El intento de asesinato a Franklin Delano Roosevelt en el Downtown de Miami, es un episodio en la historia que la justicia y el tiempo no han podido explicar.
Por Pedro Medina León.
Era febrero de 1933 y Franklin Delano Roosevelt vacacionaba por última vez antes de asumir la presidencia de los Estados Unidos. Navegaba entre las Bahamas y Florida, a bordo del yate Nourmahal. En su agenda no había más actividades que pescar, a excepción de una breve parada en Miami, pueblo anglo y conservador de apenas 45 años, que luchaba por levantar cabeza tras The Great Depression y la primera debacle inmobiliaria. El Nourmahal anclaría en el Bayfront Park, donde Roosevelt dirigiría unas palabras. En el encuentro lo acompañaría Anton Cermak, el Chicago City Mayor; y entre los veinticinco mil asistentes Giuseppe Zangara, un inmigrante italiano de treainta y tres años que abrió fuego a quemarropa con una calibre .32. Ninguna de las balas impactó en Roosevelt, pero hirieron a cinco personas, entre ellas Cermak, quien días más tarde murió en una cama del Jackson Memorial Hospital.
Las teorías sobre el atentado fueron múltiples, una era que Zangara formaba parte de un grupo terrorista italiano, otra que el objetivo real era Anton Cermak y que Zangara era miembro de la mafia de Chicago, encabezada por Al Capone, a la cual Cermak había combatido. Las declaraciones de Guiseppe Zangara, sin embargo, no corroboraron estas teorías, más bien reiteraron su intención de matar al presidente electo, y agregó que si tuviera otra oportunidad lo volvería a hacer. También se disculpó con los heridos y sus familiares, de eso sí se arrepentía.
Giuseppe Zangara era un sujeto con la fisonomía de un adolescente, nacido en un pueblo de Calabria, Italia, que partió de un barco en Nápoles y llegó a Estados Unidos en 1923. La necesidad obligó a su padre a retirarlo de la escuela a los cinco años para que trabajara, y no retomó los estudios —recién a los 19 trató de aprender a escribir—. Desde pequeño desarrolló un dolor abdominal que lo acompañó hasta el último día y que ningún médico logró identificar sus causas. Para Zangara el motivo era simple: desempeñarse siendo aún muy niño en la construcción, y eso se debió a la pobreza, y la culpa de la pobreza la tenía el capitalismo, y los culpables del ejercicio del capitalismo eran las cabezas de los gobiernos que lo practicaban: presidentes y reyes. La suerte de Zangara en Estados Unidos fue similar a la de su país, aquí trabajó como albañil en New Jersey y New York, y cada vez que reunía dinero, se mudaba una temporada a una ciudad de clima cálido, como California o Florida, ya que el frío intensificaba su dolor.
Luego del atentado, a Zangara se le arrestó y transportó a la Miami Dade County Jail. En los interrogatorios se mostró errático, no recordaba si compró la calibre .32 uno o dos días antes del incidente, recordaba, sí, que lo hizo en una tienda de empeños de Miami Beach, de un comerciante judío. Mostró también dificultad para entender el idioma y expresarse: mezclaba el italiano y el inglés. Y además, a criterio de muchos, su salud mental se manifestó dudosa. El argumento de Zangara en todo momento fue el mismo: quería matar al presidente electo porque el capitalismo tenía la culpa de sus molestias. A pesar de que no hubo exámenes médicos que pudieran determinar su incapacidad mental, y que algunos procedimentos legales resultaron cuestionables, el 9 de marzo el juez leyó la sentencia que lo condenaba a la silla eléctrica Old Sparky.
En la madrugada del 15 de marzo, cinco semanas después del episodio de Bayfront Park, Zangara fue trasladado a la Florida Prison Farm at Raiford. A las 9:15AM se sentó en The Old Sparky —era tan menuda su contextura que el casco le quedó grande—, con buen semblante y pronunció sus últimas palabras: “Viva Italia! Goodbye to all poor people everywhere. Push da button. Go ahead. Push da button!”.
La muerte de Zangara hizo eco en la prensa de toda la nación con los argumentos más diversos. En el plano local, The Miami News, periódico sucesor de The Miami Metropolis, el primer diario de la ciudad, la reportó bajo el siguiente titular: Cermak Slayer Dies in Chair at State Jail. Era una nota escueta, que indicaba que la autopsia determinó que Zangara tenía la vescícula biliar inflamada, aquello pudo ser la razón de su dolencia, y que el cerebro se encontró en óptimas condiciones.
Escritor y conferencista
Columnista en The Wynwood Times:
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