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From Hialeah para el mundo 

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Mary Josephine Coughlin estuvo al lado de Al Capone hasta el último día de su vida. Fue su amada y venerada esposa “Mae”. Aunque la debilidad del gánster por las mujeres no era un secreto a voces y resultaba habitual verlo en la calle con prostitutas y amantes. Jeanette DeMarco, una rubia que siempre iba acompañada de su hermano Vince a manera de guardaespaldas, ocupó un lugar especial entre estas “mujeres ocasionales”. Capone y DeMarco se conocieron en el hipódromo de Hialeah, uno de los lugares predilectos de él, donde le gustaba mostrarse con sus mejores trajes y sombreros de fedora. 

No está claro si la palabra Hialeah, que viene del vocablo Hyllakpohilli, de los indios Seminole, en inglés significa “highland prarie”, “beautiful prairie” o simplemente “prairie”. Lo que sí queda claro es que esa pradera atrajo al ganadero de Missouri James H. Bright a comprar catorce mil acres de tierra para instalar su establo en una porción.

 El proyecto de Bright, sin embargo, fue más allá, y si bien el suyo no fue un desarrollo urbanístico como el de Coral Gables, Miami Beach y Opa-Locka que paralelamente iban dando forma a Miami, poco a poco concibió a Hialeah como ciudad, primero con algunas casas y calles, luego una escuela, luego su establo que se consolidó como el más grande del país. Y finalmente se inscribió en los registros públicos el 10 septiembre de 1925. 

Lo que más impulsó el crecimiento de Hialeah fue su hipódromo, el Hialeah Race Track. Para ello James H. Bright donó ciento sesenta acres de tierra y las puso en manos del inversionista neoyorquino Joseph Smoot, y el 25 de enero del mismo año en que la ciudad se inscribió, se inauguró el Race Track en un evento que convocó a más de 18,000 personas. 

Uno de los peores problemas que enfrentaba Hialeah era que no había cómo acceder a ella. El ferrocarril de Henry Flagler, Florida East Coast (FEC), medio de transporte que conectaba a todo el estado de Florida, llegó recién años después. Era tan recóndita y salvaje la geografía –poco antes aún se le consideraba parte de los Everglades– que había quienes se quejaban de que el hipódromo reposaba sobre nidos de culebras. En todo momento el Race Track lidió con la adversidad, incluso libró una ardua batalla contra los políticos que se oponían a su funcionamiento porque apostar era ilícito. 

La estocada final llegaría en el 1926, con el azote del huracán que más ha afectado a Miami en la historia. Los daños en el hipódromo no fueron tan graves, pero Miami se nutría del turismo y de quienes venían de otros estados a comprar propiedades y eso se frenó. Levantar cabeza fue difícil. La lucha contra los opositores de apuestas se prolongó –se legalizaron en 1931– y a eso hubo que sumarle la gran crisis económica de 1929, The Great Depression, que estremeció la economía de Estados Unidos. Además, James H. Bright no estaba satisfecho con la gestión que realizaba Smoot, y aprovechando la coyuntura, consideró que la mejor manera de resurgir el hipódromo era ponerlo en otras manos. El elegido fue el empresario y magnate de Filadelfia Joseph E. Wiedener. Hombre de gustos refinados, Wiedener, sostenía que el hipódromo debía ser un espacio exclusivo, que compitiera o superara a los de Palm Beach y Kentucky. Entonces contrató al arquitecto Lester W. Geisler, quien tuvo a su cargo una remodelación estilo Mediterranean Revival, con hermosos jardines de decoración, vegetación exótica, palmeras imponentes, un lago. Y su sello distintivo fueron los flamingos que trajeron de Cuba –aquellos que más tarde aparecieron en la intro de Miami Vice–.

El Hialeah Race Track remodelado se inauguró en 1932, y se posicionó como el hipódromo más impresionante y hermoso del mundo. Su resurgimiento ubicó a Hialeah en el mapa de Estados Unidos. Nuevamente atrajo a Miami, durante los meses de invierno, a los aristócratas de estados de frío inclemente a pasar aquí la temporada. El esplendor del hipódromo duró varios años. Las décadas del cincuenta y sesenta también fueron de gran brillo, y aunque con los años se fue eclipsando, siguió siendo escenario de importantes carreras de caballos hasta el 22 de mayo de 2001.

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Pedro Medina León
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Escritor y conferencista

Columnista en The Wynwood Times:
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