Asociamos el nombre “Salto Ángel” con la famosa caída de agua más alta del mundo. Esta denominación se debe al aviador norteamericano Jimmy Angel, a quien se le ha atribuido su descubrimiento. Sin embargo, para entonces la zona ya había sido explorada por otros extranjeros que lograron ganarse la confianza de los nativos de las tribus originarias. Uno de ellos fue Félix Cardona Puig, quien incluso sirvió de guía a Angel en su incursión por el Kerepakupai. Pero Cardona nunca buscó fama, sus motivaciones obedecían a un genuino interés por la naturaleza.
Angel y Heny en viaje Ciudad Bolívar a Guayaraca
Aquel joven lampiño de diecinueve años salía de la Escuela Náutica de Barcelona como piloto, deseoso de recorrer el mundo, y consiguió hacerlo en diferentes barcos, hasta obtener el título de capitán de altura de la Marina Mercante española. La obstinada insistencia de su madre en sacarle de la mente ese espíritu errante, quizás por su preocupación de que el muchacho no asentara cabeza o, probablemente, para tenerlo cerca le convence a que se dedique a la industria textil, por lo que consigue regentar una compañía del ramo en Malgrat de Mar, representada en Venezuela por un hombre de bigotes, Joan Maria Mundó i Freixas, (“Maria” sin la tilde) catalán barcelonés, buscador de oro, diamantes, cauchero, explorador, cartógrafo, estudioso del territorio venezolano y de los indígenas.
El nacimiento de este joven oriundo de Malgrat de Mar (malgratense) había sido un año posterior a la coronación de Alfonso XIII, un rey entregado a las mujeres, a la buena vida, a las fiestas, al hipódromo, al canódromo; todo un incapaz en asuntos serios de Estado y un incompetente para hacerle frente a las serias dificultades de una España vapuleada por las recientes pérdidas de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, aunado a la guerra con Marruecos donde se estima que perecieron más de 27 mil hombres, en su gran mayoría jóvenes soldados, provenientes de los estratos más pobres, enviados al matadero en sustitución de los hijos de la burguesía española.
Avioneta de Jimmy Angel
Aunque la niñez y adolescencia del muchacho transcurrió dentro de una familia a la que no le faltaba nada, la ruina campeaba a lo largo y ancho el territorio; el descontento generalizado comenzó a ser el caldo de cultivo de la organización de bandos cada vez más radicales, ansiosos de extirpar al rey inútil y dar paso a la fundación de una república. Las ideas seductoras del comunismo soviético y el fascismo naciente en Italia rondaban en las mentes de la población sedienta de justicia, paz, orden, equidad, y en muchos casos: venganza. Los catalanes y vascos pujaban por su independencia, se negaban a continuar unidos a un país fracasado, virulento y corrupto.
Cardona con Maquiritares
En 1906, la pareja real recibe un atentado el día de su boda, esta resultó ilesa, pero dejó un saldo de casi una treintena de personas fallecidas y un centenar de heridos. Previo al nacimiento de este joven, fusilamientos, retaliaciones y asesinatos espantosos sucedían en Barcelona y Madrid. Una bomba fue detonada en el Liceu de Barcelona, un teatro al que frecuentaban los más pudientes de Cataluña, las butacas se cubrieron de cuerpos despedazados, cabezas abiertas, los músicos vestidos de frac teñidos de sangre socorrieron a los asistentes. Las cosas iban de mal en peor. Los 32 gobiernos en el lapso de 20 años mostraban la inestabilidad política. Los años pasaban en aquel turbulento país de pronóstico infernal, todos se preguntaban cuándo tocarían fondo y, para cualquier madre preocupada por el futuro de su hijo lo mejor era que el joven se marchase de la barbarie e hiciese su vida.
A los 24 años, el capitán malgratense arriba como pasajero al puerto de la Guaira en plena dictadura del general Juan Vicente Gómez. Lo primero que hace es visitar a su contacto, Joan Mundó, con quien había mantenido una relación epistolar. Se emocionó enormemente al ver a otro catalán. Joan le sonrió:
̶ ¡Benvingut Félix!
Cardona e indigenas con Miguel Bove
Las historias de Mundó sobre sus experiencias con los indígenas, la descripción de los majestuosos ríos y el levantamiento topográfico de algunas zonas cautivaron a Félix, quien se unió inmediatamente a la expedición que venía preparando su amigo. Los ríos Orinoco, Caroní, Carrao, y una ingente cantidad de afluentes conectados unos con otros como un sistema cardiovascular, aunado a la indómita belleza de aquella escenografía selvática maravillaron a Félix.
Ambos comprendieron que los indígenas mostraban recelo ante su presencia; sus creencias les indicaban que sus dioses se enfurecerían y secarían los ríos si cedían a que unos extraños se internaran aún más en tierras sagradas. Por ese motivo estudiaron su lengua, convivieron con ellos, adoptaron sus costumbres como si se tratasen de individuos de la misma comunidad; se dice que obsequiaron radios y un fonógrafo ̶ ¿cómo sería aquel alboroto de asombro? ̶ . Con esa actitud se ganaron la confianza, especialmente de los curanderos que tienen mucha influencia en la tribu. Posiblemente esa superstición protectora sería una explicación metafórica que preveía el ecocidio por parte de los buscadores de oro y piedras preciosas y que, inequívocamente, ese vaticinio se ha materializado actualmente a través de las prácticas ejercidas por forajidos en el nombre de la república o de una causa disfrazada de igualdad social, en cualesquiera de los casos, fuertemente armada como si fuesen botines en disputa.
Cardona herborizando – Rio Cuyuni 1938
Mundó explicó con sus propias palabras la fragilidad de las comunidades indígenas con las que tuvo contacto:
A veces tengo tentaciones de encerrarme con ellos en su territorio y aumentar, si fuese posible, su aislamiento del resto del mundo; tal vez serían más felices. Pero como la Tierra es pequeña, este aislamiento no podría durar, y hay que preparar a esta buena gente para que no sean atropellados o absorbidos. Esta tribu de gente fuerte, trabajadora…
En el año de 1927 Félix y Mundó acamparon frente al imponente salto de agua el Kerepakupai; luego en 1928 Mundó enfermó gravemente en la selva, fue trasladado a Ciudad Bolívar y falleció en 1932. Félix regresó en varias ocasiones al Kerepakupai; lugar al que posteriormente él guiaría a Jimmy Angel en el avión monomotor plateado modelo Flamingo, llamado “Río Caroní” propiedad de este último. ¿Cuál fue la motivación de bautizar aquel monumento natural con el apellido del piloto norteamericano?, fue el ingeniero Gustavo Heny quien, al recibir noticias por parte del propio aviador de la existencia de un asombroso salto de agua, le preguntó a este el nombre y, al no saberlo, Heny le sugirió que se llamara Ángel, y así quedó, después de todo es un apelativo místico.
El botánico Williams frente al Caura – Foto de Cardona
¿Sería una injusticia para Félix?, de ningún modo; primero, él mismo afirmó que no había descubierto la cascada porque la zona había sido transitada por capuchinos catalanes y otros occidentales desde el siglo XVIII; segundo, en 1910 el teniente de la Marina de Guerra venezolana, Ernesto Sánchez La Cruz, había levantado un croquis de la región, aunque por la documentación existente se deduce que el explorador no tenía conocimiento de este; tercero, el malgratense mantuvo una posición de respeto absoluto frente a los nombres asignados por los indígenas, excepto al prometer, en una ocasión en la que volvió a su tierra natal, que bautizaría al lugar del nacimiento del río Orinoco con el nombre de Francesc Macià, había sido un momento de arrebato producto de las ovaciones recibidas originadas por sus fascinantes conferencias dictadas sobre sus expediciones ante las personalidades académicas, y los sectores más influyentes de Cataluña, incluyendo la prensa catalana que reseñó el valioso trabajo de Félix Cardona Puig. El presidente de la Generalitat, Lluis Companys, se despidió afectuosamente del explorador quien partiría a La Guaira con su esposa Carlota Johnson y su hijo recién nacido en un vapor y, durante la travesía estalla la guerra civil española; cuarto, nunca estuvo al acecho de la fama, sus motivaciones obedecían a un interés profundo por la naturaleza, al descubrimiento de nuevas plantas que había clasificado y recolectado, y que han sido conservadas en el Herbario Nacional de Venezuela y en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Nueva York, el Museo Field de Historia Natural de Chicago y la Smithsonian Institution de Washington, gracias en parte al mecenazgo de William H Phelps. Colaboró intensamente en el levantamiento cartográfico de una zona de la que se disponía de escaso conocimiento, estudió las aves, los insectos y varias tribus indígenas: maquiritares, pemones, camaracotos, sapes, los karro, los sirichanas, kalianas, arekunas, y kamarakotos.
Felix Cardona Puig
Para finales de la década de los 40, Venezuela experimentaba un crecimiento económico sostenido donde el 45% de su territorio era prácticamente ignoto. De allí surgió la necesidad del Estado venezolano de conocer y poblar ese vasto espacio; de modo que, el Estado Mayor General encomendó al teniente Franz Rísquez Iribarren ubicar el nacimiento del río Orinoco, además de otras labores de índole científico, de levantamiento cartográfico y limítrofe. Erróneamente se le ha denominado una expedición venezolano-francesa, en realidad ha sido un proyecto organizado y auspiciado por el Estado venezolano.
El teniente Franz Rísquez Iribarren describe la expedición con sumo detalle, incluyendo anécdotas, en su libro publicado en 1962 “Donde Nace el Orinoco”. También menciona a los integrantes contratados para la empresa en la que figura un equipo multidisciplinario compuesto por diferentes departamentos de geografía, arqueología, antropología, medicina, zoología e indigenismo, entomología y lepidoptería, botánica y ecología, hidrografía, meteorología, toponimia, topografía, fotografía, cinematografía, geopolítica, y astronomía. Félix Cardona Puig e hijo estarían a cargo de este último, que para aquel entonces se utilizaba con el propósito de determinar la posición geográfica. Aún se utiliza, pero solo en caso de dañarse el GPS.
Indigenas embobados escuchando radio
Félix Cardona Puig tuvo una participación esencial en todos los aspectos de la expedición: en años previos logró establecer buenas relaciones con los sirichanas, una tribu que obstruía el acceso hacia las fuentes del río Orinoco y que, utilizaban ̶ posiblemente siga igual ̶ herramientas del paleolítico superior, sumamente agresivos y crueles, “desconocen la vida sentimental, y la palabra amor no existe en su lengua” según una publicación del explorador de 1949; había sido de los pocos que llegó junto con Rísquez Iribarren al nacimiento del río Orinoco, donde establecieron sus coordenadas geográficas. Sin embargo, no pudo cumplir lo prometido a sus compatriotas en el año 1936 en una cena de la Sociedad Catalana de Geografía; obviamente comprensible porque la empresa había sido creada y auspiciada por el Estado venezolano.
Félix Cardona Puig publicó poco, a él se le daba mejor dictar conferencias. Sus libretas de anotaciones aún se conservan con una extensa información de sus estudios sobre la zona.
Kerepakupai – Foto de Manuel Planchart Arismendi (2008)
Podemos afirmar que Félix Cardona Puig, además de haber sido capitán de la marina mercante, fue un explorador, cartógrafo, ornitólogo, entomólogo, botánico, fotógrafo, indigenista, conferencista; en fin, un hombre inquieto, superlativamente curioso de la naturaleza y del ser humano. ¿Se pueden ser tantas cosas a la vez?, ¿tendría compatibilidad con la especialización exagerada que se exige en la actualidad? Bajo la actual concepción, si no se cumple con este último requisito, entonces el individuo no califica: que aburrida se ha vuelto esta generación de “millennials” que gobierna al mundo.
Primeras fotografias del Kerepakupai
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Escritor, fotógrafo y publicista. Colaborador articulista en The Wynwood Times