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Por Roberto Araque.

Entiéndase que esto no es un relato breve, lo que aquí se describe es la manera correcta de preparar café. Lo esencial en toda preparación es la materia prima. Olvide el instantáneo y el descafeinado, comprenda que mientras sea procesado no tendrá el sabor ni la textura ni el aroma ideal. Es una relación proporcional. El mejor café es el puro, cómprelo en granos y si tiene la posibilidad de ir a un pueblito de esos donde habita un productor artesanal llamado Juan acompañado de su esposa embarazada (María, Sor o Conchita) y un retoño de cinco años llamado Pablo, pero que todos conocen como Pablín o Pablito, hágalo.

Viaje y compre un quintal del mejor producto en granos del mundo por la cuarta parte de su valor real. Pague en efectivo, pero presuma que viene de la ciudad y pregunte si aceptan tarjeta de crédito, asegúrese de que el café sea fresco y que no haya sido expuesto a la intemperie. También regatee y despídase con un buen apretón de manos, una sonrisa y diga: “Gracias Pancho”. Hágalo aunque el campesino se llame Juan y no lo conozca ni tenga confianza con él, tampoco importa si se simpatizan. No olvide tomarse un “selfie” y publicarlo en sus redes sociales, así todos sabrán que usted apoya al trabajador del campo.

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Una vez que tenga en sus manos el mejor café en granos del mundo puede pagar para que lo muelan, sin embargo, si tiene las posibilidades de hacerlo en casa, mi recomendación es que se ensucie las manos. Es una hermosa y aromática experiencia que debe ser compartida en familia. Para la ocasión puede usar botas caña alta, camisa a cuadros, dejarse el bigote (o colocarse uno postizo) y usar sombrero de paja; asimismo, tomarse fotos durante el proceso y colgarlas en las redes sociales. Lo importante de esto es que debe tener claro que si durante la preparación del producto lo deja mucho tiempo en contacto con el agua necesitará un grano grueso. Nota: existen diferentes tipos de molienda; ejemplo, para procedimientos de filtrado que requieren más de cinco minutos, necesita granos gruesos, mientras que las cafeteras expreso o italianas requieren uno más fino. También puede ajustar a su gusto.

Otro punto que debe ser tomado en cuenta es la calidad del agua, no se exige agua mineral extraída de un glacial o de un manantial de los Alpes por una chica llamada Svetlana, sin embargo, y tómelo como norma general para toda receta de cocina, se requiere agua fresca y limpia. Por allí se dice que el agua estancada y sucia no es buena para la salud (Dengue, diarrea…). Nota: El agua de grifo contiene cloro, asimismo, asegúrese de que al momento de realizar la operación no presente algún tipo de sabor ni sedimentos y debe ser lo más transparente posible. Recuerde que durante la elaboración no se debe usar agua caliente para acelerar el proceso, esto debe calentarse gradualmente y agregar el café justo antes de iniciar la ebullición (90-95 grados centígrados si se está cerca del nivel del mar).

Antes de empezar es necesario tener un filtro de embudo, se puede encontrar en los supermercados, existen de diferentes tipos y marcas, no obstante, asegúrese de que no tenga roturas y de que el mallado sea uniforme; envase de acero para calentar el agua, debe constatar que esté limpio antes de agregar el líquido; una cacerola para recibir el colado; y una taza para servir el café, preferiblemente, de cerámica.

Una vez que se tienen los ingredientes y las herramientas fundamentales se debe calentar el agua a fuego lento. Agregue el café molido sobre el filtro, si usted desea bebida pura debe mezclar menos agua y más café, o si desea lo que comúnmente conocemos guayoyo, adicione poco café y mucha agua. Algunos echan una pizca de sal en el filtro, otros canela y muy pocos untan con miel el envase. Yo, por lo general, agrego cuatro cucharadas para dos tazas pequeñas, sin embargo, es cuestión de gustos. Una vez que el agua esté a punto de hervir se vierte sobre el filtro embudo a una tasa lenta, pero constante. El líquido atravesará el filtro y caerá dentro de la cacerola. Espere cerca de cinco minutos para que cuele. Luego sírvase caliente en una taza, agregue azúcar al gusto. No sé si son cosas mías, pero la experiencia es más placentera de madrugada; la infusión adquiere un sabor particular con el rocío mañanero y el cantar de los gallos. Otro punto interesante es que tiene mejor sabor cuando se calienta el agua con leña, desconozco las razones, sin embargo, usted lo puede constatar. Eso es todo, muy fácil. Y recuerde; quien en verdad te ama, te prepara café.

 Disfrute su experiencia.

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Ingeniero y Escritor venezolano.