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Una historia desbordante de dicotomías entre el mundo real y el onírico. Cuenta con una riqueza narrativa excepcional y con una remarcable precisión histórica

Por Mariana Antúnez.

Li Lan, ˋHermosa Orquídeaˊ, hija adolescente de una familia china establecida en Malasia, apenas lograba sobrevivir en su casona ubicada en el callejón de los artesanos en el centro de Malaca. Su padre se había declarado en bancarrota años atrás, poco después de haber perdido a su esposa en una arremetida de sarampión que, misteriosamente, solo afectó a los miembros de su familia. La madre de Li Lan fue la única en sucumbir, mientras que su padre quedó severamente desfigurado y pasaba el resto de sus días encerrado en su estudio, releyendo las enseñanzas de Confucio y sumido en el sopor del opio. La joven creció bajo los cuidados de su amah, una suerte de nana que también se había encargado de criar a su madre desde el momento en que nació. En la sociedad malaya del siglo XIX, las amah eran figuras que pertenecían a una hermandad de mujeres que habían elegido una vida de soltería, eran viudas o no tenían descendientes que se hicieran cargo de ellas en sus solitarios años de vejez. Se les conocía como «sirvientas de blanco y negro» porque su vestimenta consistía en una camisa blanca sobre un par de pantalones negros de algodón.  

Los designios de la muerte estuvieron presentes en la vida de Li Lan desde el momento de su nacimiento. Todo a su alrededor estaba sumido en las ruinas de la miseria y la mayoría de las habitaciones de la gran casona, otrora símbolo de opulencia entre sus vecinos, estaban selladas bajo el polvo del abandono. Solo contaban con la ayuda de un cocinero, taciturno y melancólico, y una joven e indiscreta ama de llaves. Las veladas de Li Lan transcurrían en compañía de su amah, mientras se debatían en conversaciones sobre la vida y la muerte. Un sincretismo con los principios budistas, taoístas, el culto a los ancestros y las creencias populares complicaban las explicaciones a las inquietudes de la curiosa joven en pleno despertar de su conciencia adulta. Las historias de fantasmas y aparecidos monopolizaban las conversaciones: hablaban de los pelesit, espíritus tan pequeños como las hojas de un limonero, que vivían en las botellas de los brujos y se alimentaban de su sangre a través de una herida en el pie; o las inquietantes pontianak, mujeres que morían durante el parto y cuyas cabezas sin cuerpo surcaban los cielos con sus placentas a rastras.

Un buen día, agobiado por las deudas y el peso de la pérdida de su mujer que pendía de él como un bloque de plomo, su padre le hizo una propuesta inesperada: Li Lan debía considerar la posibilidad de desposar al único heredero de una respetada familia de la zona, Lim Tian Ching. El único inconveniente era que el afortunado había muerto tres años antes. Según la tradición china, una joven podía casarse con el espíritu de alguien que hubiera muerto muy joven, de manera trágica y sin haber dejado descendientes que pudieran llevar a cabo los rituales funerarios necesarios para que su alma no quedara penando en el plano de los vivos. Una vez casados, a la novia viuda se le permitía permanecer en casa de su difunto marido, con el fin de disfrutar de manutención, techo y alguno que otro privilegio que la familia del finado pudiera disponer para ella. Como era costumbre, Li Lan vistió sus mejores galas para asistir a una cena que se daría en su honor en la lujosa casa de la familia Lim. Aún sin haber aceptado la propuesta, accedió a presentarse en el festejo para complacer a su padre y, en medio del jolgorio, pudo deleitarse con el tentador estilo de vida del que podría ser partícipe si aceptaba la inusual proposición. En un momento que logró escapar de las asfixiantes atenciones de su suegra potencial, se tropezó con un joven apuesto con quien conversó brevemente sobre libros, cartografía y quien le explicó los intríngulis de su afición como relojero; se trataba nada más y nada menos que del único heredero vivo de la familia, el primo hermano del novio difunto, Tian Bai. Ese rápido intercambio fue suficiente para que ambos quedaran grabados en el pensamiento del otro durante los días por venir. La trama discurre alrededor de estos dos personajes. Cada noche, Li Lan comienza a ser acosada por el espíritu de Lim Tian Ching. El fantasma es una figura torpe y poco agraciada, cuyo sadismo y forma de “«cortejar» a su prometida se convierten en su peor pesadilla.

Los sueños de Li Lan se vuelven cada más oscuros, y poco a poco comienzan a opacar su rutina. Yangsze Choo conduce, de forma magistral, al lector a través del escenario onírico de Li Lan. Los sueños son detallados con una profundidad envolvente que logran imponerse como reales en las páginas de esta genial novela. El terror de Li Lan se agudiza y entra con la lectura en nuestro cuerpo en la medida en que su espectral prometido va desplegando su viciosa, casi pueril, conducta. Lim Tian Ching es un ente agresivo que muestra una actitud obcecada por obtener algo que no está a su alcance. Sus amenazas, sin embargo, no son inocuas; su influencia va más allá de la muerte y los sueños de Li Lan; en un intento por alcanzar una inconsciencia casi catatónica, Li Lan visita una médium cerca del cementerio local, quien le regala pociones para tomar antes de dormir. En medio de su desesperación, Li Lan consume una dosis más elevada de la prescrita, y cae en un coma profundo. El tormento del espectral pretendiente es tal que la lleva a disipar su propio espíritu, se vuelve una sombra de sí misma, atada al mundo de los vivos con un hilo impalpable.

Li Lan se ve forzada a rondar en el limbo, obligada a resolver una cantidad de misterios y a establecer alianzas bastante cuestionables para lograr regresar a su cuerpo inerte.  Es en este punto, el lector debe tomar lápiz y papel para ser capaz de seguir la trama. Hay dos situaciones que se desenvuelven en paralelo: la del mundo de los vivos y la dimensión en la que el alma de Li Lan busca sus respuestas. En el primero, los vivos están lidiando con la muerte de Lim Tian Chiang que, entonces, ha comenzado a tratarse como un homicidio, cuyo principal sospechoso es el mismísimo Tian Bai; la inconsciencia de Li Lan y su relación con las apariciones, los secretos de su padre, los extraños comportamientos de la familia Lim y, sobre todo, el papel que juega la médium en todo este asunto. En el ámbito espectral, en cambio, comienzan a aparecer personajes de la vida pasada de la familia de Li Lan, quienes también, por supuesto, tienen su propia carga de secretos y misterios. En este plano, el lector se encuentra con fantasmas, maliciosos y nobles, demonios, dragones y seres muy parecidos a los minotauros. Luego de pasar por el sistema burocrático de lo que se conoce como las Diez Cortes del Infierno Chino, de haberse reconciliado con el espectro de su madre y de haberse enamorado perdidamente de un hombre-dragón, el alma de Li Lan logra regresar a su cuerpo y, finalmente, se compromete con Tian Bai. No daré más detalles para que sean ustedes quienes decidan qué les parece el final de esta fabulosa novela, del que solo adelantaré que muestra el sello de unos editores más preocupados por las ventas que por la literatura.

La novia del fantasma de Yangsze Choo es una historia desbordante de dicotomías entre el mundo real y el onírico. Cuenta con una riqueza narrativa excepcional y con una remarcable precisión histórica. Es una historia sobre el perdón y el amor, sobre cómo las pasiones del hombre, en cualquier parte del mundo y en cualquier momento histórico, son capaces de llevarlo a límites inimaginables, incluso más allá de la muerte. Hace unos meses, la propia autora anunció que Netflix está trabajando en la producción de una serie basada en esta historia; así que pronto podremos reservar alguna noche para adentrarnos en el retorcido mundo de los matrimonios que se celebran detrás de las puertas del infierno.

Yangsze Choo pertenece a la cuarta generación de descendientes de familias chinas nacidos en Malasia. Domina diversos idiomas debido a que pasó parte de su infancia entre varios países. Luego de graduarse en Harvard, trabajó como consultora de gerencia en una compañía mientras escribía su primera novela.

Pueden seguirla en su blog http://yschoo.com/ o en su cuenta de Twitter, @yangszechoo

Mariana Antúnez
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Postgrado en Literatura Latinoamericana. Traductora y lectora voraz.

Columnista en The Wynwood Times:
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