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Con cabezas decapitadas, críticas sociales poderosas y una determinación absoluta por dejar su pasado atrás, Artemisia Gentileschi es el símbolo más feminista de todo el Barroco. Su talento es comparado con el maestro Caravaggio y es hora de que le demos el reconocimiento que merece.

Aquí te cuento parte de su historia para que entiendas la fuerza que hay detrás de cada una de sus musas.

Su infancia en el taller

 

Artemisia Gentileschi (1593-1653) nació en Roma en una familia de artistas. Su padre, Orazio Lomi, había dedicado su vida al arte y tenía su firma bajo encargos importantes. Su casa era un centro de estudiantes y aficionados del arte.

Su madre murió cuando tenía solo 12 años, quedó a cargo de su padre y gran parte de su tiempo la pasaba en su taller. Para mantenerla entretenida, le daba pequeñas tareas y poco a poco, vio que su pequeña tenía grandes talentos para el arte.

Para el momento, estaba prohibido que una mujer se formara para ser artista, pero su padre la ayudaba. Estaba a salvo aprendiendo junto a él.

Estar sumergida en el taller resultó extraordinario para su formación, pero estar llena de pintores le enseñó que para poder ser artista de profesión, debía enfrentarse a una sociedad difícil que le iba a poner todas las trabas posibles solo por ser mujer.

Desarrolló una personalidad muy fuerte y su producción artística se alejaba de los estándares de belleza comunes. En lugar de guiarse por la belleza del Renacimiento, adoptó la teatralidad y la crudeza de Caravaggio.

Adoptó el tenebrismo como su bandera y en todo su trabajo se puede ver de forma evidente la influencia del famoso y trágico pintor barroco. Orazio veía que su hija tenía potencial para crecer como artista, su talento sobrepasaba sus capacidades y quiso encaminarla hacia la gloria.

 Por la imposibilidad de ingresar a una Academia, su único camino era tomar lecciones privadas. Le pidió a  Agostino Tassi, un pintor que colaboraba con él, que le diera clases de perspectiva  y así comenzó una tragedia que marcó su adolescencia.

«Alegoría de la pintura – Autorretrato» por Artemisia Gentileschi en 1639

La terrible violación de Agostino Tassi

 

Estando bajo las enseñanzas de Tassi, Artemisia Gentileschi con solo 18 años, fue violada. En un terrible episodio, el que consideró en algún momento como su profesor, abusó física y psicológicamente de ella. Asqueada por lo sucedido, se armó de valentía, lo denunció y junto a su padre, iniciaron un proceso legal en su contra.

El proceso del juicio fue largo y complicado. Creerle a una joven de 18 años que su profesor, con el que pasaba gran parte de su tiempo, había abusado de ella, era complejo para la época. Fue ridiculizada, violentada y difamada públicamente.

Los jueces defendían a Tassi, quien alegaba que había sido consensuado. Lo peor, es que en su historial legal había denuncias por robos, corrupción y hasta pedofilia en un infortunio ataque que hizo a su cuñada. Era un monstruo.

Gentileschi jamás se cansó de perseguir justicia. La sometieron a terribles pruebas ginecológicas para “probar” que había sido violada y además, sus testimonios fueron tomados bajo una forma de tortura llamada “sibilla”, que consiste en destrozar sus dedos mientras habla con finas navajas y pretinas.

 Después de años de duro trabajo y batallas legales, Agostino Tassi fue condenado culpable, con 5 años de exilio de Roma, pero jamás cumplió su sentencia. Gentileschi, se fue a Florencia en búsqueda de hacer una nueva vida lejos del escándalo y el dolor de su pasado, con una idea clara: jamás dejaría de pintar.

«Autorretrato como Santa Catalina» por Artemisia Gentileschi en 1617

Su florecer en Florencia

Dejando a un lado su pasado, Gentileschi logró florecer en Florencia. Tenía fe en su talento y había logrado cierto reconocimiento. Con su trabajo incansable, logró ser la primera mujer admitida en la Academia de Diseño de Arte de Florencia, lo que le dio un empujón hacia el mercado internacional.

Logró aprender a leer y a escribir (lujos que para las mujeres de la época estaban prohibidos) y se volvió su propia mercader de arte. Hay documentos conservados en los que se demuestra cómo hacía negocios provechosos con su trabajo y cómo su arte logró impulsarla y transformarla en lo que siempre quiso ser: una artista.

Su vida personal no fluyó al mismo ritmo que su trabajo. Se había casado con un pintor paisajista, con el que tuvo 4 hijos (solo una niña sobrevivió), pero al darse cuenta del éxito de su esposa no igualaba los de él, comenzó una lucha de poder y decidieron separarse.

 Gracias a su talento, mantener a su hija y su estilo de vida jamás fue un problema pese a ser “madre soltera”. Se mudó varias veces por Italia y en todos los lugares que visitaba, encontraba trabajos estables. Ser autosuficiente para una mujer de la época siendo artista, resultaba casi imposible. Ella lo logró.

«Venus y Cupido» por Artemisia Gentileschi en 1625

¿Qué pintaba Artemisia Gentileschi?

Además de su talento en la ejecución de cada una de sus obras, lo que más resalta de Artemisia Gentileschi, es la elección de los tópicos y la forma en la que decidía contar cada historia.

Sus cuadros representan mujeres fuertes, siendo protagonistas activas de cada una de sus obras. Jamás pintó figuras femeninas siendo víctimas, siempre eligió heroínas bíblicas y mitológicas como sus musas. Además, en sus historias siempre había sororidad, compañerismo y unión entre mujeres.

Nacida en el seno de un estudio de arte lleno de hombres, la mirada femenina no existía para ella. Crearla desde su perspectiva, defendiendo sus sentimientos como mujer, su femineidad desde la fuerza y valentía, es lo que la hace destacar.

Su pintura no es un ataque a los hombres ni una venganza sobre lo que le pasó, es un testimonio vivo de las capacidades de una mujer que puede posicionarse activamente en el mundo gracias a sus talentos, fuerza y personalidad.

Hizo retratos vívidos de grandes mujeres de la historia como Judith, Susana, María Magdalena, la reina Ester, Lucrecia, Cleopatra, entre otras figuras poderosas.

«Judit y su doncella» por Artemisia Gentileschi en 1619

Susana y los viejos 

El ejemplo más famoso, es su cuadro “Susana y los viejos” (1610), con el que definió su ADN como artista. Lo hizo un año antes de ser abusada por Tassi, por lo que se sobre entiende que su misión de mostrar la óptica femenina en el mundo del arte, viene de un interés innato y no producto de su violación. 

Susana y los viejos es uno de los tópicos más famosos de la historia del arte. Ha sido representado por grandes pintores como Peter Paul Rubens y Rembrandt, pero nadie la había pintado desde la óptica femenina como lo hizo Artemisia.

¿De qué se trata la historia? Susana se está bañando y dos viejos comienzan a acosarla. Le dicen que debe tener sexo con ellos o si no, la acusarán públicamente de adulterio en el pueblo. Para el momento, el adulterio se pagaba con la muerte.

Ella no accede y el par de hombres efectivamente la acusan frente al pueblo. Minutos antes de su ejecución, un ángel salva a Susana al pedirles a los dos hombres por separado que cuenten la historia del adulterio. Al no coincidir, se dan cuenta que es inocente y se salva.

En su cuadro, Artemisia muestra a una Susana completamente asqueada, aterrorizada y desagradada por la atención de dos viejos que la están violentando con sus miradas, su intromisión y su insistencia.

Fue la primera vez que se mostraba la escena desde una perspectiva femenina y lo más increíble: de una artista de solo 17 años.

«Susana y los viejos» por Artemisia Gentileschi en 1610

La crudeza de su trabajo no tenía límites

Ser mujer y artista para la época, era un proceso muy complicado, pero Artemisia sabía que tenía las capacidades de destacar. De personalidad fuerte, valiente y decidida, estaba convencida de que podía lograrlo. “Te voy a mostrar lo que una mujer puede hacer”, le escribió en una carta a su patrocinador.

El arte no era un asunto lejano para las mujeres, pero sus creaciones jamás eran respetadas o valoradas. Muchos trabajos delicados eran considerados “arte de mujeres”, como los bordados y las acuarelas.

Ella quería separarse de ese estereotipo y rompió todos los moldes con su versión de “Judit decapitando a Holofernes” (1612).

¿De qué se trata el cuadro? Es una historia bíblica en la que una viuda (Judit), descubre que Holofernes, un general que está a punto de destruir la ciudad de Betulia tiene interés en ella. Judit hace que él beba en exceso y cuando están juntos en el cuarto, lo decapita para salvar su ciudad y evitar una guerra.

Hay cientos de representaciones de esta historia, la más famosa es la de su maestro Caravaggio, pero en su cuadro, Judit está llena de miedo y duda. En cambio, Artemisia muestra a una Judit que no tenía ni un ápice de temor, tenía toda su determinación puesta en lograr la tarea.

Una vez más, Artemisia muestra el apoyo femenino en su obra, con una criada que la ayuda a lograr su tarea y comparte con ella el protagonismo. Todas sus mujeres siempre tenían un rol activo, jamás eran un sujeto pasivo de mera admiración.

«Judit decapita a Holofernes» por Artemisia Gentileschi en 1612

¿Una víctima? ¡Jamás!

Gran parte del trabajo y la vida de Artemisia, se analiza desde la perspectiva de su violación, pero ella jamás tomó en cuenta lo que sucedió cuando buscaba crear una nueva vida. Llegando a Florencia se dedicó a buscar patrocinio para poder vivir de su arte y lo logró.

Su ejecución perfecta del caravaggismo, hace de sus obras una historia cruda, real y desgarradora, sin un ápice de ternura o filtros irreales. Su pasión por el tenebrismo (el uso de contrastes marcados y teatralidad), la inspiraba a pintar un testimonio vivo, ardiente y valiente, tal como era ella.

Gracias a su talento, logró conseguir el patrocinio de la familia Medici, los mercaderes de arte más importantes de la época. También, ganó reconocimiento internacional enamorando con su trabajo a Charles I de Inglaterra.

Sus experiencias del pasado solo sirvieron para demostrarle lo fuerte que era, jamás dejó que la definieran ni a ella, ni a su trabajo.  “Tengo el espíritu de Cesar con el alma de una mujer”, escribió en una de sus cartas.

Cuando veamos una obra de Artemisia, entendamos que su fuerza nace de la necesidad de posicionarse en un mundo que estaba dominado por hombres, en la voluntad de llevar la mirada femenina a las salas de las más importantes galerías.

Es un ejemplo de valentía, fortaleza y trabajo duro que jamás deberíamos definir por un episodio de su pasado. Ella es mucho más que lo que le pasó y es nuestro trabajo homenajearla como lo merece.

 Si quieres encontrarte cara a cara con las pinturas de Artemisia, la mayor cantidad se encuentra en la National Gallery de Londres.

Por amor al arte
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