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Las redes sociales están permitiendo que las estafas piramidales se proliferen. Miles de mensajes son entregados a diario por instituciones o individuos inescrupulosos con un único fin: sacarle dinero a incautos en forma de negocios que prometen volverte rico en pocos días. ¿A quién no le ha pasado? El escribiente amarillo habla sobre el tema.

Mi bandeja de mensajes privados de Instagram está llena. Cuando leo esos mensajes, me percato de que la mayoría han sido escritos por personas en cuyos perfiles aparecen descripciones como: emprendedor, empresario o dueño de mi propio negocio. Algunos de estos mensajes simplemente dicen «hola», pero otros van directo al grano con cosas como: «quiero comentarte algo sobre un negocio». Ese tipo de ofertas encienden mis alarmas contra las pirámides, esquemas ponzi, etc…

También me pasa mucho que estoy viendo videos en YouTube, de lo que sea, y de pronto saltan publicidades acerca de no sé qué curso o webinar con promesas de toda clase, aunque mayormente cursos en los que, según, se brinda información que nadie sabe o que las instituciones financieras que dominan el mundo ocultan de forma deliberada para evitar que la gente se vuelva rica rápidamente.

Es tal el bombardeo de publicidad y mensajes en estos respectos que a veces uno termina cediendo, aunque sea por simple curiosidad, y como reza el dicho: «la curiosidad mató al gato».

Debo confesar que hace años caí en una estafa piramidal; se trataba del modelo clásico de pay-to-clic o PTC por internet con bonificaciones por meter gente al entramado… Recuerdo haber invertido mucho dinero en lo que ellos llamaban bonos de rentabilidad a corto plazo, que no eran más que pasivos electrónicos que te generaban muchísimo dinero, prácticamente de la nada. Vamos, insostenible por donde lo vieses; el negocio era a todas luces una pirámide que terminó por colapsar.

Entonces la información sobre pirámides y esquemas ponzi no estaba tan disponible o no era tan evidente como lo es ahora. Y aunque perdí poco en comparación con otras personas que prácticamente dejaron allí todo lo que tenían, el shock que me produjo la quiebra me enseñó a la mala que todo lo que se vende como «dinero fácil» o «ganar mucho invirtiendo poco» no es de fiar.

Por suerte, ya no es tan sencillo que alguien caiga en una estafa piramidal clásica como los modelos PTC de internet en los que yo caí o las de toda la vida: Herbalife, Amway; y eso ha hecho que los tramposos se reinventen.

Recientemente un buen amigo fue víctima de un timo llamado Gananci Elite. La cosa consistía en una supuesta mentoría de trading (el trading está de moda en estos tiempos) en la que te inscribías y un profesor te contactaba por WhatsApp para explicarte las operaciones que tenías que hacer. Supuestamente, la inscripción era gratuita y los de Gananci sólo se quedaban con un diez por ciento de la ganancia que hicieses en el tiempo que estuvieses bajo su mentoría; sin embargo, cuando aceptabas los términos, la primera tarea era abonar doscientos dólares a una plataforma de trading llamada 24Options.

Mi amigo me cuenta que al principio recibió mensajes diarios de su profesor con las operaciones que tendría que hacer, y se mantuvo así hasta que un día dejó de escribirle, así sin más. Sólo entonces fue que mi amigo cayó en cuenta de que no sólo no había ganado dinero sino que había perdido casi todo lo invertido, que aquello en lo que invertía no dejaba de parecerle una lotería en la que las probabilidades de ganar no estaban en el conocimiento o la estrategia sino en el azar.

Nos pusimos a analizar el sitio, las promociones, y era todo muy turbio: casi nadie daba la cara y los comentarios que había en la Fan Page de Facebook eran puras quejas y relatos de malas experiencias. En un análisis más profundo, determinamos que la estafa debía estar siendo promovida por la propia gente de 24Options para que mucha gente invirtiera dinero en su plataforma o por personas que buscaban los beneficios que 24Options da a quienes le llevan referidos, descuentos, porcentajes, etc…

Pero por qué esto, que parecía ser tan obvio cuando lo vimos, no hizo mella en mi amigo desde un principio… Por la misma razón por las que estas estafas no terminan de desaparecer: sus creadores saben cómo jugar con los sentimientos de la gente.

Sectarismo: la metodología del mal que puede afectar a cualquiera

 

La promesa de dinero fácil vende, pero hay algo que vende más: la idea de portar conocimientos revelados que nos hacen mejores o más prósperos que otros; éste es el hilo conductor de todo grupo sectario, no sólo religioso, también financiero. A la par, el hecho de pertenecer a un grupo cohesionado, similar a una familia, es un fin poderoso en sí mismo y es el único recurso que puede sostener una estafa en el tiempo.

El mejor ejemplo de lo que digo es Herbalife: no reporta las ganancias que promete, sus productos son de mala calidad e igual las personas se mantienen allí, por su microclima social, por los círculos de amistades que han creado o por el optimismo irracional que les embriaga. Es exactamente el mismo método de fidelización que utilizan los Testigos de Jehová, la Iglesia de la Cienciología o estos novedosos grupos de coaching empresarial de los que hablé en una pasada entrega del Escribiente Amarillo (El coaching y su único lado… el oscuro); además, es lo que hace que sea difícil poner en evidencia a una estafa de manera definitiva.

Ciertamente, hay grupos de riesgo o personas más susceptibles a esto, como los jóvenes o los habitantes de países en crisis, que aceptan lo que sea por la desesperación que la pobreza o la falta de ingresos les genera. Pero debemos reconocer, nos guste o no, que cualquiera puede ser timado; el simple hecho de ser humanos nos da comportamientos comunes que ciertos perspicaces o vivos (como los llamamos en América Latina) estructuran en patrones a usar en su malévola conveniencia.

Tampoco se puede negar el ingenio de éstos; renuevan conceptos y mecanismos, convirtiendo pirámides en flores o mandalas, y así pueden volver a confundir a quienes parecían ser inmunes. Pero el hecho de saber qué hay detrás de Herbalife o Amway sólo te salva de esas empresas en concreto, no de otras con otros modelos. ¿Cuánta gente no habrá caído en la primera estafa de la que hablé, Gananci Elite, habiendo caído ya anteriormente en PTCs o en marketing de referidos?

Por eso nadie tiene que sentirse culpable al ser víctima de una estafa; el culpable es quien es: el estafador, nadie más. El conocimiento es valioso; sí, nadie lo duda; información como la de este artículo ayuda a acabar con la ignorancia y a que la gente se proteja más a sí misma, pero es una utopía un mundo sin estafadores y sin fraudes cada vez más elaborados que podrían despistar hasta al más sagaz de los inversionistas.

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Nixon Piñango
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Columnista en The Wynwood Times:
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