Por Mariana Antúnez.
Transcurría el año de 1891, en una calurosa noche de septiembre en la ciudad de Maracaibo, cuando a Josefa Caballero, niñera del nieto del juez de la Corte Superior del Estado Zulia, Jorge Valbuena, le propinaban siete puñaladas en el cuarto del lavadero de esa respetable casa de familia. A unas pocas varas de distancia, el jefe civil de la parroquia, el joven Heraclio Ramos, salía del recinto policial a fumarse las ansias de verla salir a la hora del rezo del Santo Rosario, con su pelo negro y ojos de ópalo. La imagina venir hacia él en medio de la bruma del calor marabino, como una bocanada de aire fresco. Sin embargo, la ráfaga que sintió aproximarse provenía de un carruaje que salía a todo galope de la residencia de los Valbuena.
A pesar de ser la hora establecida para el toque de queda, nadie pensó en detener el coche que salía de la casona; un alto funcionario de gobierno tendría razones suficientes para salir con tal premura sin la necesidad de rendir explicaciones. Más tarde esa noche, la vida se escabullía del cuerpo de Josefa, al tiempo que se desangraba sobre la camilla del hospital de la Beneficencia, lánguida y con los labios cuarteados por los estertores de la muerte.
El fantasma de la Caballero (2015), del historiador y escritor venezolano Norberto José Olivar, nos cuenta una historia en la que los hechos se debaten en dos siglos diferentes, cuyo hilo conductor es un documento escrito por el juez José Antonio Gando Bustamante en los días subsiguientes al asesinato y que es, en apariencia, el único registro oficial de los eventos que se suscitaron esa noche en la capital zuliana. El profesor Ernesto Navarro, personaje recurrente en las novelas de Olivar, es la voz encargada de pasearnos por los eventos que llevaron a la muerte a la desafortunada niñera y quien, además, asegura haberla visto sentada frente a él mientras intentaba desenredar el misterio de su trágico final.
Además de utilizar dos tiempos históricos diferentes para la narración de los testimonios, tanto los personajes decimonónicos como los contemporáneos comparten sus sueños -y deseos- con el lector, en un intento de dar sentido a los sucesos, no solo los que involucran a la Caballero, sino a una serie de homicidios bajo circunstancias similares que ocurrieron por esos días. Las hipótesis de lo sucedido abarcan desde un potencial ritual de masonería, del hecho de que Maracaibo contaba con su propio Jack el Destripador, también miembro de la cofradía masónica, hasta de un posible caso de vampirismo en el que se utilizó la sangre de la víctima como sal de baño, al mejor estilo de la condesa Erzsébet Báthory.
En la actualidad, el lugar del vil asesinato de Josefa Caballero se conoce como la Casa de la Capitulación, o la Casa de Morales, donde se consolidó el último paso para la independencia de Venezuela con la firma del Acta de Capitulación de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo. Si bien el crimen es un hecho real en el que el poder y las influencias del dinero sirvieron de subterfugio para tan oprobioso hecho, no es el único atractivo de la novela. Los testimonios de las apariciones de la Caballero son relatados por personajes que vivieron en la antigua residencia Valbuena, así como también por funcionarios que en algún momento se desempeñaron como trabajadores en algún resquicio de sus habitaciones, en los tiempos en los que la construcción fue utilizada para fines administrativos. Durante más de un siglo, el fantasma de una mujer morena, hermosa y de larga cabellera negra, ha sido capaz de espantar a la más valiente de las amas de llave y también de convertirse en el primer amor platónico de algún prepúber que la observa bajar las escaleras hasta el lavadero con el fin de repetir inexorablemente los últimos momentos de su vida.
Olivar nos regala una novela que no solo tiene a un fantasma muy gótico y espeluznante como protagonista, sino que la misma es el resultado de una impecable labor de investigación de archivo que se traduce en cada línea del texto.
Los que conocieron el secreto de su muerte se lo llevaron consigo a sus respectivas tumbas, pero el espectro de la Caballero seguirá rondando los pasillos de la Casa de la Capitulación en su incansable búsqueda de un alma noble que sea lo suficientemente osada para dejarse guiar por ella hasta la parte trasera de las instalaciones y presenciar la reconstrucción de los eventos, esta vez en ese plano que solo pocos son capaces de ver.
Norberto José Olivar (Maracaibo, 1964) es historiador, narrador, ensayista y profesor universitario.
Sus cuentos han sido publicados en diversas antologías y es autor de más de diez novelas. Una de ellas, “Un Vampiro en Maracaibo”, fue llevada al cine por el director Carl Zitelmann recientemente.
Postgrado en Literatura Latinoamericana. Traductora y lectora voraz.
Columnista en The Wynwood Times:
Lecturas en la oscuridad