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“Lastimosamente la historia ha testimoniado que el apetito de poder, sea ideológico, religioso o no, se propone adiestrar a las masas para el beneficio del poder; éste decide con sus estrategias que los pueblos sean domesticados para servirle. Hoy lo percibo como la erótica viciosa por la tecnología; similar a la frenética atracción sexual y que se revela por la desmesurada ambición del poder, el dinero, la fama. La lógica del consumo es el signo actual.

Los planes de estudios están diseñados para fomentar el desarrollo económico, para consentir al estatus quo. Recuerdo que nuestros padres aspiraban tener hijos ingenieros, políticos burócratas, o médicos… profesiones o actividades mejor valoradas, de manera que, las artes, la poesía, las expresiones sensibles, esas cosas humanas, eran consideradas pasatiempo. A los artistas que nos iniciabamos nos proponían: eso está bien, ¿pero de qué vas a vivir? No hay campos de trabajo para los artistas. Y bien que así sea, la actividad de los artistas debe ser una labor de plena libertad”. 

Maestro Octavio Russo

Con estas palabras llenas de reflexión inició el Maestro Octavio Russo la conversación, mientras abordamos la importancia de impulsar nuestro sistema educativo hacia la integración del arte dentro de la formación escolar

“La educación -en todo caso- la que yo recibí desde la primaria, fue deficiente, particularmente me pesaba mucho, desde los comienzos en la escuela primaria y también sucedió con la de artes plásticas; estudios de arte, estos últimos que no concluí en la academia. No se consideran las capacidades, los talentos, sensibilidades, o intereses de cada alumno. Ya de por sí, cada individuo desde su nacimiento carga con condiciones inmanentes a su ser. Platón afirmaba que nosotros antes de llegar a este mundo vivíamos en un mundo distinto, donde el absoluto nos constituía; y antes del momento de ser elegidos para pasar a habitar este otro terrenal nos bañamos en el río del olvido, el río Leté, allí en sus aguas se nos extraviaba toda esa sabiduría; luego, al ingresar al vientre de la madre, no recodaríamos nada. Conservamos una intuición que nos guía, que nos en-seña, es una conciencia que hay que despertar y esa sería la verdadera función del maestro, enseñar. Se trata de hacer recordar lo que antes de llegar a esta esfera de existencia poseíamos.

Aunque no se puedan tales argumentos razonar o explicar científicamente, hay algo de épico en ellos, porque, fíjate, los niños frecuentemente nos impresionan, nos deslumbran al manifestar conocimientos que nadie les ha transmitido; la anunciadora  intuición, por ejemplo, que lleva entre otros, al visionario Albert Einstein a revelar la relatividad del tiempo. 

El arte nos conecta a esa dimensión sensible, visionaria, no racional y práctica. Una persona que se encuentre enmarcada en la cuadrícula del programa estudiantil básico y universitario al ver algunos de los trabajos que realizó se preguntará extrañado ante ellos, al desconocer el lenguaje plástico, visual los podría considerar sin sentido, sin estructuras. Cuando observamos la naturaleza ignoramos lo verdadero que hay en ella. Vemos tan  sólo la apariencia de lo visible.

Si no se despliega empatía con el medio, tampoco se podría comprender cómo interactuamos nosotros en él. Nos inculcan que poseemos cinco sentidos, pero en la cultura India expresan que tenemos doce sentidos: los cinco conocidos más siete: el sentido de la intuición, el sentido térmico, del equilibrio…. Abraham Maslow también teoriza sobre esto.

Josep Beuys, artista alemán quien perteneció al grupo fluxus, comentó algo así: “el artista que se configura para el futuro tiene que ser una persona que emplee todos sus sentidos, que despliegue todas sus antenas”.

De manera que la educación que hoy se imparte es infortunada, por estar sometida a los intereses del mercado, muy lejos de nuestras necesidades humanas. En lugar de incentivar los talentos se trata de crear rebaños rentables. Recuerdo que en el acto de graduación de bachiller de mi hija se elogiaban y aplaudían a los muchachos que ya tenían definida su futura profesión, y sobre mi hija se comentó “ella, parece que será artista”. Ella es hoy día una artista admirable. El arte no puede desarrollarse cuando está sometido a un gusto, a un mercado, éste se realiza en absoluta libertad”.

El grabado permite una relación magnífica con el material. La huella que se deja en la matriz y luego, la estampa final silencia las ideas; este un fin en sí mismo, los “errores” siempre existirán como sucesos y habrá forma de sumarlos en la creación.

“Cuando suceden “errores” o accidentes durante el proceso plástico, así como en la vida misma, en lugar de disimularlos debemos incorporarlos, integrarlos, conectarlos a la totalidad de la obra. Si hay detalles que en un momento desentonan surgirá otro trazo, otro gesto, otra acción que alcance la forma, realice la unidad. El conocimiento del oficio y los espíritus creadores trabajan en conjunto cuando se elabora una creación, Cuando estoy trabajando, aquí en el taller olvido lo aprendido, la intuición me guía, debo tener “olfato” y practicar el ejercicio del sentir pleno”.

Sobre la IA en el arte

“Creo conocer algo sobre los materiales, las herramientas de trabajo: telas, soportes, preparación de los espacios, los signos del lenguaje, los elementos cromáticos, etc. Desde el momento en que preparo el lienzo el proceso de creación se moviliza, la tecnología agiliza los procesos prácticos, lógicos, cuando llega el momento de manifestar la poesía “esa cosa liviana, alada y sagrada” (Platón). No creo qué podría responder la AI ante lo poético, no conozco un tornillo o un chip ser sensible como el ser humano. Puedes programar a las máquinas, he leído que ya éstas están en condiciones de hacerlo por sí mismas, pienso que el ser humano seguirá haciendo ARTE en mayúsculas. Los cambios tecnológicos muy poco o nada efectúan modificaciones bondadosas en lo esencial humano. Para mí, no son tan grandes novedades como nos hacen creer. La razón nos dirige a la barbarie”.

Las huellas que deja en nosotros la experiencia estética

Seguramente en la medida en que más nos sensibilizamos, nos hacemos más conscientes del mundo; conscientes “del inconveniente de haber nacido”, cito a Emil Cioran. ¿Qué hace que el artista obre? Antes de iniciar el camino por el medio del grabado, había presenciado una gran exposición en el Museo de Bellas Artes -eso fue determinante-, ver obras de Monet, Degas, Picasso, Braque, entre tantos otros maestros; quedé tan impactado por los grabados allí vistos que luego puse mi empeño en aprender ese oficio gráfico. 

Hoy puedo sentir que hago una obra más verdadera, es decir, los estudios, la práctica sin treguas del oficio, ya me han formado lo suficiente como para exteriorizar la expresión; tengo una deuda con el grabado como finalidad expresiva. La madera como soporte del lenguaje es vital, hay algo en esa naturaleza que me seduce, que me llama a demandar su expresión. Al comienzo de los tanteos con el medio orgánico de éste soporte, me fabriqué un banco de carpintero y lo construí sin herramientas eléctricas, me propuse trabajar de manera artesanal, sin cables. Fabrico fervorosamente algunas de mis herramientas para grabar las matrices gráficas”.

Hacia dónde vamos dentro del arte…

“La mayor duda la tenemos de forma interna, la incertidumbre sobre lo que vendrá es agobiante, por eso tienes que vivir un proceso orgánico, dejarnos llevar. Debemos volcar lo que somos en el lenguaje, la experiencia estética nos puede redimir. Una amiga del Guainía colombiano al ver por las redes fotos de mis obras comentó: “Octavio, esto que veo es la selva”. Puede ser sencillo pintar un árbol que estás viendo, pero ¿cómo distinguir la apariencia de la realidad?, qué es lo verdadero del árbol. Cuando estuve en Orinoquia atendiendo una seducción poderosa y gracias a un premio que recibí y que financió mis exploraciones, estuve allí, sumergido en esa portentosa naturaleza. Al comienzo no sabía qué hacer, pasé las primeras semanas desorientado, un mes sondeando ese espacio natural, llevaba para mis propósitos un morral lleno de expectativas,  de materiales y herramientas, carbones, lápices, y muchas cosas más, me sentí abrumado por todo aquello, mucha agua, de allí su nombre indígena traduce “tierra de muchas aguas”, fue por un proceso de internalización, de sentirme uno en el lugar que comencé a crear, era tal la inmensidad de selva y de aguas… Esa experiencia de vida fue la que me encauzó a desarrollar una obra que yo no habría imaginado.

El tema en lo que realizo es lo que menos considero, dejo que fluya la experiencia propia nutrida de la experiencia de otros. La creación se fundamenta en posibilitar, vaciar lo vivido. Nuestras experiencias germinan internamente, los que formamos parte de este tiempo estamos trascendiendo y todo lo sensible en algún momento va a mostrarse. Salgo a la calle y veo personas que buscan en la basura, llego alterado de ver aquello, brutal, suceden cosas a nivel plástico que ya están dentro de mí pero que fueron detonadas por esa espantosa experiencia. El tema es activado internamente por un suceso externo que lo excita. El conocimiento aclara dudas, es clave para seguir el camino inagotable de creación”.

El arte nos salva de no ser mercancía, de no ser esclavos…

Existe un mercado para el arte, más lo que realmente mantiene vigoroso al arte, es el lenguaje. Estoy preparando una próxima exposición, tengo acá en el taller varios años de trabajo desarrollado, y todo lo que hay es producto del cohabitar distintos géneros expresivos. La fotografía me lleva a la pintura y más tarde la pintura me lleva al grabado… al dibujo, hay algo allí que falta y es la reacción del público, es interesante conocer las diferentes lecturas que puede generar la obra, allí se forma una retroalimentación. Convivir con mis creaciones, lecturas y entregas sin temporalidad, sin tener la presión de cumplir compromisos o fechas ha sido una gran fortuna. 

Después de la experiencia de la pandemia aprendimos a valorar EL INSTANTE

“Porque siempre nos estamos formando en función de un futuro organizado y planificado que en realidad no sabemos si va a ocurrir. Entender que el tiempo presente es infinitamente breve, que somos vulnerables, nos llevó a declinar los niveles del ego. Volvemos a mirarnos en la fragilidad. La pandemia nos movió el piso de esa conciencia colectiva que nos hacía plantearnos la pregunta inquietante: ¿Para qué estamos aquí? ¿Para seguirnos atropellando, exterminándonos?, en todo lo que está pasando reeditamos la historia, con otros actores y de peor manera, vivimos los hechos en tiempo real, y es allí donde toca el sentido del arte, para hacernos reflexionar 

El que observa la obra también está creando, es una lectura creativa; la poesía es un milagro. Yo tengo una necesidad que me lleva a elaborar las obras y el que observa estos trabajos también satisface una necesidad interna, la necesidad de entrar en contacto con la magia del instante ab-soluto, el recuerdo primordial que nos va marcando el camino”. El arte toca nuestras fibras vitales y nos conecta con los primeros tiempos, conexión con la esencia humana. También estoy hecho de oscuridad.“

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Angélica Piñango
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Redactora cultural. Apasionada de la difusión sobre el poder transformador que nos ofrece el arte.