Por Letty Navarro.
La situación del momento ya no sólo afecta a venezolanos, dentro y fuera del país; se concibe como una pausa obligada y global que nos invita a cambiar la mirada que le damos a este #quedateencasa, impuesto como medida de prevención y protección. Ya no se trata de diáspora, ni de migrar fuera de tu propio espacio, sino de migrar hacia adentro. El viaje es oportuno, a pesar de que mostramos resistencia.
Nos tocó, y nos toca vivir este proceso sin distinción de raza, economía, si venimos de países desarrollados, en vías o en aparente estancamiento. Todos vamos juntos en este naufragio colectivo que, sin duda, nos transforma minuto a minuto. Apreciar qué significa estar vivo y entender cuan frágiles somos. Podemos resistirnos, luchar, pelear y llorar, pero nos toca cuidarnos con profundo sentido común y hasta con sentido del amor: como esa madre que abraza y cuida a su bebé. Nos toca construir un espacio nutritivo y sencillo que redunde en transformación. Una esperanza cultivada de manera intencional, con premeditación y alevosía.
Migrar hacia adentro, nos invita a la intimidad consigo mismo y con nuestro círculo familiar. Apreciar el momento que nos toca vivir para reconocer qué nos sostiene y mantiene con vida; qué nos impulsa y motiva a continuar y a protegernos. Nos toca aprovechar el tiempo y valorar lo importante, valioso y esencial. Aceptar que no podemos cambiar el momento, pero sí podemos cambiar nuestra actitud. Una pausa para encontrarnos y conectarnos con la esperanza, con el amor. Podría decirse que se trata de una aventura cargada de incertidumbre que nos brinda una mirada completamente franca para apreciar qué es importante, reconocernos y aceptarnos, para luego, conectarnos con el otro. Llorar por el que partió y apoyar a aquel cuyo corazón aún late.
Nacemos con la capacidad y el potencial para transformarnos, y en medio de estas circunstancias dolorosas, sin duda, seremos más compasivos y estaremos más dispuestos a ponernos en los zapatos del otro. El juicio, también, está en pausa pues debilita y desgasta. Ahora, al amanecer, agradecemos el despertar y contactamos a los nuestros para seguir en gratitud. Entendimos que la vida tiene más valor que la comida, el cabello más que el tinte, y estar a salvo en casa no se compara con una cárcel. Cada tema toma singular importancia pues nos lleva a la raíz, a nuestra esencia vital.
Nos toca proponer una mirada apreciativa del momento que vivimos. Hacernos responsables de la vida, de lo que podemos aprender, explorar y descubrir en este espacio. Enfrentar los miedos, y con valentía tomar la decisión de sanar el corazón, perdonar y crecer; entender que es tiempo de reconocer la bendición y dicha de estar con vida. Abrazar este espacio inédito y duro que nos invita a distinguir lo verdadera y genuinamente importante, qué podemos aprender, cómo podemos mostrar la generosidad, e incluso, cómo comprometernos de manera asertiva.
Hoy reflexionamos, aprendemos y nos hacemos cargo del cambio que queremos ver al contar nuestra historia e impactar el entorno a través de ella. La premisa es tocar e inspirar a otros: Agregar valor. Transformemos el contexto, y luego, juntos, transformaremos el planeta, ya que éste nos ofreció esta pausa para valorar la vida como prueba de amor.
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Coach, conferencista y facilitadora de procesos de crecimiento y de branding.
Columnista en The Wynwood Times:
Nuestra gente que inspira