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Entrevista realizada por Richard Rey y Rafael Baralt.

Es imposible estar a su lado sin sentir que se te recargan las baterías con la mejor energía del mercado. Es un gran conversador y un tipo al que es difícil imaginar molesto. Cuando joven pensó que el futuro de su vocación dependía de desnudar el cuerpo, pero con más de setenta obras representadas entendió que había que desnudar el alma en cada interpretación. Tiene un gusto muy variado en la música y es que en su sangre se combinan a la perfección la tarantela con el vallenato. Ama el cine, se siente muy agradecido con la televisión pero reconoce que su casa es el teatro y Ofelia la dueña de su corazón.

Su voz la podemos reconocer en el canal por cable H2 cuando nos anuncia “mucha más historia” y justamente para saber un poco más de su historia es que nos reunimos con el primer actor Antonio Delli.

«Estudié dos años de administración en la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello), pero luego me di cuenta de que no era lo mío»

RB – Comencemos por conocer un poco de tu historia familiar.

AD – Nací en Caracas un 28 de febrero. Soy hijo de un par de inmigrantes. Mi padre era italiano, se llamaba Antonio y lamentablemente falleció recientemente, el 4 de abril, pero pudimos disfrutarlo casi 92 años. Él llegó en uno de esos barcos de inmigrantes provenientes de Europa, huyendo de todo el lastre de la guerra. Y ya trabajando aquí –él era jefe de plomería– conoció a una joven llamada Eduarda, que ya tenía un tiempo de haber llegado también al país procedente de Colombia, y bueno, fueron novios por siete meses y luego se casaron y fue, literalmente, hasta que la muerte los separó.

De ahí nacimos dos hijos, mi hermano Carlos que vive en Valencia con su esposa y mis dos sobrinos. Y yo, que desarrollé prácticamente toda mi vida aquí en Caracas.

Y debo decir, porque se pone brava si no la menciono, que también está mi prima Belkys, que siempre ha vivido con nosotros y es prácticamente otra hermana.

RB – Cuéntanos sobre tu vida académica, tengo entendido que estudiaste Administración pero luego te cambiaste a Comunicación Social.

AD – Así es. Estudié dos años de Administración en la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello), pero luego me di cuenta de que no era lo mío. En una oportunidad me dije a mí mismo: “si de las siete materias, una te gusta, te quedas”. Me la puse fácil para quedarme pero no me gustó ninguna (risas), y aunque tenía la oportunidad de cambiarme a otra carrera, yo no quise y tomé la decisión de irme y ponerme a trabajar. Creo que en el fondo también me daba pena que ya mi padre me había pagado dos años de la carrera y no quería ocasionarle más gastos.

Luego volví a presentar aquella famosa prueba de aptitud académica para estudiar Comunicación Social, con todo el miedo de que no quedase pues los cupos eran mínimos, pero creo que Dios premió ese riesgo tan grande y ese atrevimiento y quedé en el primer listado y orgullosamente soy graduado de Comunicador Social en la UCV (Universidad Central de Venezuela).

RB – ¿Y cuándo surgió en ti la vocación por la actuación?

AD – Desde siempre. Siempre me atrajo el entretenimiento. Siempre me gustó la música, el cine. Mi mamá me llevaba a ver películas animadas y ya cuando yo tenía catorce o quince años me acompañaba a ver películas de autor. Y aunque no siempre entendía a profundidad lo que planteaban, me fijaba mucho en las actuaciones e incluso en el lenguaje cinematográfico.

Pero así como disfrutaba del cine también me encantaba la televisión, había actores y actrices que me gustaba mucho su trabajo. Y bueno, llegó el momento y cuando tenía dieciséis años dije que quería comenzar en eso de la actuación y comencé a indagar, a escondidas de mi familia. Yo no tenía ni amigos, ni familiares, ni vecinos, nadie a quien yo le pudiese preguntar o que tuvieran contacto con el medio artístico; incluso nunca había visto una obra de teatro pero yo de atrevido quería hacer teatro.

Entonces, revisando el periódico, me encontré con que estaban haciendo un casting para una obra en el Teatro Los Cedros, y me fui a hacer el casting. Yo no tenía ni idea de qué obra se trataba y resultó ser ¡Oh Calcuta!. Como es lógico durante el casting me preguntaron si yo tendría algún inconveniente en desnudarme, entonces pensé que si les decía que sí lógicamente no me iban a aceptar, así que les contesté que no tenía ningún inconveniente, pero igual no quedé, supongo porque era muy chamo. Pero estando ahí escuché que había otro casting para un grupo llamado Rajatabla; que era junto al Nuevo Grupo, el Theja y el Actoral 80, de los grandes grupos de la época.

Total que a la semana siguiente fui a buscar información, recuerdo que era para una pieza llamada “Agualinda” de Ricardo Acosta. Me presenté a la audición y ya al terminar se me acercó Roberto Moll, que en ese entonces era el primer actor de Rajatabla y quien se había encargado de evaluar las audiciones, y me dice: “Antonio, ¿tú tendrías problemas en desnudarte?”, entonces yo me dije: “para hacer teatro hay que desnudarse” (Risas).

Igualmente dije que no tenía inconveniente y me llamaron pero los horarios de ensayo me chocaban con la universidad, que recién estaba comenzando, así que no pude continuar en el montaje. Sin embargo a través de ese compartir con la gente de Rajatabla comencé a acercarme más al ambiente cultural y supe que venía un taller que sería el Taller Nacional de Teatro. Yo quise audicionar ahí y de una convocatoria de más de trescientas personas solo quedamos setenta y ocho.

Así comencé mis estudios de manera profesional. Allí tuve la suerte de conocer a uno de mis ídolos, como siempre digo, mi profesor y con quien pude entablar una amistad, mi querido Cosme Cortázar. Pero tampoco fue fácil, incluso perdí la oportunidad de hacer algunos viajes con el teatro porque paralelamente llevaba mis estudios universitarios pues era una promesa que yo me hice y para retribuir a mi familia, que inicialmente no veían con buenos ojos eso de la actuación, pero yo me propuse que un día ellos cambiarían ese modo de pensar y lo logré. Hoy son mis fans número uno. Pero siempre el teatro ha sido mi gran amor. Posteriormente hice cine y televisión, pero nunca he abandonado el teatro.

«Pero mi respuesta es el teatro, pues fue el origen y lo que conllevó a todo lo demás.»

«Novecento». Foto cortesía de @Textos_y_guiones

RR – Y tu currículum da fe de esa gran pasión. Has actuado en más de setenta obras teatrales. Te has paseado por las piezas de los dramaturgos más reconocidos. Pero, ¿cuál es ese personaje que aún no has hecho y que quisieras hacer?

AD – En verdad estoy muy agradecido con el teatro, no solo por la variedad de personajes con los que he podido jugar, sino también por la gente que he podido conocer como mi querida Xiomara Moreno, por ejemplo. Pasé del TNT, al TNJV, al Teatro del Contrajuego. Como agente libre he trabajado con los grandes grupos y eso me ha llenado de muchas satisfacciones. Si pienso en un personaje que me gustaría hacer te diría que el “Vizconde de Valmont” en una versión teatral de la película “Relaciones Peligrosas”. Estoy enamorado de ese personaje, bueno de la historia completa y todavía estoy a tiempo de hacerlo.

También quisiera hacer el “Claudio” de “Hamlet”. Siempre he soñado con interpretar a dos villanos de Shakespeare. Uno ya lo logré que fue el “Yago” de “Otelo” junto a mi querido William Cuao y bajo la dirección de Javier Moreno; y tengo pendiente a “Claudio”. Y amaría profundamente, siempre digo que estoy a la orden, hacer  “El Vestidor” de Ronald Harwood. Y del teatro nacional hay dos obras que quiero hacer: “La Revolución” de Isaac Chocrón y “Arrecife” de Xiomara Moreno. Como ven todavía hay muchos personajes que interpretar.

RR – Eres un profesional multidisciplinario. Has actuado en teatro, cine y televisión. Eres locutor. Has hecho radio, doblaje. Eres la voz oficial de varios canales por cable. Si en un universo paralelo te obligaran a tener que escoger una sola de esas áreas en qué desempeñarte, ¿cuál escogerías?

AD – ¿Qué? ¿Dictadura? Me voy. (Risas). Bueno, siempre he dicho que mi casa es el teatro. Mi hogar son las tablas. Ahí me formé, ahí vencí mis miedos, porque yo era sumamente tímido. A partir del teatro me vieron e hice audiciones para cortometrajes y empecé a hacer cine. Y tengo que decir que hacer cine es una cosa maravillosa y he tenido el privilegio de trabajar con grandes realizadores como Olegario Barrera, Alfredo Anzola, Luis Alberto Lamata, Román Chalbaud, e incluso he trabajado con algunos de la nueva camada de jóvenes cineastas que traen ideas fantásticas.

A partir del teatro me escucharon y comencé a hacer doblajes y con el tiempo terminé alcanzando el sueño de cualquier locutor que es ser la voz que identifica canales de cable como fue HBOplus. Actualmente soy la voz para toda Latinoamérica de H2. Primero trece años con History Channel y ya llevo dos años para H2.

A partir del teatro llegó luego la televisión y desde entonces ni yo he dejado la televisión ni la televisión me ha dejado. He sido muy agradecido con todas las oportunidades que me han dado. Desde pequeñas participaciones en series en formato de “sitcom” como “Planeta de 6” o “Guayoyo Express” que produjo Televen, hasta la vez que Leonardo Padrón me vio también en el teatro y luego me dio mi primer gran chance televisivo que fue en su telenovela “Ciudad Bendita”.

Desde entonces la televisión me ha tratado tan bien, me ha abierto tantas puertas que siempre le estaré agradecido. Incluso ahora, en esta terrible situación por la que está pasando el país donde no se produce casi nada, salvo casos como “Almas en Pena” –tú lo sabes Richard– de la producción de Radio Caracas, hecha por mi querido José Simón Escalona y Martin Hahn, personas que admiro tanto; se está haciendo una novela independiente que se llama “Intriga tras cámara” que es lo que estoy grabando en estos momentos, y son de esos milagros que aún suceden en nuestra industria televisiva.

Pero mi respuesta es el teatro, pues fue el origen y lo que conllevó a todo lo demás.

RR – Sin duda eres un hombre agradecido, pero además, y esta es una opinión personal porque te conozco de años, creo que los medios también agradecen que Antonio Delli sea parte de sus proyectos. Y es que además de tu talento y profesionalismo, mantienes una humildad y una “buena vibra” a pesar de lo mal que está la situación. Conozco muchos otros que teniendo ni la mitad del éxito que tú has alcanzado, se sienten como “Divas, non plus ultra”. ¿Cuál es el secreto para seguir siendo tan sencillo y con esa excelente energía que emanas?

AD – Bueno mi buena vibra la tengo yo de por sí. Creo que tiene que ver con mi familia, con los valores que me inculcaron. Pero además yo creo que uno no debe perder el estribo, no puedes perder tu foco, porque pudiste un año tener mucho éxito pero luego vienen dos años donde te puedes caer al anonimato, y si te inflaste mucho y te elevaste demasiado, más dura es la caída. Por eso debes ser agradecido pero también ir con mucho tino, con cuidado. No digo que no puedan surgir diferencias, de hecho existen, pero uno debe mantener siempre su esencia porque de esa forma va a ser mejor como abordes tu trabajo.

Mientras mantengas tu forma de ser estás más abierto a lo creativo, tu cuerpo, que es tu instrumento de trabajo, va a expresarse mejor y tu respuesta siempre va a ser más honesta y esa honestidad finalmente la reciben tus compañeros y el público. Además, uno continuamente está reinventándose y si tú estás en esa posición de “yo me lo sé todo” “no me digas nada”; ¡qué fastidio!, uno está constantemente aprendiendo cosas y no puedes quedarte sin aprender solo porque tu ego sea tan grande que te lo impida.

RB – Anteriormente dijiste que lograste vencer tu timidez. Pero, ¿te consideras un tipo extrovertido, o aún conservas cierta introspección?

AD – Yo soy bastante extrovertido, de hecho hablo mucho como buen pisciano, pero soy muy privado con mis cosas personales y no por ningún tipo de postura. Se puede saber todo, la gente puede intuirlo todo y no me importa, pero yo soy muy discreto. Creo que mi vida privada es eso, privada.

«Todo parte desde la investigación y crear una narrativa que se cuente con imágenes»

RB  Y justamente, hablando de momentos de intimidad, sabemos que eres un gran melómano y que amas el cine. ¿Qué música escuchas y cuáles son tus cineastas favoritos a la hora de relajarte y desconectarte del trabajo?

AD – Soy de gustos muy variados en la música pero me encanta coleccionar soundtracks de películas. Hay uno en especial que me viene ahora a la memoria, pertenece a la película “Under the skin” que fue protagonizada por Scarlett Johansson y el compositor es Mica Levi. Y me gusta también la música alternativa, la música electrónica y hasta tengo mi lado rockero. Tú me puedes ver escuchando tanto a Duran Duran o Pet Shop Boys como a  AC-DC o Judas Priest.

«Novecento». Foto cortesía de @Textos_y_guiones

Y bueno en cuanto a directores, ¡wooo!, es que son tantos y en estas cosas siempre se te queda alguno por fuera, pero te puedo decir que me gusta mucho Paul Thomas Anderson (“Magnolia”, “Boogie Nights”), moriría por trabajar con ese director. Me gusta mucho Terrence Malick (“La delgada línea roja”, “El árbol de la vida”), por supuesto el gran Martin Scorsese, y de los directores más contemporáneos realmente amo las películas de Tom Ford (“A Single man”, “Animales Nocturnos”).

RR – Cuéntanos ahora sobre Ofelia, la dueña de la casa y del corazón de Antonio Delli. ¿Cómo se conocieron? Porque tengo entendido que eso fue amor a primera vista.

AD  – (Risas) Siempre he sido amante de las mascotas, siento que uno aprende tanto de los animales. Mi primer dolor de vida fue cuando se murió Muñeca, que era una Cocker Spaniel. Recuerdo que estábamos toda la familia en la playa y ya recogíamos para irnos cuando un vehículo, de esos “todo-terreno”, pasó a toda velocidad y la atropelló. La mirada de esa perra nunca la voy a olvidar.

Luego pasó el tiempo y cuando me mudé solo pensé en tener otra mascota, pero entre mis horarios y una cosa y otra lo fui relegando. Y una semana antes de encontrar a Ofelia yo tuve en mis manos una cachorrita de Lobo Siberiano, que es una raza que siempre me ha gustado, y estuve a punto de comprarla pero mi sobrina me dijo: “No compres tío, rescata una mascota, ve a una fundación” y total que no la compré.

Y una noche fui a ver una obra de teatro con unos amigos y al salir nos fuimos a lo que era “Mamá Teresa” en el Teresa Carreño a comer una pizza y tomarnos algo. Y la futura Ofelia estaba dando vueltas por allí. Unas chicas sentadas en otra mesa le estaban dando agua y luego se acercó a nuestra mesa. Y como yo conocía a la encargada del local, le pedí que me diera algunos trocitos de jamón y se los fui dando poco a poco a la perra y luego ella se echó ahí y se durmió en mis pies. No sé si eso fue manipulación de su parte (Risas).

Pero entonces tanto mis amigos como otros actores que estaban en otra mesa empezaron “Ay Antonio, llévatela. Esa perra se ve linda ahí contigo” y en medio de todo aquello yo me pregunté: ¿Será que llegó el momento? Y bueno entre todos armamos una logística, busqué el carro y me la llevé. La dejé tres días en resguardo con un veterinario para que le hicieran todo el despistaje, ahí le calcularon que tenía aproximadamente un año y medio y dije que era perfecto porque así ya no me iba a dañar nada en la casa (risas) y afortunadamente más allá de un poquito de sarna y un tanto desnutrida: no presentaba ninguna enfermedad ni nada raro. A los tres días me la entregaron y así llegó Ofelia a mi vida.

Y ya tenemos seis años juntos. Incluso hasta se hizo famosa porque estando yo en Venevisión me invitaron a formar parte de la campaña “Somos lo que queremos”. Que es un emprendimiento social maravilloso que tiene la gente de Cisneros Media y que ha cubierto muchos temas variados y uno de ellos fue sobre cuidado y rescate animal. Llamaron a varios que tuviésemos anécdotas al respecto. Y recuerdo que grabamos en el parque de Los Samanes, donde hay unas rocas enormes y bueno a partir de ahí a Ofelia casi que le piden autógrafos.

«“Novecento” ha sido un regalo. Una experiencia muy grata como actor»

RB – Ya para culminar Antonio, ¿cuéntanos tu experiencia personal con este maravilloso monólogo llamado “Novecento” y cuáles son tus nuevos proyectos?

AD – “Novecento” ha sido un regalo. Una experiencia muy grata como actor. Además, hacer este unipersonal fue como el resultado final de una serie de factores que se fueron dando porque en el 2017 recuerdo que Douglas Palumbo de Queiroz Publicidad –un queridísimo amigo y gran amante de las artes– me comentó que había visto la obra con el gran actor argentino Darío Grandinetti y pensó: “Ese personaje le iría muy bien a Antonio”, entonces yo le dije que bueno, que buscara los derechos y con mucho gusto yo ayudo, porque yo soy muy malo para eso de los derechos.

Pero al poco tiempo después, Dairo Piñeres y Johana Villafranca que siempre trabajan juntos como productores se me acercaron y me dijeron: “Antonio, quisiéramos hacer Novecento”. Entonces pensé que eso no podía ser casual y se comenzó a mover todo, pero por varias razones no se pudo llegar a una fecha hasta este año y por fin el proyecto se montó y ha sido una gran satisfacción. Me ha enseñado mucho como actor y la conexión que se logra cada noche con el público es maravillosa. Ha sido una experiencia realmente mágica. Tanto, que ahora vamos a viajar a Miami a finales de octubre para presentarla en el Paseo Wynwood y al regresar vamos  a recorrer algunas ciudades del interior del país.

Y como proyecto por ahí me surgió la idea, a raíz de un trabajo que realicé con la Camerata de Caracas, de realizar un monólogo sobre la vida de Beethoven, pero por ahora solo es eso: una idea.

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