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Painting no painting – Foto de Joshua Rodríguez

Ender Rodríguez es una artista donde la meridiana lucidez de su pensamiento, juega con espacios indeterminados donde lo lúdico se impone. Su aproximación a la vida, desde las artes visuales, es desde temas donde lo cotidiano y existencial marcarán la ruta a seguir: las manchas en el techo de su casa, los movimientos sociales, el ineludible encuentro con las emociones tras el contacto con experiencias límite en lo psíquico y espiritual, como metafísica de la vida cotidiana. Acaso, una filosofía del laberinto metaficcional donde se mueve, existe, es, para apreciar desde una percepción más liberada, la realidad, ese límite donde el yo conoce sus raíces y lo ideal puede ser cima o la vertiginosa experiencia desde donde se crean mundos y aventuras más allá de los límites cifrados por el ser humano, para experimentarse ilimitado y justificar esa sed irracional que solo puede tener sentido en la obra de arte y sus procesos.

Nos reunimos con la premisa de una entrevista para The Wynwood Times y la vida nos abrió la posibilidad de vernos más, haciendo alma desde el arte y la palabra.

«Yo creo que de niño y como todo niño, ya sabemos que uno necesitaba narrar lo que vivía de diversas formas; en mi caso buscaba contar mis realidades más hermosas y crudas o violentas sufridas en casa, usando un lápiz o un color y llenando varios cuadernillos creativos. Luego de adulto conocí sobre psicología del dibujo infantil y entendí muchas cosas de mí que ni imaginaba, además de estudiar temáticas de pedagogía y artes visuales relacionales y luego como Licenciado en Educación. No puedo quejarme, la vida me ha dado todo lo que he requerido, hermosura, traumas para estudiarlos, senderos y encrucijadas para levitarme a mí mismo. En fin, cada laberinto real y de ficción me ha ayudado a explorar. Papá escribía mucho, y eso a pesar de sus desórdenes mentales, me generaba preguntas hacia el acto instintivo de escribir a toda hora. Y todo ello, me llevaba a la creación espontánea y catártica. Lo visual también parece ser en mí, un cable con la infinitud».

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Ender, ¿estéticamente cómo defines tu rol como creador?

Antes de hablar de mi rol para crear, debo decir que mi primer gran maestro del arte fue el techo de mi casa.  O sea, nuestra quinta antes de nosotros, la había comprado un señor que no podía pagarla; de hecho, al no poder impermeabilizarla en los techos, el agua de lluvia entraba por grietas y chorreando generaba manchas accidentales en toda la casa, atmósferas, texturas, imágenes de transparencias, esa fue mi pantalla visual autodidacta al mirar hacia arriba. Mi rol como creador luego se basa igualmente en intentar proyectar imaginerías, imaginación e imaginarios (en contacto con la otredad social) a través de todas las posibilidades que la vida me ha permitido ser. Mi estética posee unas vertientes o líneas discursivas que van del medio ambiente, al cuerpo erótico como a la sociedad y al arte de transformación y de contexto (relacional, reflexivo, crítico). No tengo un tema único del cual narrar. Y paso de lo sublime a lo irónico, lúdico o explosivo.

 

El discurso estético

 

En esa gama multipolar de temas, cuéntanos sobre tu vínculo con distintos discursos estéticos. 

A ver, si mal no recuerdo, mi mayor marca en el lenguaje estético y discursivo fue Pedro León Zapata y sus deformaciones caricaturescas a mis 17 años, cuando le conocí en la universidad y me regaló un dibujo espectacular. El gran Nelson Garrido y Néstor Alí Quiñones impulsaron mis búsquedas a mis 20, cuando yo era voluntario y activista social de base en una ONG en la Amazonía venezolana en el 92, pero dibujaba y andaba en búsquedas creativas. Ya a mis 25 intentaba ir consolidando un poco las necesidades o líneas de interés hacia las temáticas o discursos sobre la naturaleza, lo social y el erotismo, usando lo dibujístico, pictórico, el collage, la fotografía y así poco a poco hasta llegar a la experimentación de la mixtura total, la hibridez, lo ecléctico, y el arriesgarse a full; pero siempre necesitaba buscar apoyo, asesoría, seguir a artistas a quienes admiraba y tratar de reencontrar quizás, una o varias líneas de trabajo.  Debo decir que yo soy o intento ser un creativador también; es decir, creo demasiado en “intentar ayudar” a otros a activar sus potenciales expresivos y artísticos (desde pedagogías liberadoras de creacción).

Inmigrante estético (2020) para proyecto abierto – ER

Vivir el arte como una experiencia de realización, desde ese lugar, ¿qué temas te obsesionan? 

Mis obsesiones son medio raras porque me equilibran, me generan casi que orgasmos espirituales por decirlo así. Diría como Whitman, «me celebro y me canto». Muchas temáticas me mantienen a ritmo mental acelerado, pero sobretodo las tres que se asoman como un trípode: naturaleza, cuerpo y sociedad. El asunto es que éstas son trabajadas desde múltiples focos o nodos como la imagen escrita, la poética, el artivismo, el video, la performance, las instalaciones, la fotografía, el dibujo, la pintura, la gráfica de calle y hasta la escultura. Mis obsesiones van desde el arte y fuera del arte a su vez; todo se conjuga como en un micro y macro-cosmos, se conectan mis manías divertidas y de exigencia laboriosa como en un manantial de vertientes pluriversas. En algunos casos hago crítica social fuerte, en otros poetizo o trato de asumir escenarios de posible reflexión, por otro lado, escribo ensayos sobre algunos de esos temas en plataformas como Academia.edu, Saberula, las revistas Artishock-Chile y Liberatorio-Colombia, entre otros espacios.  

 

En esos posibles escenarios, ¿cómo han sido tus exploraciones y creaciones desde las artes visuales? 

Yo diría que desde la vida, inclusive (no solo desde las artes visuales) asumiéndola como imaginería, narrativas entrecruzadas y producción más que estética, porque somos seres bio-psico-socio-natural-espirituales. He explorado lo pedagógico y me encanta la frase de Joseph Beuys: “Ser maestro es mi mayor obra de arte”. Pero, sobretodo, en la expresión viso-audio-plástico-espacial he explorado con todo tipo de materiales, desde tierras, flores, hojas, objetos encontrados, basura, mis fluidos, cemento, metales, piedra, pelo, libros desechados, instrumentos aborígenes, chimó, cuadernos de mis hijos, álbumes de fotos históricas, con revistas de arte, he trabajado en paredes y calles de la ciudad y en la frontera colombo-venezolana.  No dejo de experimentar, investigar a diario, rumiar la obra como dice mi hermano artista Oscar Salamanca, y experienciarlo todo como en un tobogán multi-sensorial sin frenos. 

Textopintobujos (2020) – ER

Sobre el investigar en uno mismo, ¿quién es Ender en primera persona? 

Yo soy auto-ficción (como dice mi admirada artista alemana Dagmar Glausnitzer y a quien agradezco eternamente su apoyo). Soy el hijastro de lo surreal, la resiliencia, la combatividad en el desahogo, el andar contemplativo, creando en busca de humildad –respirándome lo que fluye y ya–. Soy alguien que puede llegar a exponer una obra en una calle “marginal”, o en Brasil, EEUU o vía virtual hacia la India, gracias a mi hermana la artista mexicana Ruth Vigueras Bravo; pero al mismo soy totalmente de Barrio Sucre, de mi pequeñísima comarca la Bajumbal, soy un sujeto amado por la negra Yahn y por mis hijos (El “J” y “Zu”, quien vive desde su síndrome cerebral), soy pana de mis panas y charlo con gente de la calle para reír y burlarme de mí mismo a pesar de tantas hecatombes y sobrevivencia. Soy un tipo que adora hacer una obra densa y conceptual en las artes; pero adoro trabajar arte-terapia con Mina, una amada pintora que convive con su Alzheimer y me abrazo a ella cuando la veo y deseo no se deteriore tanto. Soy un niño todavía, un mal trapecista, un rock and roll montuno y hasta un jovial jazz. 

 

En ese vértigo consciente desde donde te defines, ¿qué significa comunicar a través de la obra, la imagen, la belleza? 

Podría decir esto, no muchas obras que he realizado han logrado ser comunicación real o totalizante para los espectadores. Ha habido momentos donde ciertas obras sí han logrado marcar, tocar, sensibilizar o generar alguna reacción importante, sea ésta de conexión profunda, agrado o de posible disgusto en algún momento. Cuando hablas de comunicar, comento que vengo trabajando también lo que nombran como arte colaborativo, arte con la otredad social, arte de otra forma ampliada de comunicación con personas que poseen ricos contenidos de vida (y no pertenecen a lo que los especialistas llamarían “el campo del arte”). Me gusta trabajar para ciertos proyectos con personas que no se asumen artistas y experimentar a ver qué pasa allí. Respeto mucho el Art Brut, el Outsider Art, el Arte Popular, la creación infantil y muchas formas de expresión creadora. El tema sobre “la belleza” es no solo complejo sino algo un poco subjetivo. 

Monje moto (2020) – ER

¿Cómo es la experiencia de crear una obra?

No sabría explicarlo a ciencia cierta, a veces para mí es un elixir, una catarsis terapéutica, un proceso largo y exigente pero vital; en otros casos es un acto liberador continuado o como un momento orgánico salido desde mis propias tripas y desde mi espíritu. Hay obras que he denominado de “manejo del dolor”, algunas son efímeras porque las hago para que no duren y me hace sentir feliz cuando perecen y mutan (para mí siguen siendo eternas). Me encanta repensar hacer obras para la calle. He realizado obras que son apropiación de otras obras y eso es como jugar apropiándome de ciertas estéticas y dejando mi huella en esa nueva obra que surgirá de la metamorfosis. Como Antonio Saura, me encantaría hacer y tomar una obra mía gigante de 7 metros e incendiarla como en un ritual de alumbramiento karmático, reparador y energético. Van Gogh decía que el arte es para las personas rotas por la vida.

He nombrado anteriormente en esta entrevista a diversos artistas que son para mí como hermanos. Admiro a muchos creadores como por ejemplo a Erika Ordosgoitti, Max Provenzano, y a demasiados artistas en general dentro de mi país. En Argentina mi querida Verónica Meloni, quien me dedicó uno de sus premios una vez. El artista de los artefactos y anti-poeta Nicanor Parra y los líricos Land Art de Raúl de Zurita desde Chile son impresionantes. El arte de Luis Méndez, Marcario Colombo, Manasés, Rosa Vegas, entre muchos autores populares venezolanos son exuberantes y el gran artista conceptual Claudio Perna me hace latir. 

Mi gran hermano colombiano Jaime Pekoz y sus “Ondinas” realizadas en manantiales con rocas que al montar unas sobre otras parecen duendes, hadas, migrantes espirituales o hasta ánimas del bosque. El poeta y artista autodidacta ecuatoriano y de quien he escrito en varias oportunidades es mi hermano Juan Secaira Velástegui. Me faltaría nombrar a cientos más, me perdonan por no poder comentar sobre todos ellos y ellas.

Vientre, performance (2020) – ER

El arte, más allá o más acá de ser una experiencia académica, es también un modo de hacerse a sí mismo. En tal sentido, lo emocional acompaña, es presencia ineludible. Cuéntanos, ¿cómo se educa la sensibilidad de un artista visual? 

La sensibilidad se trae a veces bajo la piel del alma, en otros momentos debe “educarse” pero desde actos liberadores; aunque es necesario “deseducarse” de la ortodoxia pseudo-educacional y Paulo Freire nos lo explica muy bien. Lo parafraseo diciendo: “Nadie educa a nadie, y nadie se educa solo, nos educamos en posible comunión, de forma circular y en espiral”. Ivan Ilich y Neill Sutherland han ampliado prácticas sobre pedagogías de irrupción. 

 

Colocando la mirada sobre el país, ¿qué significa ser artista en la Venezuela de hoy? 

Significa ser un resiliente y andar en resistencia. Expresar nuestro malestar como creadores es una forma de posible estética declaratoria. No solo para artistas y creadores sino para la población total es necesario ser parte de una resiliencia social para reinventarnos. La solidaridad y el “arte social” podrían darnos pistas sobre cómo ayudarnos aun más. Es hermoso estar ganado para los sueños y la sociocreacción en un país tan golpeado por el autoritarismo, el desmadre y la corrupción sin límites. En mi situación debo intentar mantener una cierta estabilidad de posible venta de obras, proyectos con financiamiento o talleres para poder cubrir la medicación triple y la dieta especial para mi hijo con autismo “Zuhé” o “ZU”. He recibido mucha solidaridad internacional y de artistas hermanos, muchos venezolanos migrantes. Trabajo fuertemente en hacer llegar mis obras al exterior y no me ha ido mal del todo, es duro pero sigo en la pelea y en mi alegre delirio de crear y recrearme. 

 

¿En qué proyectos y propuestas trabajas actualmente? 

Sigo haciendo apropiaciones y experimentos diversos siempre, así vivo toda “experienciación” y vivencia. Trabajo solo o en grupo, pero a veces con mi hijo el “J” que es mi mano derecha o con “ZU” desde su pureza. Laboro también arte callejero y deseo hacer mucha poesía visual en paredes grandes. Mi querida Kelly G. desde Miami me propuso hacer calcomanías de algunas de mis obras y pegarlas en ciudades de otros países, específicamente con mi serie “Inmigrante estético” como re-significación del Ecce homo en otros contextos. Estoy absolutamente abierto a hacer y recibir propuestas y rearmar ideas para proyectos diversos, colaboraciones, con ONG´s y posibilidad de ventas también para apoyar a mi hijo “ZU” y a gente necesitada. Tengo un libro aprobado con una valiosa editorial de Bogotá/Colombia en poesía breve y dibujos-pintados al chimó, pero debemos esperar un poco ante la crisis del Covid-19. En fin, viajo al infinito esperando proyectos de gestión cultural, pedagogía y arte, así me elevo aún más. 

 

Unas palabras finales a todos aquellos inquietos por el mundo e imaginario de las artes visuales. 

Agradezco infinitamente a todos su apoyo, y gracias para quien desee trabajar conmigo en nuevos proyectos. Espero que sigamos creactivando imaginería, cambio esencial y cultivar la magia de hacer –ojalá– de la vida, una “posible obra de arte”. Gracias. 

Otro bosque (2020) – ER

Más sobre Ender Rodríguez

Artista multidisciplinario. Licenciado en Educación Integral (UNA 2006). Estudió Artes Visuales en el CINGRAF de San Cristóbal en 1997. Ha participado en más de 70 exposiciones colectivas e individuales, a nivel nacional e internacional.  Está representado en museos e instituciones y colecciones de arte entre América, Europa y Singapur. Algunas muestras:  2020:  1.Web-performance Internacional de Hexxyduxxybox, Obra: “Pandemic” – India;   2.Dislocada – Dislocated –  Videoperformance – México;   3.Yo soy otro. Autorretrato. Museo del Barrio Manizales –  Colombia; y  4. Art Mutation On Line, “Art Campaign of Ana La Claque” / EEUU. 2017 Intrepid Art, II Encuentro Multidisciplinar Arte Digital – C.Aravaca – España; 2016 Curare Alterno – Colectivo Deslineaos – Pereira – Colombia; 2015 «Emplazamiento tierra» Casa de las artes La Ronda, Quito – Ecuador; 2013. «Proyecto Multiplo» Centro Cultural Sao Paulo, Brasil; y entre otras exposiciones.

 

  • Instagram: @isrodriguez44

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Yorgenis Ramírez
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Escritor | Personal Brander | Storyteller | Copywriter

Colaborador articulista de The Wynwood Times

Columna: Apuntes desde el vértigo