“En sus relatos, el autor se pasea por los horrores que derivan de las perversiones morales y físicas más oscuras del ser humano”
Edogawa Rampo | KYODO
Por Mariana Antúnez.
En algún momento de su vida, todo amante de la literatura de terror se ha cruzado con la mirada triste de Edgar Allan Poe posando para ese último daguerrotipo en sepia; su pañoleta patinada en perfecta armonía con su bigote azabache. El escritor Tarō Hirai (1894-1965) no escapó a la irresistible melancolía de esos ojos taciturnos ni al genio que escondían.
Mejor conocido en el mundo literario como Edogawa Ranpo, Hirai nos legó lo que sería considerado en el mundo occidental como uno de los más grandes homenajes al autor de La caída de la Casa Usher y al que tituló Relatos japoneses de misterio e imaginación. Publicado por primera vez en su idioma original en 1956, el libro contiene nueve cuentos cortos cuya narrativa desborda de calculada minuciosidad en los detalles, sin dejar de lado en ningún momento el minimalismo de la cultura japonesa. En sus 244 páginas, el escritor nos deleita con los colores y texturas de elegantes kimonos de seda, nos incita a acariciar las heridas de guerra de algún soldado que evoca sus años más tormentosos en el ocaso de su vida y, también, nos permite sentir sincera conmiseración con el condenado a muerte que da sus últimos pasos hacia el patíbulo.
En sus relatos, el autor se pasea por los horrores que derivan de las perversiones morales y físicas más oscuras del ser humano. Comienza con una historia muy particular sobre un hombre de apariencia repugnante que utiliza sus habilidades de ebanista para confeccionar sillones en los que podía esconder su monstruosa humanidad, al tiempo que disfrutaba del contacto con las mujeres que decidían escogerlos como asiento. Esa elección de espacios confinados como ámbito narrativo es la influencia principal de Poe en la obra de Hirai. En El Precipicio, Los Gemelos y El Examen Psicológico se desarrollan complejas tramas detectivescas en las que el mismo lector se ve tentado a recurrir a su propio ingenio para descubrir al culpable del oprobio – al menos yo no logré descifrar ninguna- al mejor estilo de Los crímenes de la Calle Morgue. Sin embargo, en La recámara roja y El infierno de los espejos se encuentran claras referencias al Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, e incluso al famoso cuento Después de Edith Warthon, ambos reconocidos autores del género de terror. En Relatos japoneses de misterio e imaginación, Hirai introduce personajes profundamente perturbados, cuyas vidas giran en torno a remordimientos sin posibilidad de resolución, a la desesperación y la angustia de saber que sus destinos están signados inexorablemente por la tragedia.
Además de recomendarles la lectura de la obra de este estupendo escritor nipón, los invito a que se miren al espejo esta noche e invoquen su peculiar pseudónimo, al menos, tres veces. Quizás aquellos con la sensibilidad suficiente serán capaces de verlo materializarse ante sus ojos, pero muy probablemente todos se darán cuenta de que su nombre artístico no es más que la reproducción fonética en japonés del gran homenajeado en este libro, Edgar Allan Poe.
Tarō Hirai (1894-1965) es considerado el padre de la narrativa japonesa de misterio. Nacido en la Prefectura de Mie, se graduó en la Universidad de Waseda en 1916, y se desempeñó como contable, administrador, comerciante y vendedor ambulante de fideos soba desde un carro, antes de descubrir su vocación de escritor. Es el primer narrador moderno de misterio japonés, y durante mucho tiempo fue presidente del Club de escritores de misterio de Japón.
Postgrado en Literatura Latinoamericana. Traductora y lectora voraz.
Columnista en The Wynwood Times:
Lecturas en la oscuridad