Por Letty Navarro.
Si por un momento, en los últimos años, Venezuela hubiera tomado los atributos de un personaje, y expresarse, seguramente nos hubiera dicho que estaba saturada y cansada de tantos comentarios negativos y quejas. Quizás, nos contaría su propia historia; cargada de argumentos fuertes y válidos. Y muy probablemente, nos cambiaría la perspectiva del asunto. Venezuela sería todo un personaje sensible, cálido y con gran sentido del humor. Nos recordaría que tenemos todo lo que necesitamos para superar nuestros miedos y la crisis. Nos afirmaría y animaría a hacernos responsables y asumir el crecimiento.
Sin embargo, hoy, la historia sería un tanto diferente. Si Venezuela echara el cuento, el guion cambiaría un poco. Nos confrontaría y nos recordaría cuántas cosas hemos resistido y cuántas hemos reencuadrado para poder manejarlas. Como una madre, en medio del temor y del dolor de ver lo que ocurre en gran parte del planeta, asumiría un rol nutritivo y cargado de esperanza. Seguramente nos diría “cuídense para que puedan proteger a otros.“
¿Cómo sería su narrativa para enmarcar esta situación de aislamiento y temor? ¿Cómo contaría historias en un contexto inspirador y cargado de sentido? Ciertamente, lo haría con un toque del drama que vivimos, así como su carga de sentido del amor; incluiría los sube y baja de los estados de ánimo que a diario nos trastornan, nos mostraría las circunstancias en las que podemos ganar o perder; y definitivamente, nos enfocaría en el aquí y el ahora para poder mirar hacia adelante sin expectativa. Una trama sin desperdicio y en la que el aburrimiento no tiene cabida.
Venezuela, este personaje tan popular y conocido en el planeta por motivos políticos y de derechos humanos, cambiaría la perspectiva y propondría preguntarnos “¿Qué provecho podemos sacar de esta situación global? ¿Cuál es el sentido y significado que le damos? ¿Qué queremos contar y compartir como experiencia inspiradora para apoyar a otros? Cuando profundizas, ¿qué valor y sentido le das a este momento?
Venezuela, el personaje, nos recordaría que al contar una historia si muestras sentido y valor para otros, ellos te reconocen, y eso, es, definitivamente, una caricia*, un acto de amor. De hecho, también es una caricia para otros, si se reconocen en tu historia.
Venezuela, ¿cuál es la historia que estás compartiendo hoy? ¿Es coherente con lo que queremos contar? ¿Tiene sentido en este momento? ¿Qué aprendizajes pasados nos fortalecen ahora? ¿Asumimos total responsabilidad por el lenguaje que utilizamos para escribirla? ¿Estamos contigo en este barco en medio de la tormenta?
Esta tierra, esta nación reconoce y aprecia el impacto que tenemos sobre otros, y lo vital que eso es para continuar el camino de crecimiento que nos toca vivir. Un pequeño toque puede hacer la diferencia. Créelo, tienes todos los recursos para escribir una gran historia que impacte. Sin importar la condición económica, política o social, los venezolanos están compartiendo historias inspiradoras que marcan la diferencia. De nuestras vidas surge el significado y el propósito que nos permite afectar al mundo y contribuir en convertirlo en un mejor lugar.
¿Qué esperas para contar tu historia?
*Eric Berne, el padre del Análisis Transaccional definía las Caricias como la habilidad de reconocer al otro.
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Coach, conferencista y facilitadora de procesos de crecimiento y de branding.
Columnista en The Wynwood Times:
Nuestra gente que inspira