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Por Gustavo Löbig.

El 23 y 24 de mayo se realizó en Caracas el seminario HUMANO: DEMASIADO POSTHUMANO, facilitado por Humberto Valdivieso, Lorena Rojas Parma y una pléyade de artistas y conferencistas escogidos por sus aportes sobre la materia. En ambas jornadas resultó determinante el empleo de herramientas informáticas, y todas las ponencias terminaron en un foro interactivo con el público. Encontré sumamente interesante el abordaje filosófico de una tecnología que busca sobredimensionar al hombre moderno restándole características como la fragilidad, la mortalidad o la emocionalidad. El ser humano actual, cual un moderno Prometeo, está incendiando su pequeño hogar en el cosmos, y lo hace a pesar de los golpes que varios lúcidos pensadores le han propinado al narcisismo propio de nuestra especie: Galileo, al demostrarle al hombre que su planeta no es el centro del universo; Darwin, al plantearle su evolución desde especies inferiores; Freud, al negarle el total conocimiento y dominio de su propia casa, el inconsciente; la misma tecnología, al pretender crear una inteligencia artificial muy superior a la humana y que, eventualmente, puede acabar por sustituir a esta. Abundan las advertencias que ha recibido de la parte más pensante y previsiva de sí a la que desdeña lo que está dejando de ser y lo que está haciendo equivocadamente, quizás porque es muy propio del ser humano negar su humanidad, atacarla, experimentar con ella e incluso destruirla.

En su intervención, una de mis ponencias favoritas, y entre otros puntos dignos de reflexión, Lorena Rojas señaló que si hay hombre es porque una cierta tecnología lo llevó a surgir de lo pre-humano, y que la inmortalidad es el fin último de la incesante actividad que llena las redes. Nuestras publicaciones de realidades, verdaderas o no, buscan permanecer en la nube digital porque son otros tantos intentos por alcanzar la inmortalidad y la trascendencia. La cotidianidad que vertemos en nuestra página virtual personal lleva el propósito de que nos conozcan y nos quieran, pero, más allá de eso, busca lo mismo que llevó al griego clásico o al egipcio antiguo a legarnos un relato parcial de su efímera existencia mediante edificaciones y signos escritos, pinturas, mosaicos, esculturas o jeroglíficos. Las redes enlazan afinidades y discrepancias, publicando hechos ciertos o inventados, dando lugar a una realidad tanto o más variada que la del resto de la naturaleza, esa que no depende de la tecnología para ser montaña, río, ave, delfín o koala. Los seres humanos han creado una realidad que, por virtual, no está sujeta a las limitaciones del tiempo, del espacio o de los sucesos naturales ajenos a la voluntad del hombre.

Por ejemplo, durante el evento varios artistas interactuaron desde otros países presentando a los asistentes videos de trabajos recientes, demostrando que Internet es un viaje compartido en otra dimensión, la digital, donde cabe tocar temas tan variados como el arte, la política, la espiritualidad o la afectividad, y trabajar variables como la imagen, la memoria, la permanencia y la ausencia. Humberto recordó a los asistentes la importancia del recorrido virtual visto como tránsito, como movimiento de códigos, imágenes, sonidos y los demás elementos que llenan la red. Hace pocas décadas, tomarse una foto para registrar una vivencia personal, familiar o social, era un acontecimiento trascendental. Actualmente, la abundancia de información ha desensibilizado la percepción del receptor al que, en muchos casos, manipula con recursos falsos e intenciones indignas. Hablando sobre este tema, salió a relucir el nombre de Joan Fontcuberta, cuya obra se posiciona en una línea de cuestionamiento y desconfianza hacia la veracidad de la imagen fotográfica. Este artista catalán afirma que: “Toda fotografía es una ficción que se presenta como verdadera. Contra lo que nos han inculcado, contra lo que solemos pensar, la fotografía miente siempre, miente por instinto, miente porque su naturaleza no le permite hacer otra cosa. Pero lo importante no es esa mentira inevitable, lo importante es cómo la usa el fotógrafo, a qué intenciones sirve. Lo importante, en suma, es el control ejercido por el fotógrafo para imponer una dirección ética a su mentira. El buen fotógrafo es el que miente bien la verdad”.

Yo concuerdo con este artista en cuanto a que, como autores y receptores de tanta información incesante, debemos mantener una conciencia crítica, una posición objetiva basada en la desconfianza contra cualquier postura que se arrogue el dominio de la verdad absoluta e indiscutible, incluso si esa propuesta cuadra bien con nuestro sistema de creencias, porque también es necesario dudar de estas si queremos ser, además de honestos, seres constructivos y no depredadores fanáticos. ¿Dejar el registro de una imagen, una opinión, un suceso, un recuerdo, equivale a ser inmortal? ¿Una foto o una idea escrita son equivalentes a trascendencia? ¿Qué dice el tiempo a la hora de validar nuestras huellas por esta tierra? Estos logros de lo digital cambian y pueden ser adulterados, pues el soporte tecnológico progresa y se renueva de continuo. Y si el recuerdo no es estático ¿cuál debe ser el trabajo de la memoria cuando se tope con el registro de ese recuerdo? Somos seres dilemáticos, vivimos creando opciones para entendernos y comprender mejor el mundo.

Las dos mañanas que ocupó este seminario representaron para los participantes horas repletas de aportes artísticos y filosóficos que nada tuvieron que ver con la barbarie, un lapso durante el cual la búsqueda del público caraqueño no estuvo orientada, como casi todos los días, a conseguir comida, medicinas o seguridad. Un centenar de asistentes presenciales (no cuento los conectados a distancia) disfrutamos de un descanso nutritivo propio del Primer Mundo en medio de un ambiente nacional agobiado por la miseria creada ex profeso por la oscuridad humana más densa. Durante ese descanso renovamos fuerzas, olvidando la tragedia compartida. Y es necesario que haya olvido, así sea momentáneo, para que pueda darse el recuerdo. Aunque, paradójicamente, el Dios Digital no conoce el olvido.

Las redes sociales abundan en mensajes al otro, a la divinidad, al familiar vivo o muerto, todos ellos presencias virtuales dentro de la manera moderna de concebir la inmortalidad, de intentar asegurar la permanencia propia o la del ser querido, conquistando una nueva manera de ser y de permanecer que se suma a las intentadas por nuestros ancestros. El avatar personal, como nueva entidad nativa, tiene tanta o más realidad que el ser de carne y hueso; este desaparece inevitablemente mientras la identidad virtual queda; la Sociedad Laboris pasa a ser Sociedad Lúdica, pues el entretenimiento se convierte en una forma de vivir e incluso de trabajar. Eso contribuye a que vaya quedando de lado la idea de “normalidad” que privó en los tiempos previos al internet. La fragmentación de la persona ante el bombardeo de tantos estímulos externos nos lleva a cuestionar qué es la identidad individual, qué parte de nosotros permanece sin variar entre tanto cambio, hasta qué punto ya no somos también el fluir, el devenir, la naturaleza impuesta por las redes, junto con la observación de lo que somos y vamos siendo. Tal vez resulte sensata la decisión de aceptarnos como un ente cambiante, en lugar de pasarnos la vida buscando certezas, respuestas y esa comprensión que busca preverlo todo y que, en  el fondo, no es más que miedo.

Pronto los interesados encontrarán en YouTube las ponencias y videos del seminario, y ya pueden ver parte de ellas en el muro de Humberto Valdivieso en Facebook. Durante el seminario estuvieron físicamente presentes, con muestras de su arte, los creativos José Luis García y Juan Toro Diez. Entre quienes contribuyeron desde otros países con videoconferencias que sumaron aportes diferentes y muy interesantes figuraron Víctor Kreps, Antonio Composini, Victoria Dos Santos, José Cosme, Mafe Izaguirre y Trina Radcliffe.

Quedamos a la espera de otro seminario debido a la calificada gestión y a la voluntad de contribuir con un mundo mejor que caracterizan la obra de los organizadores del evento aquí reseñado. Posiblemente se realice en octubre próximo. Esperemos que, para entonces, el clima sociopolítico de Venezuela sea mucho mejor que el actual, gracias a aportes tan beneficiosos como los suyos.

The Wynwood Times
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