Naufragio
«Me asomaba muchas veces al día y veía, y sentía que debía «quedarme» para siempre con esas imágenes, sin ningún motivo. Sabía que pertenecía al mismo barco, que ver por las ventanas, las velas caídas, ahora como trapos, era asistir a un común naufragio. A ratos entendía que me hundía como todos, otras veces quise pensar que la cámara me salvaría, me haría solamente testigo, pero no funcionaba, el agua siempre entraba.
Pero también entraban imágenes que hablaban de una manera de resistir: los trapitos ordenadas por colores, las ropas de los niños…»
«Le debo a ese camarote haber aprendido algo del arte de naufragar, en gerundio.»
Carmen Elena Gonzalez Salas