Por Ari Silva.
El mundo se ha vuelto un espacio lleno de tendencias y modas. Las redes sociales nos mueven y terminamos haciendo lo que la mayoría dicta. A veces eso es malo y a veces, como en este caso, es bueno para nuestro bolsillo y para el planeta. Lo gastronómico no es ajeno a la novedad y así como todos quieren ir a los restaurantes que están en boga, los cocineros también queremos estar en la onda. Cada día crecen los locales donde sirven comida orgánica, los farm to table, los veganos, los gluten free, etc.
Hace poco me enteré de la movida del “Trash cooking” y aunque suene bastante feo, no lo es. El trash cooking o cocina de aprovechamiento, no es otra cosa que lo que nuestras mamás y abuelas hacían y nos enseñaban, a menos claro está, que les haya tocado la gracia de nacer en una familia adinerada. En mi caso no fue así, por lo que mi abuela aprovechaba absolutamente todas las verduras y carnes haciendo magia y malabares con el presupuesto semanal. En este momento de concientización global hacia la conservación, es muy importante aportar soluciones desde nuestro frente. ¿Sabían ustedes que según la FAO, estamos tirando a la basura un tercio de los alimentos que se producen en el mundo? Alarmante. Sobre todo si venimos de países que la están pasando mal en el área alimentaria.
Huesos de pechugas de pollo que se convierten en sopas, sobrantes de arroz que al unirlo al huevo y verduras reviven en forma de croquetas, pan duro que al endulzarlo con azúcar, uvas pasas, leche y huevos, se vuelve postre. Hay tantas comidas que se pueden “reanimar” con creatividad que podría crear cientos de recetas con sobrantes.
Yo me considero una experta en cocinar con lo que encuentro en la nevera, y no es por tacañería, es porque las frases “La comida es sagrada”, “Los alimentos no se botan”, “¿Tú sabes cuántos niños se mueren de hambre en el mundo?, se me metieron en el ADN desde niña. Cuando tiro algo al cesto de la basura es porque literalmente está podrido y no reviviría ni con reanimación cardiovascular.
En estos días limpiaba las hierbas del mini huerto que tengo en el balcón y al terminar quedaron en el piso muchas hojas buenas de menta, albahaca y salvia. Me dio lástima botarlas, sobre todo porque les tengo una estima muy especial a mis plantas. Son parte de mi familia. Al verlas mi mente se llenó de posibilidades. Ya había hecho mojitos el fin de semana por lo que la posibilidad del cóctel no fue mi primera opción. Además, apenas eran las 9 de la mañana. Fue cuando busqué en Internet algunas recetas para aprovechar las hojas aún verdes de mis plantas.
Una ensalada de pepinos y espinaca con aderezo de menta, miel y yogur, me saltó a la vista y corrí la nevera a ver si me alcanzaba un poco del yogur sin azúcar que había usado para el desayuno. Luego pensé en el primer plato que sería un filete de pargo y queriendo darle un toque divertido, lo imaginé con chimichurri fresco hecho con los restos del perejil que sobrevivía de mi último mercado. Había comprado unos pimentones rojos que estaban de oferta por maduros y magullados (esta también es una buena forma de ahorrar dinero) y aproveché de asarlos y preparar un encurtido en aceite de oliva y así deshacerme de mi albahaca, tomillo y salvia. La menta también se volvió agua refrescante con un poco de limón y miel. En una hora ya había transformado algunos alimentos que podrían haber ido a la basura, en comida reconfortante, casera y deliciosa.
Quizá no haya salvado al planeta del hambre, pero me sentí mejor aprovechando al máximo las verduras y hierbas. La próxima vez que tengan pescado sobrante, agreguen pan rallado, huevo, cebolla, perejil y harina de trigo y tendrán unas ricas croquetas. ¿La fruta se maduró muy rápido? con un poco de azúcar y alguna cascarilla de limón, te saldrá una mermelada para el desayuno aún más deliciosa que la que compraste en el abasto.
Conocí a una cocinera espectacular que de un kilo de guayabas sacó unos carnosos cascos, con la piel hizo mermelada y del agua donde cocinó la fruta y la pulpa con semillas, preparó una “delicada” de guayaba: ¡Tres dulces con la misma fruta! Encurtidos, aceites infusionados, aderezos, chimichurris, sopas, empanadas y dulces se pueden preparar con recortes y sobrantes.
Reciclar, convertir y reutilizar son formas de contribuir para construir un mundo mejor. ¿No se te ocurre ninguna receta? Búscala en la red o simplemente escríbeme.
Buen provecho.
@AriSilva.Kitchen