De la idea al objeto y del objeto a la idea, la propuesta de Alonso Galue pendula, como la mirada que escruta lo humano para reconocerse en él. Del observar cómo se balancean las flores antes de caer, nace su particular mirada sobre la fragilidad, la de un ser, su objeto visual, que se agarra para no morirse. Seres atrapados en la esperanza fallida, en la pena de muerte que se ejerce cotidianamente contra la belleza y que ninguna constitución ampara, como legítimo derecho desde donde se construye la libertad. Galue acepta el absurdo como la vía estética para un arte libre. Tan libre que se acepta a sí mismo como personaje ridículo, como humano con defectos y derrumbes.
Las imágenes son su forma de discurso. Desde el dibujo, la pintura y la escultura produce imágenes donde el ser humano que traza en sus lienzos, se acomoda para decir la vida, cotidiana y descarnada. Su obra como objeto filosófico, nos permite indagar en nosotros, vernos desde afuera. Una obra honesta que permite reconocer en ella un pedacito de cada uno, explorando algo que se tenía oculto y salta a la luz, movido por el deseo. “Si alguien me dice que está hablando de humanidad, pero nadie puede verse ahí, sé que nos está mintiendo”. A.G.
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Carmen Mondragón, la artista fatídica que seguramente no conoces
A la pintora Carmen Mondragón poca gente la conoce. Su alter ego, Nahui Olin resulta un poco más familiar, aunque sigue siendo una figura periférica dentro del mundillo artístico de su México natal.
Dice, mientras conversamos a través de la distancia que la red impone, agregando:
“Me gusta creer que nací así, en estado de tensión. Recuerdo que cuando era pequeño tenía mi propio pupitre que había pintado en azules, morados grisáceos y rojos con pincelada gruesa y cortada. Recuerdo dibujar ahí. Me dibujaba como una figura separada del mundo, una suerte de antihéroe. De alguna forma todo eso sigue en mí. Siento que voy contra la corriente. Mientras el resto de los artistas se mueven en otras direcciones yo sigo yendo a la pintura, el dibujo y la escultura”.
Mientras siluetea un rostro en uno de sus lienzos, donde se pierde la tarde.
Alonso, ¿de qué nos habla tu obra y por qué?
Mi obra habla sobre mi relación con el mundo. Tengo 25 años y todavía me sorprende el agua cayéndome en las manos. Entender el poder, la corrupción, la vida fuera del útero no es cosa fácil. Recuerdo vívidamente las protestas de la escuela de medicina, las veces que me detenía la policía en bachillerato, el paro de PDVSA, los psicólogos, Briceño Guerrero, mi papá, Chávez, Capriles, el hambre, la desesperación, la violencia, más protestas, los tanques, Lucia, el ejército, las bombas lacrimógenas, mi mamá, mis amigos: Olga, Heilens, Jessica, Roxanna, Elizabeth, Rosa, Hermes. Todo lo recuerdo muy vívidamente. Mi obra habla de eso: de tratar de entender todo eso que veo y he visto.
Lo visto, lo vivido, ¿determina la elección de los materiales para realizar tu obra?
Los materiales los determinan los discursos. No tiene sentido hacer arte inentendible. Yo he usado cuero, agujas, cartón, acrílico, óleo, acuarelas, basura, comida, madera, hojas, árboles, arcilla, lienzo, voces, WhatsApp, peces, perros, ardillas, hámster, todo lo que sea necesario para decir lo que quiero decir. El dibujo y el color lo unen todo. El dibujo entendido como el proceso de capturar momentos rápidamente y contundentemente. El color como el vómito emocional. Cruz-Diez siempre hablaba del color como una cosa inmaterial. La cromosaturación de un plátano reflejando amarillo en el espacio que habita.
La mirada se pierde sobre la pantalla del computador. ¿Me mira? ¿Nos miramos? Alonso es una artista cuya mirada desnuda la honda sustancia de la Otredad inaprensible.
En tu pintura se desnuda la ansiedad, la angustia por lo humano, ¿cómo dialogas con tus emociones en tu proceso creativo?
“Voy corriendo en el tiempo y la muerte se ríe diciendo: una vida ansiosa no tiene sentido.”
Casi siempre estoy ansioso por entender cosas. Siento y luego pinto. Hace poco hice una pintura sobre el peso de uno mismo. Cargarse a uno mismo es muy difícil. Pido ayuda y a veces me cargan. Pinto emocionalmente, sí, pinto emocionalmente. Pintar me ayuda a entender a otros y a mi mismo como otro frente al espejo.
Estar frente al espejo; honestidad, coraje, valentía sin componendas… la voz de Alonso teje una narrativa visual, sin obviar la ardiente paciencia de la carne.
¿Qué proyectos te ocupan actualmente y cómo los ves en el escenario post pandémico?
Estoy trabajando en una serie sobre alcoholismo y otra sobre el uso de medicamentos. Son series con muchas piezas. Me han tomado un tiempo. Sigo tratando de encontrar una forma de hablar sobre el amor. El amor es un tema muy complicado. Cuando la pandemia termine todo va a seguir exactamente igual a como era. Las pandemias causan mucho dolor y como humanos no somos buenos para habitar el dolor por mucho tiempo (a menos que se trate de artistas) así que olvidaremos todo rápidamente como hicimos con la H1N1, Pinochet, Kirschner, Bush Jr. o la peste bubónica.
¿Pesimismo trascendente? ¿Realismo metafísico? Un avanzar sin pretender los deslumbrantes brillos del autoengaño.
¿Quién es Alonso Galue, el artista, y qué dice del Alonso cotidiano?
Esta pregunta es hermosa en sí misma. El hecho que uno (el que habla) no sea el mismo que es cotidianamente o el que produce objetos habla de esa esquizofrenia colectiva donde todos estamos separados. Herman Hesse pensaba que uno tenía un jardín dentro de uno. Una cosa así como una jungla con miles de unos mismos, desnudos, con personalidades distintas.
Me gusta creer que soy el mismo en todas partes; pero si no me divido no puedo funcionar en sociedad. El “cotidiano” es un Alonso que se levanta a trabajar o estudiar cómo funcionan los routers, cables de cobre, switches, WLAN, LAN, TCP/IP y en los recesos revisa que se expuso esta semana en el Guggenheim. Cuando el día termina Sísifo cansado sonríe.
El que pinta es Ulises, Sísifo, Ícaro, Hamlet, Fausto, Dorian, Alonso Quijano, Holden Caulfield, Candido, Alicia y Alonso Galue.
Y todos los rostros de un país, que busca levantar el suyo del charco de la mentira.
Hamlet, Dorian, Ulises; rebeldes. ¿Eres un artista contrapoder?
El arte es la ciencia de la libertad. Ser libre de pensamiento, palabra y obra. En ese ejercicio de libertad creo que se genera un diálogo entre el espectador y mi obra. En las acciones de poder siempre, hay al menos, dos participantes uno que lo ejerce y otro que es subyugado. Todos nosotros ejercemos actos de poder como jefes, dueños, directores, profesores, parejas y políticos. Hay poderes más grandes que otros como el de la naturaleza. Yo no siento que luche contra el poder. Yo lucho contra el abuso del poder. Denunciar es importante. Nadie puede luchar contra un mal que no sabe que existe. Uno grita como un loco de esquina y de repente alguien escucha.
Alguien escucha, y nos sabe carentes, vulnerables… barro y olvido.
¿Qué ética propones a través de las artes visuales, dentro de una Venezuela en crisis?
Sería bueno que de repente sepa que hay artistas como Hugo Rodríguez, Zahira González, Carlos Luis Sánchez Becerra, David Molina Molina, Carlos Guayabán, entre otros que están produciendo obra en la penumbra de la contemporaneidad desde ‘el interior’ y tratando de sostenerse como pueden para seguir retratando una Venezuela honesta.
La ética y la moral tienen como objeto mantener ‘costumbres’. Si uno se pone a pensar eso yo diría que lo importante es ser honesto y no seguir corrientes de moda. Si alguien se siente feliz de que la guerra exista que muestre su patriotismo. Si a alguien le molesta la guerra que muestre su deseo de acabarla. No hay conocimiento sin diálogo.
Diálogo… con esa palabra nos despedimos.
Una palabra huérfana en el actual momento venezolano.
Alonso Galue es un artista multidisciplinario, venezolano, residenciado en Chicago-EE.UU., cuyo uso experimental de la tradición pictórica y escultórica articulan discursos en acción, sobre crisis existenciales, humanismo en decadencia y totalitarismo. En su serie Inmigrantes para llevar, por ejemplo, usa arcilla para retratar los rostros de los trabajadores en la industria restaurantil, en platos flotantes con comida real. A lo largo de la exposición la comida se pudre, creando una situación desagradable para el observador de los trabajadores ocultos. El ganador del premio Pulitzer Jerry Saltz describió su trabajo como ‘una fuerte voz del futuro.’
El trabajo de Galue se ha expuesto en museos venezolanos y en espacios artísticos en USA, incluyendo el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, Museo de Arte Moderno de Mérida, Museo de la Miniatura en Mérida, Espacio Proyecto Libertad, Universidad de los Andes, Void Projects y Agitator Gallery. Ganó el Premio en Pintura en el Salón de Valencia en 2017 y fue seleccionado para Jóvenes con FIA (Feria Iberoamericana del Arte) en 2020.
- Instagram: @a.galue
- Facebook: Alonso Galue
- Página Web: agalue.com
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Escritor | Personal Brander | Storyteller | Copywriter
Colaborador articulista de The Wynwood Times
Columna: Apuntes desde el vértigo