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Mucho antes de que el noir se apoderara de la escena literaria local de Miami, una narradora corrió el telón de su universo creativo en esta ciudad.

Photo by Kevin Fleming/Corbis via Getty Images

Por Pedro Media León

El 14 de febrero de 2018, casi a la hora de salida en el Marjorie Stoneman Douglas High School, Nikolas Cruz, ex alumno, arremetió con un rifle de asalto. El saldo fueron 17 muertos y 17 heridos. La masacre de Parkland no solo ha sido una de las más catastróficas y sanguinarias del sur de la Florida, sino que sacudió al país. Los titulares en la prensa se abarrotaron con el nombre de Stoneman Douglas; el mugshot de Cruz, vestido con el traje rojo de reo; de la mancillada reputación de una escuela pública en un buen vecindario y las búsquedas en Google arrojan cientos de páginas ni bien uno empieza a escribir la palabra Stoneman. Pero nadie, ningún medio, menciona a una de las personas más representativas de los albores de Miami, cuya memoria fue manchada con este hecho.

Marjorie Stoneman Douglas nació en Minnesota, en el seno de una familia conservadora. Desde pequeña estuvo descontenta con su físico y quizá por eso, en aquella edad en que los niños solo desean pasar la tarde jugando con otros niños, se encerraba a leer. Leía cuanto podía y fue allí donde encontró el Emergency Exit al divorcio de sus padres y a la enfermedad mental de su madre que tanto la marcaron. Las lecturas, además, las complementó esbozando unos párrafos muy personales, muy íntimos; y más adelante, en la escuela femenina Wesselley College, sus essays encontraron lectores y asumió la edición del journal de los alumnos, logros que se vieron opacados por la muerte de su madre a causa de cáncer de seno. El matrimonio llegaría después del luto y de graduarse, con Kenneth Douglas, al que conoció muy poco pero que la deslumbró con su trato y modales refinados. Los primeros meses suelen ser una luna de miel prolongada y el de ellos no fue la excepción: casa nueva, sexo cotidiano y planear a futuro; pero el idilio terminó cuando Kenneth se ausentó una y dos noches y Marjorie recibió la noticia de que había sido arrestado por acciones turbias con el dinero de la empresa. Esto marcó el principio del fin de la relación, que seguiría con una secuela de mudanzas de una a otra ciudad porque las actividades de Kenneth resultaban cada vez más engorrosas, y culminaría con una serie de desfalcos a la cuenta del padre de Marjorie. Marjorie y su padre se vieron por última vez cuando ella tenía seis años, y el robo les sirvió para recuperar la relación: pronto ella se mudaría con él, a una ciudad del extremo sur casi desconocida en el mapa de Estados Unidos: Miami, Florida.

El Miami que recibió a Marjorie Stoneman Douglas en 1915, la deslumbró con sus vistas a la Bahía de Biscayne y el clima tropical, y el acogimiento de parte de su padre y su nueva esposa favorecieron a que se sintiera en casa. Miami tenía dos diarios, el Miami Metropolis, de Henry Flagler, y el New Record, de Frank Stoneman, padre de Marjorie, que tras una bancarrota volvió a abrir bajo el nombre de The Miami Herald y al inicio le encargó a su hija la columna de sociales, y luego la responsabilizó del editorial. La voz de Marjorie pasó a ser un referente tanto en las letras como en la defensa de los derechos de las mujeres y los afroamericanos –en Miami la segregación racial era un problema mayor– y su círculo social era el de los visionarios e inversionistas que manejaban los proyectos de desarrollo urbano que definieron a la ciudad: George Merrick, James Deering y Carl Fisher. Pero a Marjorie la vida le pedía un cambio, le pedía mundo, y fue la primera mujer que se enroló en el Navy y cruzó el Atlántico cuando la Guerra Mundial atravesaba su momento más crítico. En Europa recorrió Austria, Hungría y los pueblos más afectados de los Balcanes bajo misión del cuerpo de la Cruz Roja, y en Francia escuchó de un tal Hemingway y un tal Dos Passos, y una tarde, en la Place de la Concorde de Paris, celebró la llegada de la paz junto a una multitud de jóvenes.

El regreso de Marjorie fue a un Miami en pleno real estate boom gracias a la consolidación de Coral Gables, Miami Beach, Opa Locka y Hialeah. Esta vez la estancia con su padre fue breve y se mudó a Coconut Grove, y apostó por vivir de sus letras vendiendo historias de ficción y no ficción, la mayoría situadas en Miami, sobre asesinos, estafas, magnates del real estate, y medio ambiente a The Miami Herald y a las revistas literarias más destacadas del país —tras la guerra gozaron de cierto auge—, una de ellas fue The Black Mask y compartió índice con Dashiel Hammett. Su gran legado, sin embargo, llegaría más adelante con sus estudios sobre preservación de los Everglades, en los cuales cambió por completo la perspectiva que se tenía acerca de estas reservas naturales, y que documentaría bajo el título The Everglades: River of Grass, a la fecha considerado uno de los títulos más importantes y fundacionales en la historia de Miami.

Pedro Medina León
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Escritor y conferencista

Columnista en The Wynwood Times:
Miami Pop Tour