Ecléctica. Cada espectáculo significa para Margarita Morales un reto distinto y un nuevo comenzar que supone un aprendizaje trascendente. En ella palpita la posibilidad de lo multidisciplinario, entre la danza y el teatro, como herramientas de exploración y comunicación de los enigmáticos territorios del cuerpo, terrenos en los cuáles se requieren destrezas capaces de desnudar el alma humana. Ser artista es experimentar el asombro, lo inédito que invita a descubrirnos. Desde esa poética, el lugar de enunciación de Morales es el que demanda la obra, el proceso, la novedad impensada de la belleza. Me gusta pensar que voy mutando y transformándome con cada proceso, nos dice y hoy lo conversamos para TWT.

Pieza «El Mistral». Dirigida por MIguel Issa. Dramo. Fotografía: Emilio Ramón Méndez.

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Recordemos tu primer contacto con el arte, ¿cómo fue?
Cuando estaba en cuarto año de bachillerato, me dio clases de “Castellano y Literatura” una profesora que resultó ser egresada de la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo. Ella preparó un programa para aproximarnos al teatro. Entre varios eventos, un día invitó a Alberto Rowinsky al auditorio de mi colegio para interpretar varios monólogos; entre ellos el de “Francisca y la Muerte”. Al escuchar ese monólogo, quedé prendada con la actuación de Rowinsky y con el texto. Después de algunos años redescubrí a este actor, y supe, a través de él mismo, que lo que había llevado a mi colegio fue su espectáculo “Rowinsky en clave de Humor” y que “Francisca y la Muerte”, el cuento cubano de Jorge Onelio Cardozo, formaba parte de su espectáculo. Todo esto hizo crecer en mí un deseo que ya se encontraba latente y, a pesar de las dudas de mi madre, decidí que era teatro lo que quería hacer profesionalmente.

Pieza de danza «Soneto de un Sueño». Coreógrafa: Luz Urdaneta. Fotografía: Emilio Ramón Méndez.
¿Cómo te reconociste artista? ¿Cómo has construido tu camino?
Inicié mi formación como actriz en el Instituto Universitario de Teatro (IUDET) y eso me abrió una ventana hacia otros lugares como el trabajo corporal o vocal. Estudié danza contemporánea y ballet en paralelo con mi carrera de teatro, tomando clases en el Taller de Danza de Caracas y en la Escuela Ballet Arte. Al Taller de Danza de Caracas llegué después de ver en la televisión un micro de formato documental que hablaba acerca de ellos, los busqué hasta hallarlos y, finalmente, me inscribí. De esta forma, empecé a moverme entre estas dos aguas de la danza y el teatro. La danza me llamó tanto la atención que, posteriormente, y motivada por todos los espectáculos multidisciplinarios que veía tanto de creadores nacionales como internacionales, decidí hacer una segunda licenciatura en el Instituto Universitario de Danza (IUDANZA).

Obra de teatro «El Arte Dramático de las Bestias». Dirigida por Oswaldo Maccio. Fotografía: Shesaynne Moya.
¿Qué personas, imágenes, creadores motivaron tus búsquedas?
En esos primeros años de formación, vi espectáculos que me cautivaron. Me sentía muy identificada con el discurso de la agrupación Escena de Caracas y de Dramo, así como también admiraba el teatro que hacían en el Grupo Actoral 80 y en Skena. Sé diferenciar los espectáculos que realmente dejan una huella en mí como espectadora y como artista, porque inevitablemente empiezo a sentir un profundo deseo de estar en ellos, de trabajar con los creadores o artistas que los llevan a cabo. En aquel tiempo tuve ese hondo anhelo de realizar procesos artísticos con esas agrupaciones y, aunque parezca esotérico, creo que lo que uno busca lo está buscando también a uno. Como esto es más física que magia, años más tarde felizmente formé parte de al menos dos de estos grupos, como lo son: Escena de Caracas y Dramo.
Tu búsqueda como actriz, ¿desde qué poética nos habla? ¿Cuál es su lugar de enunciación?
Me considero una actriz que está tratando de crear desde la honestidad y desde la investigación permanente. Trato de entregarme al proceso que plantean los coreógrafos o directores, ahondar en sus universos, en sus pasiones y obsesiones. Aunque me encanta proponer y crear y, de hecho, lo hago constantemente; propongo en base a la obra, al creador del proyecto, al texto y al personaje o rol que me toca interpretar. Cada pieza y cada obra implica un universo distinto y es siempre un nuevo comenzar. Eso es quizás lo más difícil de este oficio.

Obra «Mackie». Dirigida por Delbis Cardona. Escena de Caracas. Fotografía: Noel Cisneros.
El lenguaje que usas para crear, como intérprete escénico, ¿cómo es? ¿Qué recursos y materiales utilizas? Cuéntanos sobre tu proceso de investigación y creación.
Actualmente, trato de familiarizarme mucho con el universo creador del director o del coreógrafo, intento entender la estética y lo que se busca y, a la par, explorar en mi rol y en el texto (si hay un texto en el qué indagar). Uso todas las herramientas o canales: mi cuerpo, mi voz, todo lo que llevo en esa maleta de viaje que ha sido mi carrera, sin embargo, no utilizo todo a la vez, sino únicamente lo que se me pide para la obra específica que estoy haciendo en ese momento. Aparte de ello, utilizo imágenes; esto es muy importante para mí. Un actor que no pueda imaginar, que no pueda recrear en su mente todo lo que se dice en el texto, en la historia o, inclusive, en la abstracción de una danza; va a crear de una forma muy limitada. El intérprete debe llenar su trabajo de imágenes mentales claras y muy bien elegidas.

Pieza «Contigo Aprendí». Coreógrafa: Julie Barnsley. Fotografía: Unoctavo.
¿Cómo es la sintonía creación e identidad en tu propuesta actoral?
Lo que me gusta de la actuación es que no tienes que estar estrictamente ceñido a tu propia identidad, sino que puedes desdoblarte de ella y encarnar a un personaje que no comparta tu propia visión de la vida. Actuar implica también entender y transitar otras formas de pensar o vivir y, por ello, unas de las cualidades más esenciales para lograr representar a un personaje es ser empático, entender al otro y calzarse metafórica y literalmente en sus zapatos. A los personajes hay que abrazarlos y amarlos, sin importar qué tan diferentes sean de uno mismo. Como sabes, el teatro es una gran lección de amor y humanidad que puede ser aplicada en la vida.
¿Qué rol tienen obra y artista en los contextos de crisis social?
El artista tiene la hermosa tarea de sensibilizar, de aproximar a las personas y es algo que trato de tener bastante claro cuando piso un escenario. El teatro, la danza y las artes en general, son una ventana al mundo y, al mismo tiempo, un espejo que tiene el espectador para verse a sí mismo, para entender que no está solo en esto que llamamos “vida”, para pensar sobre planteamientos que no había imaginado, para reír o permitirse ser conmovido. Las artes nos humanizan, nos sensibilizan, nos acercan y, todo esto, creo que es algo que podría resultar un bálsamo para cualquier persona, sobre todo aquellas que transitan por profundas crisis personales o viven en contextos en los que preponderan las crisis sociales.

Ópera «Elixir de Amor» de Gaetano Donizetti. Dirección Escénica: Miguel Issa. Fotografía Erlen Zerpa.
¿Con qué artistas, procesos y contextos dialogas?
En la danza, siento una importante influencia de las maestras Luz Urdaneta y Julie Barnsley. Cada una en su estilo particular, me llevaron a dar pasos hacia adelante y, en mis años de formación, constituyeron una importante referencia. Miguel Issa me ha influenciado desde el punto de vista estético y musical. Sé que cuando emprendo un proceso de creación con él, voy a estar aprendiendo constantemente a través de sus referencias y su trabajo de investigación. En el teatro, Escena de Caracas como agrupación y todos sus integrantes, representan una especie de escuela en relación a varios aspectos, que van desde planteamientos técnicos, artísticos, conceptuales, discursivos o estéticos, hasta la vivencia de una labor de grupo que hace que ahora los considere una familia elegida.
¿Qué proyectos, ideas y propuestas te convocan actualmente y qué lugar tienen en el escenario cultural venezolano?
Ahora mismo, estoy actuando en la obra La Lección de Flauta escrita y dirigida por Luigi Sciamanna. La Lección de Flauta está llena de matices y detalles en el campo de la actuación y la dirección, debido al trabajo de paciente filigrana que realizó el director.
La obra plantea interrogantes acerca del amor, la violencia, el abuso de poder y la intolerancia, entre otras cosas más (porque creo que su universo es mucho más amplio que esto). Después de experiencias tan poderosas y terribles como la pandemia, nos damos cuenta de esa capacidad de empuje y regeneración que tiene el ser humano; ese fuego que arde en cada uno de nosotros.

Margarita Morales – Foto por Erlen Zerpa
Más sobre Margarita Morales
Licenciada en Teatro, mención Actuación, por el IUDET, en grado Cum Laude. Licenciada en Danza, mención Interprete de Danza Contemporánea, por UNEARTE.
Ha laborado con agrupaciones tales como: Teatro San Martín de Caracas, Contraescena, Camerata de Caracas, Escena de Caracas, La Bacante, Sarta de Cuentas, Palo de Agua, Unusual Symptoms (Alemania) Dramo y la Compañía Universitaria de las Artes.
Ha sido participante en festivales nacionales e internacionales (Dinamarca, Alemania, Colombia, Turquía y Bielorusia). En el año 2012 fue galardonada con el Premio Municipal de Teatro “César Rengifo” a la Mejor Actriz de Reparto, por su participación en la obra Mackie.
Postulada por la Cátedra Permanente Jerzy Grotowski, para participar en el Odin Week Festival organizado por el Odin Teatret en Holstebro, Dinamarca; gracias a una beca otorgada por el maestro Eugenio Barba.
Intérprete escénico en los espectáculos musicales, “La Libreta de California” (2017) “Elixir de amor” (2017) “El Valle de los Inquietos” y “El niño que yo era”, ambos montajes dirigido por Miguel Issa. Asimismo, interpretó el monólogo “Nadie me quita lo bailaó”, escrito y dirigido por Diana Peñalver (2018).
Entre los años 2018 y 2019, participa como bailarina en el Recital “Vengo de un Reino extraño”, homenaje al poeta Rafael Cadenas y como intérprete escénico en el musical “El Hombre de la Mancha” dirigido por Djamil Jassir. Fue coreógrafa de la obra “Danzón Park”, dirigida por Raquel Zapata para el 6° Festival de Jóvenes Directores (2020).
Actriz de la agrupación Escena de Caracas, desde el año 2004. Ha incursionado en el cine, a través de cortometrajes y la creación escénica teatral.
Instagram @margaramorales
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Escritor | Personal Brander | Storyteller | Copywriter
Encamino la comunicación de marcas y organizaciones. Exploro historias que conectan y emocionan.
Artista de sensibilidades múltiples: Literatura, danza, teatro, fotografía y artes de contacto-acción. Desarrollo proyectos de bienestar psicocorporal a través de consultoría, experiencias formativas y encuentros vivenciales; en atención a personas, grupos y organizaciones.
Esta columna trata historias al límite de nuestras emociones.