Por Florángel Quintana.
Debo confesar que no he contado los días. No. Se me hace innecesario llevar un registro diario de las menudencias hogareñas. Esas labores domésticas de hacer la cama, limpiar, ordenar; preparar el almuerzo y compartir a lo largo de 24 horas con tu familia, no, no se me hace nada útil para llevar registro.
Hay gente chévere que ha denominado confinamiento a estar en sus casas con sus seres amados (¿?). Hay algo que me chirría el oído y me deja mal sabor de boca en ese término. ¿Y dónde pusieron ese cartelito de “Home Sweet Home” entonces? No me siento ni desterrada, ni reclusa, ni atrapada.
Estar en cuarentena para mí supone descubrir que en una tríada familiar cada quien tiene sus espacios cerrados e individualistas, sus maneras de entretenerse a solas e incluso de obstinarse sotto voce.
En mi casa todos hemos salido a la calle. Obvio no vivimos ni en España ni en Italia, y hemos tomado las medidas preventivas, por supuesto. Trotamos muy temprano, vamos a hacer compras y caminamos por nuestros verdes alrededores. Nos hemos distanciado de la gente pero no de la naturaleza y el sol.
Quizá para quien lee, esto le parezca una irresponsabilidad, y sí, tal vez, pero trotar o caminar por veredas solitarias, entre enormes, frondosos árboles es un disfrute de aire libre que nos permitimos tomar. Y volvemos a casa más renovados.
Hemos visto fotos viejas y hemos hecho una sesión con nuevas sonrisas. Hemos cocinado platos que nunca habíamos hecho. Nos hemos dado cuenta que somos alegres y gregarios, pero también introvertidos y solitarios.
Pasan los días y hoy digo: la vida sigue su marcha imparable. Más allá del pesar de millones y de la incertidumbre que todos estamos viviendo, sigo creyendo que debemos compartir historias comunes que nos hablen de redescubrimientos, de hábitos positivos que se han instalado en familia, de novedades que han aparecido en estantes olvidados.
Como familia hemos descubierto cuentos divertidos de nosotros mismos. Hemos puesto a prueba al ocio. Nos hemos permitido hablar de realidad financiera, futuro inmediato y planes en la distancia temporal.
Debo confesar que no he contado los días ni una sola vez. Prefiero llevar registro de los libros leídos, de las páginas del libro que hago y de aquellas del libro que corrijo.
Total el mundo sigue girando y las noticias apesadumbradas, alarmistas y contradictorias persisten allí para los que se enfrascan en ver su propio mundo interior y familiar como un confinamiento.
Yo elijo las frases: creatividad, pensamiento lateral y reinvención. Creo que todos tenemos opciones de vida que no hemos pensado y que tenemos el tiempo para hacerlo. Solo hay que ir adentro de nosotros primero.
Escritora y cronista.
Columnista en The Wynwood Times:
Vicisitudes de una madre millennial / Manifiesto de una Gen X