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No deseamos comenzar esta rica entrevista virtual a Iván Romero polemizando sobre el caos dentro de la armonía. No es mi intención recurrir a la célebre teoría del caos de Prigogine que en lo esencial sostiene que la realidad es una «mezcla» de desorden y orden, y que el universo funciona de tal modo que del caos nacen nuevas estructuras, no me quiero detener en estos principios que quizás apliquen en aquella extraordinaria exposición de Iván en el Museo Alejandro Otero presentada hace tres años.

“Armonía y caos son dos energías que se complementan como el yin y el yang; dentro del caos hay armonía y viceversa, te lo voy a ilustrar citando como ejemplo el Metro de Caracas, todo el mundo está allá adentro en un aparente caos pero todo aquello tiene una estructura y al final del recorrido aprecias que hay un orden. De ahí tomamos la  idea de conjugar los dos conceptos de sala en la exposición del Museo Alejandro Otero”.

Iván Romero, egresado del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, tuvo el placer de lucirse de la mano del museógrafo Jhonny Fung en su exposición Armonía – Caos en el Museo Alejandro Otero. “Se montó Armonía, una selección de obras muy sutiles con mucha influencia del arte chino antiguo, una pieza te llevaba a la obra y pasados cuatro meses se montó Caos, unas obras con unas características más fuertes, más densas, se hizo una museografía bastante agresiva, unas más bajas, otras más altas, Armonía se quedó velada y caos coexistía en el espacio”.

 “Como el día y la noche, no podían vivir separadas una de otra. Armonía, la más sutil la desarrollé en estados meditativos de conexión energética, me gusta trabajar en silencio y me acompaño de sonidos naturales porque me place estar en estado Zen. De ahí viene la serie Armonía”.

“Uno puede planificar su vida y te detienes a revisarla, pero en la pintura hay una nueva ruta que se abre. Yo parto de un principio chino que se llama la pincelada única que es la conexión entre el cielo y la tierra, eso lo tomé de Shi Ta-o, un monje chino del siglo XV, pues a partir de una pincelada voy descubriendo la segunda, la tercera y mi trabajo me conduce hacia un devenir completo, no hay una pre visualización,  no hay un boceto, en el camino me voy encontrando”.

“Aquella experiencia me invitó a generar un espacio dentro del museo, monté un pequeño taller, empecé a trabajar, a recibir e integrar al público de estudiantes y de comunidades que vieron mi exposición como una muestra bastante viva y dinámica”.

De esta manera se fue desarrollando esta grata entrevista con un profundo ser por demás atento, y presto a colaborar, de buena escucha, así siento que el desarrollo de la virtualidad en el entorno de las artes plásticas se encuentra en el pico más alto de adaptación en Venezuela e Iván Romero es parte de esa escalada.

A Iván Romero lo ayudan sus estudios de diseño gráfico y gracias al buen manejo de la tecnología se considera un artista plástico completamente integral que ya tiene en su haber más de 20 años de experiencia, quien se imbuye constantemente en sus paisajes y los posiciona como su máxima expresión del arte.

Quiero detenerme en tu infancia porque siento un profundo dinamismo entre tu pequeño hijo Santiago y tus pinturas.

Yo diría que mi infancia fue muy dinámica y toda una aventura. Soy hijo de estos típicos matrimonios que se fracturan y producto de esa separación de mis padres me fui a vivir con mis abuelos a una finca, allí me enamoré de los paisajes. Yo no encajé nunca en la escuela, no me gustaba estudiar porque estudié en esa época en que los maestros golpeaban; recuerdo que a los seis años me escapaba de la escuela a la finca y hay unas imágenes de esa infancia que son elementos fundamentales en mi obra, había un riachuelo y podía percibir los peces de colores, yo siempre estaba maravillado y aprendí a disfrutar de aquel paisaje. Creo que de allí viene mi acercamiento con el arte.

Luego entendí que tenía que estudiar y no era bueno en algunas materias pero era muy bueno en el dibujo y los halagos que recibieron mis dibujos en la escuela despertaron esas semillitas.

Tuve la influencia de mi madre, mi madre pintaba, estaba en la ruta de ser artista, hacía cursos, nos pintaba las franelas a mis hermanos y a mí, y recuerdo que se ganó el primer premio en un concurso.

Mi hijo Santiago de cinco años de edad nace en el seno de una familia de artistas, porque su mamá lo es; yo siento que él tiene un panorama distinto cargado de más influencia. Desde que nació pasa mucho tiempo conmigo, se embadurna de pintura, no intento imponerle nada pero, a lo mejor, esa influencia lo está marcando, tiene un trazo muy bello, le encanta y apasiona.

Luego de revisar algunas de tus pinturas se puede visualizar que trabajas el paisaje desde la abstracción, creo que la naturaleza en sí misma es un paisaje abstracto;  en ese sentido me puedes ampliar más este concepto ¿Qué significa el arte abstracto para ti y quienes son tus referentes?

El paisaje es abstracto, la vida también lo es, la totalidad es abstracta, nuestro pensamiento es abstracto más allá que decodifiques formas y las entiendas.  Mis primeros pasos los di en la Escuela de Artes Plásticas de San Cristóbal y es allá donde empiezo a tener contacto con el paisaje natural; en aquella búsqueda descubro el abstraccionismo con Kandinski, si observas la totalidad del paisaje ves grandes masas de color, se te hace figurativo cuando empiezas a desmenuzarlo y así se gesta el proceso de modificación.

En mi caso mi pintura es una expresión del espíritu de mi yo interior conectada con el mundo y con el universo, con esa energía gigantesca que es Dios, que es la divinidad, en algún momento entiendo que Dios en su totalidad es abstracto, el universo lo es y yo defiendo la abstracción apoyado desde lo visual, emotivo, energético y la entiendo como un devenir que es abstracto, la pintura es mi vida en tanto que la vida está arrojada ahí y va en el devenir que se va generando paso a paso.

En cuanto a mis referentes son muy variados, yo soy reveriano de corazón; de Armando Reverón adopté esa búsqueda de la luz, creo que todos los venezolanos tenemos herencia reveriana aunque no lo sepamos.

Hay otros artistas que me conmovieron muchísimo, tal es el caso de Ellen Phelan, una persona muy auténtica y muy real con su obra y eso es importante tomar en cuenta. Hay otro artista chino de origen londinense Zao Wuo-Ki  y en el  fondo de sus obras logras ver esa técnica milenaria china de mucho impacto. También debo mencionarte a Gerhard Richter porque había muchas sutilezas en su trabajo.

De mis maestros venezolanos debo destacar a Octavio Ruso, Víctor Hugo Irazábal, Luis Lizardo influenciaron mucho en la necesidad de investigar, la pintura no es una cosa mecánica, hay que enarmonarse de lo que hacemos, en ese sentido el arte es mi vida, yo vivo y respiro arte.

Iván Romero, premio Armando Reverón en 2011, es docente y nos manifiesta que no todo lo que se vive hoy en día es trágico, mirar hacia el otro lado de la Venezuela nefasta y caótica también nos hace conscientes de las grandes oportunidades que se están presentando en la complejidad de este mundo y de nuestro paso por él.

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Yelitza Méndez García
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Licenciada en Comunicación Social, locutora y cursante Doctorado en Educación UCAB.

Colaboradora y articulista de The Wynwood Times.