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Personalidades como Solveig Hoogsteijn, Héctor Manrique, Julie Restifo, Martin Hahn, Elisa Vegas, Miguel Issa, José Tomás Angola, Mayra Santos León, Luis Javier Jiménez, José Pisano, Jorgita Rodríguez, Javier Vidal Pradas, Angélica Escalona; Gennys Pérez, Pablo Blanco y Claudia Salazar, nos dan su opinión sobre cómo será el panorama artístico post-pandemia.

Por Richard Rey.

A raíz de la aparición del coronavirus, Covid-19, la nueva pandemia o como prefieran llamarle; el mundo se ha llenado de incertidumbre y constantes interrogantes. ¿Este virus fue creado en un laboratorio o fue producto de la ingesta de una mala sopa de murciélago? ¿Cuáles son las formas de contagio? ¿Estamos ante una conspiración para instaurar el nuevo orden mundial? ¿Cuánto tardará en crearse una vacuna? ¿Cuáles son las verdaderas cifras de fallecidos a nivel mundial? Y en especial: ¿Cuánto va a durar la cuarentena?, una pregunta que nos hacemos sobre todo en Venezuela, donde tenemos un régimen a quien le convendría mantenerla indefinidamente.

 Lo cierto es que toda esta situación ha puesto en jaque a la economía del planeta y casi no existe área que no se haya visto afectada de una forma u otra. En este contexto los espectáculos escénicos, aquellos donde se requiere la presencia de público, han sido de los más perjudicados.

No solo los artistas y creadores se han quedado con proyectos, obras, conciertos o estrenos de películas suspendidos en un limbo de tiempo indeterminado, sino que los profesionales, técnicos y obreros que conforman la mayor parte del colectivo artístico tienen que reinventarse en derroteros distintos a lo que fue su medio de vida por décadas, y lograrse el sustento para sí y los suyos. Y esto, en un país como Venezuela, es una verdadera tarea de titanes.

Por todo ello, quisimos conocer la opinión de diversas figuras vinculadas al quehacer de las artes escénicas para saber cómo perciben el retorno a su oficio durante la post-pandemia.

A todos les formulamos la misma pregunta: ¿Cree que el teatro, el cine, la ópera, la danza o los conciertos en vivo, volverán a ser los mismos post-pandemia? Y estas fueron sus respuestas.

JULIE RESTIFO, actriz, y directora teatral.

“La pandemia nos ha cambiado. Nos hemos percatado cuán frágiles somos. Quizá tome mucho tiempo recuperarnos del impacto psicológico que estamos viviendo y tal vez por esto sea difícil visualizar el futuro de las artes y el papel que desempeñamos los artistas. Quizá, porque nos cambió la vida, no sepamos en este momento cómo ni cuándo será la vuelta a las salas de teatro, a los espacios para la música, la ópera, la danza y las artes escénicas en general.

Evidentemente la experiencia en vivo con el público en sala es insustituible. Visualizar una sala llena, en los días por venir, con público despreocupado y libre de amenazas se hace difícil en este momento. Quizá los encuentros se produzcan con menos público en sala, donde haya tres butacas de por medio, con un personal atomizándonos y desinfectándonos y con rostros irreconocibles por las máscaras. Quizá los artistas en escenario también usemos máscaras y vestuario que nos protejan del contagio.

Los dramaturgos y guionistas tendrán mucho que contar. Quizá el título de una serie inspirada en la vida real podría ser «2020: el comienzo del fin», quizá…”

 

JOSÉ PISANO, director general de Cinematográfica Blancica y director de programación Cines Paseo.

“No lo creo. Por lo menos no en un futuro inmediato ni a mediano plazo, quizás en el tiempo sí. Por ejemplo en el caso del cine, que es el área que me compete más, aún hay una gran  incertidumbre de cuándo puedan reanudar sus actividades. En los Estados Unidos y algunos países de Europa se está considerando abrir las salas con unos aforos limitados, respetando la llamada “distancia social”, aunque ya Japón lo intentó hacer y volvió a cerrar las salas de cine, es decir, que es una situación que tomará tiempo. Tiempo sobre todo para que el espectador que asista tenga la confianza suficiente como para no preocuparse por un posible contagio.

Por otro lado, las plataformas digitales han sido las grandes beneficiadas con esta situación teniendo un auge importante y  acelerando la migración de las salas de cine, que en mi opinión era algo que de todas formas ya venía vislumbrándose dentro del proceso evolutivo de la industria cinematográfica. Pero la experiencia de ir al cine siempre será única. Lo espectacular de una superproducción no se va a disfrutar igual en una pantalla en tu propia casa –por más grande que sea– que dentro de la intimidad de ese templo del séptimo arte que es la sala de cine”.

 

JORGITA RODRÍGUEZ, productora teatral y directora de la web vayaalteatro.com

“Nada será lo mismo post pandemia y esto incluye al quehacer artístico. A pesar de esto, el Arte es y será indetenible y una muestra de ello es la manera en la que se ha venido manifestando, durante la cuarentena, por vía online.

Los artistas exhiben su obra, en la mayoría de las transmisiones de manera gratuita: El Arte por el Arte. Propuesta que no pretende, en muchos de los casos y a pesar del dramatismo que supone no saber cuándo se generará un nuevo ingreso por taquilla, lucro alguno.

Pero hay una realidad: este acontecimiento mundial nos marcó. Ni siquiera durante las guerras, la expresión artística en vivo había sido vulnerada de esta manera con la clausura momentánea de los recintos y lo más feroz: el distanciamiento social como hecho que condicionó el principio fundamental de la cercanía en la platea. La disposición de los espectadores, uno al lado del otro, se volvió impensable. El patio de butacas se disgregó.

Aun así, el arte vivo es irremplazable y va a seguir existiendo de la mano de la existencia humana.

Para un futuro regreso a los teatros, sin pretender expectativas pre-pandemia,  tendrá que generarse un absoluto clima de confianza al mantener el distanciamiento y las condiciones óptimas de protección; minimizar las posibilidades de contagio con la debida profilaxis, reiniciar actividades en espacios abiertos acondicionados, delimitar las áreas, hacer una propuesta económica sumamente atractiva por el costo de los boletos  y montar promociones que animen al público a invertir en distracción.

Aunque las condiciones materiales post pandemia no serán las mismas, el arte vivo sobre el escenario, con la condición sine qua non de al menos un espectador allí, siempre va a tener la mágica misión de comunicar directo al alma con el uso de la voz, de la piel, del oído, del aroma, de los sentidos”.

 

JOSÉ TOMÁS ANGOLA, escritor, director teatral y actor.

“Todos los espectáculos de corte escénico, es decir, los que ameritan público presencial y que van a estar confinados en una misma sala, llámese teatro, danza, ópera, cine, todos estos tipos de expresiones evidentemente entran en un gran hiato en este instante; en un momento de suspenso hasta que naturalmente la situación de la pandemia a nivel internacional se logre establecer.

El mundo cada cierto tiempo sufre de pandemias, eso no es nada nuevo. Pero en el caso específico de las artes nunca había tenido esta impronta tan terrible de suspensión absoluta y completa de todo tipo de actividades teatrales. Yo imagino que este proceso se mantendrá muchos meses, porque al margen de concluir con la cuarentena y se pudiera permitir que la gente asistiese a los espectáculos, muchas de las personas no querrían ir pues estarían bajo los efectos de la información de la no resolución de la pandemia, porque efectivamente hasta que no haya una vacuna el virus va a seguir en la calle circulando. Entonces eso también propondría una realidad diferente.

Yo soy de los que considera que este año ya está muerto para el ámbito escénico, no solo en Venezuela sino, creo que, en el mundo. Habría que pensar realmente en el año que viene, en el año 2021 como fecha de salida y esa es una realidad muy preocupante sobre todo para la gente que vive de este medio. Así que yo identifico que es un año muy terrible en donde las fórmulas de sobrevivencia van a ser muy complicadas y va a resentirse muchísimo el espacio de creación artística.

No sé en qué medida el medio vaya a cambiar, lo que sí es que ahorita tiene que hacerlo y modificar su manera de acercarse al público. Todavía no tengo claro el cómo, no sé si los mecanismos virtuales sean los apropiados, pero sí estoy seguro de que en este instante lo que es perentorio es que cambiemos ya los que estamos inmersos en el mundo del teatro, para poder responder a una situación terrible que no tiene una salida a corto plazo”.

HÉCTOR MANRIQUE,  actor y director teatral.

“Si bien entiendo perfectamente que estando en este momento en el ojo del huracán en medio de esta pandemia, pensemos que el mundo va a ser distinto cuando todo esto pase y le demos un protagonismo absolutamente extraordinario porque vemos que nuestras vidas han cambiado. Yo, sin  embargo, creo que el mundo va a seguir siendo más o menos el mismo lamentablemente. Ojalá cambiara y ojalá, por supuesto, cambiará para mejor y se valorizarán cosas que yo considero fundamentales en la convivencia de los seres humanos, como pueden ser el sentido de la profundidad, la bondad, la solidaridad, todos valores que, yo creo, en estos momentos están, digamos, débilmente usados en la sociedad.

Ahora, sobre el teatro yo creo que va a seguir estando allí. El teatro ya ha soportado muchas pandemias, guerras, incluso Shakespeare escribió durante una pandemia, es decir el teatro tiene una experiencia extraordinaria de supervivencia. Yo lo que espero es que el teatro, la ópera o toda expresión artística cambie en función de que esto que estamos viviendo, nos permita vernos con mayor profundidad, que nuestra obra tenga mayor capacidad de conmoción en el hombre, mayor belleza. Eso es lo que yo deseo.

También deseo que nos podamos ver con mayor transparencia y que esta pandemia se lleve mucho de lo que está cercano al teatro, cercano a las expresiones de arte, pero que no son vividos desde el compromiso profundo con la creación artística. Es decir, sabemos que el teatro, la televisión, el cine, la ópera, todo, está rodeado por una leve ceniza de frivolidad y de estupidez que ojalá este momento que a todos nos ha puesto contra la pared permita que pase, que ya no esté más. No soy muy optimista porque eso forma parte de la condición humana, esa estupidez, esa frivolidad; sin embargo me parece sumamente interesante observar cómo tanto “influencer” superficial y tonto siente que se ha quedado sin trabajo en este momento porque la gente se está mirando de otra forma. Porque cuando cuentan los miles de muertos en el mundo te percatas que la estupidez no tiene cabida en tanto dolor. Por eso espero que el arte en sí mismo se mire con una mayor claridad.

Pero como no soy “pitoniso” hablo de deseos, no hablo de certezas. Sería incapaz de decir (con voz dramática) “Ahora el arte será tal cosa”, no, no, no, porque además el hombre tiene una vocación prácticamente inagotable por cometer los mismos errores.

Yo solo espero que los teatros, poco a poco, vayan reabriendo sus puertas y sigan convocando a las personas al encuentro de sí mismos y que esa pequeña llama de esperanza vuelva a encenderse para iluminar mejor lo que nos queda de vida”.

 

ELISA VEGAS, directora de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.

“Definitivamente el mundo cultural post-cuarentena no va a ser igual al vivido anteriormente. Las artes y la cultura en general, se deben a las relaciones entre seres humanos y también a la relación de uno consigo mismo. En el caso de la música es ese resultado entre el contacto del músico que usa sus recursos interiores y crea la música a través de su instrumento, pero a la vez se debe a un público que lo está escuchando. Sin embargo en estos momentos una de esas partes, que es ese contacto humano del espectador, no es posible. Por ello desde la Sinfónica Ayacucho nos hemos reinventado a través de nuestro lema ‘Seguimos Sonando’ para continuar haciendo lo que mejor sabemos, que es llevar esperanza a través de la música desde nuestras casas.

 Ojalá que esta cuarentena nos haya hecho reflexionar sobre la importancia de las relaciones humanas. Nos hemos dado cuenta de que muchas de nuestras necesidades del día a día pueden ser resueltas con la ayuda de la tecnología, sin embargo el contacto humano ahora ha adquirido una relevancia importante que antes no valorábamos como se debía y espero que ojalá reflexionemos sobre ello y apreciemos mucho más ese contacto entre nosotros. Y justo es ahí donde la cultura, a través de las artes, cumple un papel fundamental a nivel humano, aunque digan que es el último eslabón y muchos gobiernos se empeñen en recortar los presupuestos asignados en esa área.

Los humanos necesitamos socializar desde los tiempos más primitivos. Necesitamos comunicarnos y el arte es expresión del alma. ¿De qué sirve que nos digan que podemos volver al encuentro entre nosotros si no podemos disfrutar de una buena música, de una obra teatral, de una ópera o de un cine? ¿De qué sirve volver a la ciudad si no hay una ciudad que vivir?”.

 

LUIS JAVIER JIMÉNEZ, tenor lírico y promotor cultural.

“La pandemia por Covid-19 no ha sido la primera situación o conflicto que ha puesto en jaque a la humanidad. Creo que el ser humano no está preparado para abruptamente dejar de ser un ser social, por lo tanto cuando se cuente con medicamentos o vacunas que mitiguen los síntomas por infección de coronavirus, cuando se supere el duelo por la lamentable pérdida de tantos seres humanos, cuando se acuerden protocolos y nuevas formas de conducirse en el entorno social, el público gradualmente volverá a las salas.

Ha sido muy pregonada por redes sociales la añoranza de que a consecuencia del Covid-19 la humanidad toda mejorará. Perdonen pero yo no lo creo. No he visto en nuestro entorno cultural inmediato ningún indicio en ese sentido. Pero suponiendo que así sea, ¿estaremos nosotros los artistas preparados para ofrecerle algo mejor a esa humanidad ávida de disfrutar de las artes escénicas y musicales?

En el caso venezolano, deseo que el enfoque que en las últimas décadas se le ha dado a las artes escénicas, específicamente en la lírica, no sea el mismo. De verdad que no. Quisiera que la pandemia del Covid-19 contribuyera a que revisemos y mejoremos tanto la calidad de las propuestas,  como la forma de involucrar, tratar y remunerar al artista, así como también las estrategias de convocar y fidelizar al público.

Es fundamental que aquellos que están al frente de las pocas salas donde aún se ofrecen espectáculos, revisen sus políticas culturales para hacerlas más inclusivas y efectivas. Se tiene que pensar seriamente en el beneficio real del artista. Si eso no se revisa ahora, volver a lo mismo post pandemia tiene poco sentido y valor para mí. No habremos aprendido nada”.

 

CLAUDIA SALAZAR, CEO de Clas Producciones, productora de musicales.

“Tomará un tiempo para que volvamos a la ‘normalidad’. Nos tocará, como siempre, lograr que nuestro público vuelva a movilizarse a la salas de teatro y espectáculos, pero volveremos.

En estos momentos tenemos que tratar de que este proceso sea de incubar grandes ideas y estar listos, apenas podamos, para ejecutarlas”.

En estos momentos tenemos que tratar de que este proceso sea de incubar grandes ideas y estar listos, apenas podamos, para ejecutarlas”.

MAYRA SANTOS LEÓN, cantante, actriz y maestra de canto.

“Sí, será igual. Porque se permitirá la reapertura de los teatros y todos –público, actores, cantantes y músicos– podremos asistir y congregarnos sin tener que guardar distancias predeterminadas. Las artes escénicas son imprescindibles en la consolidación de las sociedades, y el ser humano nunca dejará de necesitarlas. Para muestra de una necesidad intrínseca está el hecho de que en la actualidad –debido al confinamiento– se hace online porque es necesario seguir teniendo la válvula de escape del teatro y la música”.

 

MARTIN HAHN,  escritor, dramaturgo y director teatral.

“Considero que no va a ser lo mismo en la post-pandemia, porque no sabemos cuánto pueda durar esta situación, lo que hará que psicológicamente el público no se prepare, pues habrá tantas otras cosas qué resolver que el teatro, la danza o la ópera, no serán la prioridad como para prepararse emocionalmente para asistir a una sala.

Pero más allá de eso, creo que los espectáculos escénicos van a sufrir un cambio muy fuerte porque tienen que competir para poder atraer al público. Y no me refiero a que competirán entre ellos sino contra otros medios de entretenimiento como las plataformas digitales o cualquier cosa que se pueda hacer a través de los dispositivos electrónicos, que van a ser la primera opción antes de ir a una sala de teatro donde puede vivirse el fantasma del coronavirus. Por lo tanto creo que el teatro en cuanto a su contenido y forma va a tener que sufrir una transformación, no sé si para bien o para mal, pero sí sé que deberá hacerlo para poder ser una oferta competitiva.

Muy poca gente tendrá la disposición y el hábito de ir al teatro, pero el público general tendrá miedo. El público general esperará un tiempo hasta que en su memoria desaparezca la idea del coronavirus y de la fuerte vivencia que tuvo durante la cuarentena. Todo eso va a tardar mucho tiempo en sanarse para que la gente pueda volver a las salas de espectáculos de manera espontánea y quizás, lastimosamente, se trate de un tiempo largo”.

 

ANGÉLICA ESCALONA, coreógrafa y profesora de danza.

“Al reflexionar sobre esta pregunta siento que si ya de por sí se trata de un tema complejo a nivel global, en Venezuela aún se torna mucho más difícil, pues aparte del virus existen los problemas ya conocidos: políticos, económicos, servicios eléctricos, agua y ahora se suma el de la gasolina. Son demasiados los factores que atentan contra lo individual de cada artista. El económico me parece primordial, pues nunca he sido partidaria de pensar que las mejores creaciones vienen de las crisis.

Cada artista necesita de su paz interna para crear y si tú estás en crisis es difícil que pueda surgir algo emotivo o placentero. Pero retomando el planteamiento inicial también todo dependerá de un público, pues todo arte necesita ser visto por alguien que además compra una entrada para disfrutar de ese arte y al no existir esa persona los teatros deben reajustarlo todo: presupuestos, personal y gastos operativos que involucran el poder abrir las puertas de una sala.

El futuro es impredecible, nunca nos imaginamos que esto podía pasar pero siempre nos queda la fe y la vocación de seguir reconstruyendo vidas en los escenarios, pues el ser humano tiene la capacidad para renacer y el artista más por vivir en la escena tantas vidas que no son la suya. Queda la esperanza, pero nunca será igual”.

 

MIGUEL ISSA, director teatral, coreógrafo y bailarín.

“Esa es la gran pregunta que nos hacemos todos los artistas de la escena. Empezando porque cuando tenemos un proyecto a realizar, trabajamos en espacios cerrados, bien sea salas de ensayo, estudios, y trabajamos siempre en colectivo no individualmente y ahí se plantea la primera interrogante: ¿Cuándo podremos reunirnos en una sala de ensayo a trabajar? Y no es fácil considerar una respuesta. Creo que uno de los factores va a depender de si se consigue una vacuna para sentirse protegido.

 Creo que también se irán diseñando eventos que tendrán otra particularidad, aún no sabemos cómo, seguro que como seres humanos creativos inventaremos alguna manera de relacionarnos en un mismo espacio. Pero a mediano plazo no me es claro el panorama de cómo vamos a convivir y todas estas reflexiones me han estado llevando a la importancia de lo que es la comunidad y la parte social, la parte de trabajo en conjunto. No me había percatado tanto, y eso que tengo mucho tiempo trabajando con grupos desde que estoy dando clases, que todo funciona alrededor de un colectivo, de un grupo de personas. Un grupo de personas con quien ensayas, un grupo de personas con quien te montas en un escenario, un grupo de personas que van a ver un espectáculo y a raíz de este “reseteo” mundial estamos tratando de nuevamente entendernos y encontrar, especialmente en las artes, una nueva manera de concebir todos estos procesos”.

JAVIER VIDAL PRADAS, actor, dramaturgo y director teatral.

“Mientras viva el hombre y la civilización, mientras exista la palabra y el espíritu vivo de su cultura, mientras las ciudades tengan ciudadanos, el teatro existirá. Algo cambiará, sí, estoy seguro. Algo cambió desde el teatro que veía Pericles en su theatrón ateniense hasta nuestra concha acústica de Bello Monte. Pero ahí sigue el teatro. Imbatible, inmortal, imperecedero. Nos tendremos que acoplar a nuevas formas de convivencia y distancias en los próximos meses que podrán llegar al año o más, pero el teatro con sus cambios, será más teatro que nunca.

Después de una crisis letal y global, la lección la tenemos que aprender con sabiduría e imaginación. Nos toca a nosotros, artistas de la escena, dialogar con el nuevo país y el nuevo público que no deja de cuestionarse en este confinamiento, donde el libro, el televisor y el móvil de redes sociales, ganan la batalla y el teatro la pierde”.

 

GENNYS PÉREZ, escritora y dramaturgo.

“Creo que habrá un tiempo de ajuste, de sana distancia, en la que usemos cubre-bocas, pero se volverá a la normalidad. Como cuando el HIV que se popularizó el uso del condón. Nos quedaremos con los hábitos de una sana distancia, nos lavaremos las manos, etc.

Pero el teatro, los museos y los conciertos seguirán. Eso sí, no creo que suceda este año. Tal vez para el año próximo, ¡espero!”

 

PABLO BLANCO, gerente de comunicaciones de Circuito Gran Cine y periodista de entretenimiento.

“Sin duda no volverán a ser los mismos. En el caso del cine ya se habla en Europa de un regreso a las salas bajo estrictas medidas de seguridad higiénica y posiblemente sea un patrón que se va a replicar en todo el mundo. Se habla por ejemplo –sigo basado en medios europeos– de separación entre butacas, pagos vía medios electrónicos para evitar la manipulación de otros objetos que pudieran ser transmisores del virus, etc. También en países como Alemania, Brasil y Colombia se está probando una idea llamada “Cine desde la Ventana”, la cual consiste en realizar proyecciones de una película en espacios públicos con el objetivo de que la gente pueda seguir disfrutando del cine en gran formato sin salir de sus casas.

Aquí en Caracas, Gran Cine ya dio ese primer paso y está lanzando “Cine Balcón” en alianza con la Alcaldía de Chacao y ya vienen por ahí otras alcaldías con las que se van a hacer nuevas alianzas. La primera experiencia fue hace unas semanas en una calle ciega de la urbanización Los Palos Grandes. Se llevó la gran pantalla inflable de Gran Cine –a diferencia de otros países donde la proyección se hace sobre fachadas– y así la gente pudo disfrutar de una mejor proyección desde sus casas. Y la idea es seguir realizando estas proyecciones en distintas áreas de la ciudad y ojalá podamos replicar la experiencia en otras ciudades del país.

Se habla también del regreso de los autocines, aunque en Venezuela tenemos en contra el problema de la gasolina, sin embargo es algo que ya está en agenda y como estamos hablando de lo que ocurrirá en la post-pandemia, los autocines van a regresar pues garantizan el distanciamiento social, seguridad y sobre todo la experiencia artística que se quiere conservar de ver el cine en gran pantalla.

 También hay otro aspecto interesante sobre cómo serían los nuevos sets de rodaje. Todo el mundo con mascarilla, distanciamiento de un metro por personal, entrega de comida en cajas de una fibra especial. Sin besos de protagonistas, me imagino que el CGI (Computer Generated Image) va a tener un papel protagónico para generar escenas de besos o acercamientos trucados. En fin, le daremos vida a una película que tantas veces Hollywood nos contó”.

SOLVEIG HOOGESTEIJN, cineasta, directora general de la Fundación Trasnocho Cultural.

“Hacer esta pregunta en Venezuela, nos plantea un contexto muy diferente al de otros países.

Nuestro problema mayor en este momento es la falta de gasolina, irónicamente, en el país de las mayores reservas mundiales de petróleo. Esta incapacidad de gestión del Socialismo del Siglo XXI, es tapada por el confinamiento total obligatorio al cual nos condena el régimen, bajo el manto de protegernos del contagio del virus, para evitar explosiones sociales mayores. Pues nuestro confinamiento además está signado por falta de agua y si la tienes, no es potable; falta de electricidad, lo cual hace imposible las comunicaciones y cualquier desenvolvimiento normal de la vida; falta de alimentos, un problema de años que se presenta cuando un estado todopoderoso quiere hacer dependientes a sus súbditos de sus dádivas, para ejercer mayor control. Y nuestro desabastecimiento se agrava pues los medios de transporte dependen del combustible.

Las cifras oficiales sobre el coronavirus no son confiables, pero supongamos que las multipliquemos por 10. Aun así, y a pesar del hacinamiento en el cual vive la mayor parte de la población, las cifras son comparativamente bajas.

Y preguntarán ¿Que tienen estos problemas que ver con el arte, la cultura y su difusión? Todo. Pues aunque otros países vuelvan gradualmente a una «normalidad», tal vez signada por el miedo al otro, por la distancia física y la desconfianza colectiva, nosotros no podemos esperar que esto suceda hasta que no se restablezca el flujo del combustible. Nadie va a gastar en traslados a 2 y 3 dólares por litro de gasolina para cultivarse y entretenerse, para reencontrarse con sus amigos, para llenarse de fuerza espiritual, en un país acostumbrado a combustible subsidiado.

Y dentro de este contexto país, de por sí muy difícil, el caso de Trasnocho Cultural es especial. Es una institución que depende enteramente del flujo de público, de su contribución a través de la taquilla de cines y teatro, de la venta de gastronomía, libros, música, obras de arte y artesanía. Esa fue desde el inicio nuestra arriesgada apuesta y contra todo pronóstico lo logramos.

En países frágiles como el nuestro, en los cuales la cultura no es subsidiada por el Estado, que solo subsidia propaganda política e ideológica a través de las expresiones culturales que difunde, esto es un dilema aún más grave.

Trasnocho no tiene el respaldo del Estado, de patrocinios, bancos o corporaciones del cual gozan otras instituciones culturales, subsidios que permiten ofrecer gratuitamente el trabajo artístico en solidaridad con las víctimas de la pandemia mundial, que somos todos.

¿Y por qué escogimos este modelo de dependencia exclusiva del público, como si se tratase de cualquier mercadería? Porque nos confiere libertad de expresión, uno de los bienes más invalorables de la civilización occidental.

¿Significa entonces esta situación actual la condena de una institución cultural privada como el Trasnocho? Dicen que las crisis nos obligan a reinventarnos y eso hacemos: confiamos que este público leal y diverso, que nos ha acompañado por 18 años, ahora lo haga desde sus casas, vía las redes, a través de la programación de teatro y cine, de foros y conferencias, de venta de libros, artesanía y obras de arte, que muy pronto lanzaremos.

Estamos trabajando intensamente en construir esa plataforma, que nos permita muy pronto el diálogo con el público, la difusión de la cultura, misión de nuestra labor. Pero para existir, nos vemos obligados a cobrar por las obras que divulgamos, porque es el sustento de los creadores, autores, actores, directores, técnicos, toda la gama de profesionales especializados, que hacen posible que disfrutemos de las obras artísticas. Y es en estos tiempos de crisis no solo económica, sino también espiritual, tiempos de reflexión ante distintos modelos de vida posibles, cuando la cultura, la difusión del pensamiento a través del arte y sus expresiones, es el sustento más importante para nuestras mentes, para nuestros espíritus, para resistir.

 Churchill aseguró que Gran Bretaña ganó la guerra por no haber cerrado los teatros. ‘Si sacrificamos nuestra Cultura… ¿alguien me puede explicar para qué hacemos la guerra?’”.

Richard Rey - Columnista The Wynwood Times
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