Jugué durante años, llegué a formar parte de la selección estatal pero nunca llegué más allá, no tenía las condiciones, sin embargo, comprendí que unos sueños se realizan y otros no. Desde esta perspectiva me pregunto si el Koki aspiraba desde niño con ser jefe de una pequeña mafia capaz de aterrorizar a la ciudadanía y enfrentarse, a sangre y fuego, a las fuerzas del Estado; hago esto con ingenuidad y sin calificar la actuación, capacidad o moralidad de las fuerzas policiales, creo que no hace falta hacerlo.

Uno puede pensar que la niñez del Koki fue corta, que desde pequeño fue sometido a la violencia sistemática que viven los barrios caraqueños. Supongo que allí donde uno jugaba a policías y ladrones con pistolas de plástico, el lo hacía con algún hierro con el serial limado. Koki tiene la mirada endurecida de un hombre que lleva la muerte como compañera. Es impresionante su capacidad de fuego, su talante delincuencial. Uno puede llegar a considerarlo algún “Tipo Ideal Weberiano” de la criminalidad criolla.
Tendríamos que advertir en contra de quienes lo consideran un héroe, o de quienes lo aúpan pensando que es una solución para desatar nuestro Nudo Gordiano. Me hace recordar aquella fábula de Esopo que nos advierte sobre la naturaleza del alacrán, digo, se trata, ni más ni menos, que de un criminal que pretende reinar en un pedacito de país para aterrorizarnos.
Pero, además, tenemos que preguntarnos cómo es que alguien logra construir semejante fuerza de fuego. ¿Cuál es el negocio que permite semejante inversión y quiénes están involucrados? Pero, más aún, ¿qué tipo de sociedad permite la aparición de estos monstruos de pesadilla? Terribles cosas parecen habitarnos. La lógica del mundo medieval era la de proteger la vida en medio de una realidad hostil, es una lógica que contrasta con la aspiración libertaria que es parte fundamental de la promesa de la modernidad.
Uno se encuentra entonces con una sociedad medievalizada, violenta, con un profundo deterioro de la moralidad colectiva. Un sitio en el cual es difícil soñar. Koki es un hombre que, sin duda, no tuvo sueños infantiles, un sujeto deshumanizado, un lord de la guerra. Por supuesto que es culpable de ser quien es, pero no es el único culpable. Acá hablamos de una sociedad que se mueve entre el abandono y el olvido, de múltiples sombras en medio de la montonera.
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Doctor en Ciencias Políticas y escritor.
Esta columna busca reflexionar sobre el momento contemporáneo, sobre los retos que enfrentamos como sociedad y los elementos que ponen de manifiesto la condición humana.