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Por Angel Moronta.

¿Qué pasa cuando cambian las cosas y nada es como debía ser? Cambios como cuando ponerse tapabocas ya no es común en la vida diaria de algunos países en Asia sino un ajuste necesario en el mundo. Cambios como cuando no poder ir a la escuela o al trabajo ya no es por falta de gasolina, de comida o de dinero para el pasaje. Lo que somos como padres, hijos, profesionales, o simplemente, seres humanos, se enfrenta a presiones que nos obliga a convertirnos en algo que no somos. Se presenta un cambio de roles desde el deber.

   En los diversos roles que todos asumimos a lo largo de nuestras vidas, se presentan los dos caminos frente a nosotros: el camino del deber y el camino del ser. Robert Frost en su poema “El camino no elegido”1 nos podría dar una pista. Tomemos el camino menos transitado, y eso hará la diferencia. Y en el 2020 la necesidad de hacer las cosas diferente vino forzada con una pandemia. Se repite la experiencia de la gripe española de 1918. La gran diferencia es que disfrutamos nuestra “pangea” tecnológica que casi simultáneamente nos une y nos separa.  Esta tendencia del mundo interconectado podría tener repercusiones más complejas que hace cien años.

   Vemos fotos en las redes mostrando como el planeta se recupera mientras nos quedamos en casa. Mientras la tierra descansa de nosotros, en algunas zonas del mundo, muchos no descansan y menos en casa. La pandemia ha provocado cambios en la configuración de las actividades diarias más básicas. Hasta la forma de ir a trabajar (si aún debes o puedes) se ha convertido en un ritual único.

   Ya no hay viernes para que se acabe la semana, especialmente cuando pensamos en las escuelas. Cuando los niños comienzan a preguntar los sábados si mañana hay tarea, o si el mismo sábado en la mañana dice que debe sentarse a terminar alguna actividad, nos damos cuenta que el deber ser en nuestro software mental ha cambiado. Padres, madres y todos los miembros de la familia que apoyan en esta pandemia para mantener la escuela activa en las casas alrededor del mundo, han comenzando a escuchar preguntas cada vez más complejas. Preguntas que podría responder mejor los maestros y profesores.

La pandemia ha generado en casa un cambio repentino en la identidad cultural individual. Los roles que teníamos definidos de alguna forma antes de la pandemia han tomado nuevos rasgos, y poblando los hogares de padres-maestros e hijos-alumnos. Teníamos una visión clara de lo que éramos antes de la pandemia (ver imagen). Sin embargo, los padres comienzan a sentir un cambio en su rol específico en casa para asumir de la mejor manera posible funciones docentes y los hijos a su vez, sus funciones de estudiante. El shock cultural es de esperarse cuando los roles que nos definen dentro del marco cultural específico deben replantearse.

La identidad individual da estabilidad, y al incorporar funciones desconocidas en nuestra dinámica conocida, se fractura lo que somos, para intentar convertirnos en lo que debemos ser dadas las circunstancias particulares. En este punto, me inclino por darle un vuelco lingüístico para acercarnos a una posible solución. Evitemos usar “se fractura”, para reducir la influencia de lo externo (pandemia), utilicemos “se libera” para impulsar nuestra fuerza interna, nuestro potencial. Y en lugar de la palabra “debemos” en el contexto de hacer o ser, considero prudente utilizar “podemos”.

Como explico en artículos anteriores en el modelo de ajuste cultural, es posible la transición de un estado de shock a otro más estable. La transición sería el ajuste. Y recordando siempre que es recurrente, que pueden presentarse altibajos, también es indudable que el ajuste ocurrirá. El cambio de roles ocurre con mucha frecuencia a lo largo de la vida. Al nacer, comenzar la escuela, graduarnos, comenzar vida en pareja, tener hijos, mudarnos, divorciarnos, fundar una empresa, o escribir un libro por mencionar algunos cosas, estamos asumiendo diversos roles. Escojamos o no estos roles, los vivimos. Vivimos ajustes y desajustes al inicio, durante el  proceso, al final, y al volver a empezar.

Esta experiencia de ayudar a mantener la escuela en casa tiene entonces dos abordajes. Uno que resta y otro que suma:

Cuando debemos, nos obligamos a tomar más de lo que podemos manejar promoviendo fracturas, rupturas emocionales o  físicas. Muchos padres quizás estén levantándose mucho antes que su hijos para aprender a usar mejor las aplicaciones o para enviar correos individuales a los maestros. O gastando energía valiosa discutiendo temas de educación que desconocemos.  En esta realidad particular, hasta el concepto de educación está cambiando.

Ahora bien, cuando podemos, aprendemos de los mismos niños y jóvenes mientras usan los equipos y recursos o completan sus actividades de la forma tradicional con papel y lápiz. Le preguntamos como hacían cuando estaban en clase y escuchamos con atención su explicación de experto. Escribimos a correos específicos, cortos, precisos y respetuosos a los maestros y profesores. Como profesor se que estamos trabajando en entender a todos los padres de una u otra forma y un correo así ayuda mucho.

Padres y docentes somos como trenes que arrastran sus múltiples vagones de ideas, proyectos y responsabilidades. Aunque la experiencia que estamos viviendo se vea como un choque de trenes, evitemos avanzar sobre los mismos carriles aunque los eventos pandémicos sacuden la tierra y amenazan cruzar nuestros caminos. Ser consciente de nuestra identidad como padres, nos permite ver esta experiencia como una oportunidad para desarrollar habilidades liberando potencial, ideas y conocimientos.

Cuando te graduaste de papá o mamá, el componente docente no venía en el título. Nunca te viste explicando como explican los maestros y menos todas las materias. Te aseguro que no es lo que debes hacer. Haz lo que puedas hacer.

Como docente, sé que nuestro rol profesional se mantiene en casa, hasta que ocurren eventos como una pandemia. Ciertamente, la vida volvió a la normalidad después de la pandemia de principios del siglo XX. Bajo esta experiencia del siglo XXI, también muchos docentes-padres como yo tenemos el reto de decidir que el cruce de trenes no debe ocurrir.

Está en nuestras manos decir que no solo somos docentes.

Somos madres.

Somos padres.

Y hacemos  lo que podemos.

 

Referencias:

  1. Robert Frost. Poema: El camino no elegido. https://www.youtube.com/watch?v=eD1QjPtf7EI[Video disponible en you tube]
  2. World Learning. (2018). Identities Wheel. In “Integrating Critical Thinking Skills into the Exploration of Culture in an EFL Setting” [MOOC].
  3.  Lorraine Cormier. Father son walk child [imagen]. Disponible en [https://pixabay.com/users/ljcor-3559387/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=2770301]

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Profesor Internacional de Inglés y Español como Lenguas Extranjeras. Coach y Facilitador Champion Influence®

Columnista en The Wynwood Times:
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