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Por Félix Suazo

«Wherever we are, what we hear is mostly noise.
When we ignore it, it disturbs us.
When we listen to it, we find it fascinating.»

John Cage ¹

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Disclaimer (“Desprecio”) | Series Sobre 9

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Con semejante spoiler, inicia la miniserie Disclaimer (que absurdamente decidieron titular para Latinoamérica como “Desprecio”), a la cual accedí nuevamente —luego de un primer intento fallido que no me motivó a pasar del segundo episodio.

Para el emigrante, el suelo adoptivo nunca es como la patria natal. Sin embargo, es la materialización de un destino posible después del éxodo, ya sea forzado o voluntario. Con las raíces en un lado y el tronco en la otra, la vida del extranjero fructifica en una geografía mixta donde se cruzan recuerdos y aprendizajes. Esa idea es la que enmarca la exposición «NatuUrban. Una sinfonía subnatural de Miami» de Muu Blanco (Caracas, 1966) con curaduría de Gerardo Zavarce en Arts Connection Foundation, Miami, desde noviembre del 2024 hasta enero del 2025.

La Miami que se presenta en NatuUrban está diluida en el murmullo confuso de los Everglades y la acústica sorda de la urbe. La gente, los animales, la vegetación, los automóviles, las sirenas están «comprimidos» en un soundtrack que es como una postal sonora. El paisaje está fuera del canvas y despegado de las paredes. La sala de exposición es una suerte de jungla encapsulada en el white cube en penumbras. Solo se divisan plantas ornamentales de gran tamaño con micro parlantes entre los tallos y las hojas (NatuUrban Symphony Instalation, 2024).

Los especímenes provienen de zonas húmedas de Asia, África y Sudamérica pero se han adaptado al entorno floridiano. Entre ellos se identifican el lirio leopardo (Giant Dieffenbachia), el baniano (Ficus Audrey), la costilla de Adán (Monstera deliciosa), el anthurium nido de pájaro (Anthurium hookeri), el árbol Dragón (Dracaena marginata), la palmera botella (Hyophorbe lagenicaulis) y el ave del paraíso (Strelitzia nicolai). Forasteras en tierra ajena, las plantas relacionadas funcionan como interlocutoras mudas del discurso expositivo.

Los sonidos captados en la naturaleza y la ciudad se escurren entre el follaje y las paredes (casi) desnudas. Queda, en un muro lateral del recinto, la imagen serial de la portada del disco de acetato, integrado por 12 documentos sonoros obtenidos in situ. Desde un cubículo contiguo al espacio llega el resplandor de una pantalla de video donde se proyectan imágenes desaturadas e informes (Blanco Through Blanco Over Green (1994) / Documentary video (single shot, unedited). La única alusión a las convenciones de la estética visual es un retrato del artista de pié, con un collar de cintas magnéticas al cuello, junto a una silla y una bandera estadounidense, acaso alegoría de su recién obtenida ciudadanía (Citizen (Self-portrait: Muu Blanco) with Magnetic Tapes and Flag (2024) Painter: Ricardo García)

Sujeto y lugar demarcan la circunstancia de esta exposición, asentada en el hiper codificado ámbito del arte. Y aquí el paisaje vuelve a ser la referencia central del autor como lo había sido antes en su serie fotográfica Abstracciones Paisajísticas. Solo que en esta oportunidad no se basa en la yuxtaposición visual de la geometría y el entorno, sino en la exploración del sonido y la escucha. El paisaje, aunque es otro, sigue ahí; agazapado en el ruido ambiental (no siempre audible) que acompaña la interacción de las personas, los lugares y las cosas.

Mucho de lo que habita y define la ciudad de Miami se manifiesta en el universo auditivo, aún cuando su omnipresencia cotidiana se haya vuelto imperceptible. Pero más allá de lo visible, hay un rumor disonante -a veces indiscernible- de máquinas, voces, crujidos, pisadas, zumbidos, frenazos, chillidos, estornudos, gritos, ladridos… que inundan el espectro acústico. En NatuUrban el sonido es indisociable del paisaje y el espacio expositivo es su «caja de resonancia».

Pero ese paisaje no es el de Caracas, con su montaña vigilante y su valle saturado de edificios. Ese paisaje de ruidos contrastantes, pantanos y torres acristaladas es el del sur de la Florida. Ese lugar distópico es la «tierra prometida» del artista inmigrante, cuyo irónico retrato ostenta su nuevo estatus con los pies descalzos sobre un tablado de promesas. El horizonte no se ve, pero las señales se escuchan por todas partes.

De manera que en NatuUrban convergen varias instancias: la personal, la topológica y la migratoria a través del sonido. Pero lo que se oye es un concierto sin partitura, orquestado a partir de ruidos «concretos». Esa es, precisamente, la materia inasible que moldea la idea del paisaje en cuanto constructo sensible.

Los ruidos son poderosos e inmersivos (porque borran la distancia entre el espectador y la escena).  El gorjeo de un ave, el timbre de una voz, el crujido de una rama, el estruendo de un avión. Todo ello y mucho más está presente, aunque no se vea. Y es que en NatuUrban la experiencia del paisaje no es visual sino estereofónica y se produce desde todos los flancos. Basta con escuchar.

Noviembre 2024

¹ «Dondequiera que estemos, lo que oímos es principalmente ruido. Cuando lo ignoramos, nos molesta. Cuando lo escuchamos, nos resulta fascinante». John Cage. Silence. Lectures and Writings. Wesleyan University Press. New England Hanover, 1961.

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