Sus cuerpos esqueléticos y de colores extraños, siguen escandalizando a los más sensibles. Egon Schiele es un maestro modernista que nació en Austria y se convirtió en una de las voces más poderosas del arte. Aquí, analizaremos por qué su trabajo tiene un subtono “perturbador”, basándonos en los estímulos –positivos y negativos–, que experimentó a lo largo de su vida. Después de conocerlo, jamás lo verás igual.
Por Mary Villarroel Sneshko.
«Autorretrato» por Egon Schiele en 1912.
Una tragedia lo llevó a perseguir su pasión
Egon Schiele nació en 1890 en Tulln, Austria. Creció bajo el seno de una familia numerosa pero con recursos limitados. Su padre era el jefe de la estación de trenes y todos vivían en un pequeño apartamento dentro de la estación.
Desde muy pequeño sintió interés por la creación. Nadie en su familia tenía inclinaciones artísticas, por lo que su pasatiempo era muy extraño para todos. Se dice que comenzó a dibujar desde los dos años, pero no tuvo apoyo en su talento sino mucho tiempo después.
Era un niño tímido, callado y no le iba muy bien en el colegio. Su padre falleció (más abajo tienes cómo esto le afectó) y se mudó con uno de sus tíos. Tras reconocer que era totalmente inútil como estudiante, su tío le sugirió que siguiera su pasión por el arte y se presentara en la Academia de Bellas Artes de Viena, fue admitido.
Fue gracias a su tío, que Schiele persiguió su pasión como artista. Al principio le iba muy bien siguiendo las instrucciones de sus maestros pero al poco tiempo, se sintió apresado por las exigencias academicistas de la época y abandonó. Él quería seguir su propio camino.
Dato curioso: Adolf Hitler se presentó como estudiante dos veces en esa misma academia y las dos veces fue rechazado. La primera por ser considerado poco talentoso, la segunda, por su incapacidad de dibujar cuerpos humanos.
Su relación con Klimt: maestro e inspiración
Egon Schiele en conjunto con Gustav Klimt en 1907.
Ambos son los más grandes representantes del modernismo en Viena y juntos compartían una misma visión: la aversión por La Academia. Tras abandonar sus estudios formales, Egon Schiele formó un movimiento artístico independiente pero no prosperó. Todo cambió cuando conoció a Klimt en 1907 y la conexión fue instantánea.
Klimt se convirtió en su más grande maestro, era el jefe del movimiento artístico llamado “Secesión” que buscaba libertad creativa.
Con él, aprendió muchísimo sobre anatomía, yuxtaposición y expresión artística. Gustav estaba más posicionado en la sociedad por lo que ayudó a Egon a conseguir patrocinantes, modelos y también, le regalaba dibujos y pinturas para que los usara como guía.
En oposición a lo que se cree, ambos no mantuvieron una buena relación por mucho tiempo. Problemas con modelos y por los amores de algunas mujeres lograron separarlos, aunque la influencia de Klimt duró para siempre.
Él fue quien impulsó a Egon a explorar con desnudos y le quitó el miedo de representar todo lo que tenía por dentro. Fue el empujón que necesitaba para darle rienda suelta a su creatividad.
¿Por qué sus cuerpos son tan extraños?
«Autorretrato desnudo» por Egon Schiele en 1916. Él solo utilizaba los colores brillantes cuando quería darle atención a las zonas erógenas.
Figuras huesudas, con tonos de piel cadavéricos y casi putrefactos, eran los motivos de Egon Schiele. Mientras vivió con su tío, conoció a Joseph Holznecht, un reconocido radiólogo de la época.
Para Schiele, ver la estructura de los huesos del cuerpo humano, resultaba fascinante. Los cuerpos vistos a través de los exámenes marcaron eternamente su forma de pintar.
Si estudiamos las manos y la delgadez de sus cuerpos en dibujos y pinturas, es fácil de ver que son casi esqueléticos: justo como unos rayos X.
Desde que comenzó a perseguir su propia visión en el arte, se volvió escandaloso. Sus pinturas retratan sin temor alguno, exploraciones de la sexualidad. La desnudez extremadamente explícita, el placer de la masturbación, las zonas erógenas del cuerpo y la vulnerabilidad del desnudo. El tabú era su musa.
Hay quienes dicen que Schiele sufría de una extraña enfermedad llamada distonía muscular, una condición que produce espasmos incontrolables del cuerpo. Es una hipótesis en búsqueda de una explicación por las extrañas poses en las que solía pintarse, pero jamás se comprobó.
El sexo y la muerte: dos asuntos que nunca pudo desligar
«Muerte y hombre» por Egon Schiele en 1900.
Egon Schiele rara vez utilizó colores naturales para pintar los cuerpos de sus modelos, utilizaba colores asociados a la muerte y putrefacción: morado, amarillo, verde. Para él, la sexualidad y la desnudez de los cuerpos, estaban ligadas inseparablemente a la muerte, por un trauma en su infancia.
Su padre murió de sífilis cuando él tenía 15 años. Siendo una enfermedad de transmisión sexual, Egon relacionó enseguida la sexualidad con la muerte. La sífilis causa deformaciones, alucinaciones, graves heridas en la piel y resulta muy perturbadora a la vista. Esto lo traumatizó y quedó para siempre en su inconsciente.
Es por esto, que todos sus desnudos además de ser esqueléticos, tienen un aspecto enfermizo y perturbador. Fue su forma de conectar la muerte con el sexo. Pero esto no quiere decir que Egon le temía al sexo, todo lo contrario, le fascinaba todo alrededor del placer físico. Fue uno de los primeros artistas en pintar la masturbación y en retratarse desnudo.
La ‘histeria’ tomó las calles de Viena
Mientras Egon Schiele exploraba su estilo como pintor, Austria se encontraba en un proceso extremadamente complejo: el imperio austrohúngaro estaba al borde del abismo y el comienzo de la Primera Guerra Mundial hizo que la colectividad entrara en pánico.
En todo ese proceso, comenzó en la sociedad vienesa una pasión extraordinaria por el análisis de la mente. Sigmund Freud, fue el principal propulsor del psicoanálisis y de la importancia de las enfermedades mentales, por él se comenzó a propagar información por todos los círculos intelectuales de la ciudad.
A las manos de Egon Schiele, llegaron los análisis de un neurólogo francés llamado Jean-Martin Charcot que estudió la histeria a través de foto reportajes de sus propios pacientes. Las expresiones faciales que se encontró lo llenaron de inspiración y lo impulsaron a explorar poses aún más distorsionadas.
Los demonios que atormentaban a los pacientes, fueron los mismos que hacían que la obra de Schiele se viera tan fuera de serie. Exageraba los ojos, las expresiones faciales, las posiciones del cuerpo, todo con el propósito de hacer que el espectador sintiera la misma desesperación.
Sus cuerpos esqueléticos encontraron el acompañante perfecto, al unirlos con los sufrimientos puros de la emotividad extrema.
Su expresionismo crudo y sin filtros
Dentro de su trabajo podemos ver claramente su pasión por la teatralidad, lo maldito, prohibido y obsesivo. Egon Schiele se retrató utilizando cientos de atuendos diferentes, en lugar de ser simples cambios de vestuario, lo ayudaban a explorar emociones que tenía escondidas en su interior. Se vistió de vagabundo, cardenal, mimo, empresario, exploró todo lo que pudo.
Su misión como artista no fue pintar lo que veía, sino cómo se sentía en el interior. Buscaba traducir en sus lienzos cómo las emociones podían transformar los cuerpos por fuera. Violaba deliberadamente las leyes de la naturaleza porque lo único que le importaba era desgarrar el cuerpo para desnudar el alma.
Parte de su personalidad como expresionista, está enmarcada por el concepto alemán de los Doppelgänger. Si bien el concepto varía según la historia, para Schiele era una especie de gemelo espiritual que vivía dentro de ti y solo salía al momento de tu muerte. Lo escenificó en un cuadro titulado: “Death and men” de 1900 en el que se retrató junto a dos fantasmas idénticos a él pegados a su espalda.
Su pasión por el drama de las expresiones corporales, la trabajó con un mimo reconocido de la ciudad: Erwin Osen, juntos encontraron una sinergia extraordinaria que los liberó artísticamente. ¿Qué hacen los mimos? Dan a entender sus emociones utilizando únicamente su cuerpo como lenguaje. Justo eso hacía Schiele con sus pinturas.
¿Encarcelado por pedofilia? El escándalo de su vida
«Acto de amor» (estudio) por Egon Schiele 1915.
Si en pleno siglo XXI sus obras todavía le pueden causar impresión a los más sensibles, imagínense en su época. Para 1912, el artista estaba extenuado de la vida en Viena y decidió mudarse junto a Wally Neuzil (su musa y amante que conoció gracias a Gustav Klimt). Juntos vivieron en Krumau, la ciudad natal de su madre y después se mudaron a Neulengbach.
Tras abandonar la ciudad, Egon tuvo una época como paisajista. Retrató los pequeños pueblos con la misma precisión que cualquier cubista, pero poco después, volvió a sus desnudos.
Wally posó cientos de veces para él, pero también contrataba niños desvalidos de la calle para explorar con diferentes cuerpos. Egon y Wally no estaban casados y vivir en concubinato, para la época, era muy mal visto.
Todos los vecinos le tenían el ojo puesto, no solo por su situación amorosa, sino por los extraños comportamientos que tenía en su hogar: visita constante de modelos y extraños. En un momento, los rumores por un supuesto secuestro a un menor llegaron a oídos de la policía y lo apresaron.
Estuvo en prisión por dos meses y casi lo condenan a 6 años de trabajos forzados, pero justo antes del juicio lo declararon inocente, todo había sido un malentendido.
En el proceso de investigación, allanaron su casa y encontrar cientos de dibujos de desnudos extremadamente explícitos no jugó a su favor.
Cuenta la historia que la policía quemó varios de sus dibujos en su cara, asegurando que era un degenerado y que debía parar. Después del trago amargo, salió libre y jamás cambió su estilo, de hecho, salió mucho más irreverente.
Las locuras de Egon Schiele con el amor
«La familia» por Egon Schiele en 1918.
Después de estar en prisión, Egon abandonó el pueblo y mudó su estudio a Hietzinger Hauptstrasse, en Viena. Todavía mantenía una relación amorosa con Wally, pero no tenía intenciones de formalizarla porque ella venía de una familia muy pobre y no tenía un buen futuro.
Comenzó a trabajar en su arte y justo en la calle de enfrente, aparecieron las hermanas Harms. Educadas, muy bonitas y de una familia bien posicionada. Egon enseguida comenzó a coquetear con Edith y a ella le gustó su atención. La irreverencia de su personalidad le daba una chispa a la monotonía de su vida.
Egon eligió a Edith por ser de una buena familia, pero su corazón quería a Wally. Incluso, le pidió que continuaran su relación en paralelo pero ella no quiso. No se volvieron a ver ni a comunicar jamás. La familia Harms no estuvo de acuerdo con la relación de Edith con Egon, pero se casaron igualmente en 1915. Días después de la boda, Egon fue llamado a servicio militar. No se podía negar. Edith lo acompañó y ambos se trasladaron a Praga.
Egon jamás peleó. Sus compatriotas entendieron que era pintor, por lo que lo tenían resguardado haciendo retratos de generales y soldados destacados. Esto le valió de mucho para él y su esposa, tenían más beneficios que los demás y pudieron tener cierta comodidad.
Para 1917, logró regresar a Viena y comenzó uno de los años más fructíferos de su vida. Expuso en numerosas ocasiones y se ganó el respeto de la crítica (aunque muchos consideraban que estaba loco).
Todo parecía ir de maravilla, su esposa Edith había quedado embarazada para 1918 y la imagen de la familia feliz habitaba tanto en su mente, que hizo un cuadro al respecto (The family, de 1918). Nadie se imaginó el terrible desenlace de la historia.
Edith se contagió de la peste española y murió embarazada a los 4 días. Egon también se vio afectado por la enfermedad y se fue a acompañar a su esposa solo 3 días después de su muerte. Sus últimas palabras fueron: «Mis pinturas se deben ver en todos los museos del mundo».
¿Por qué deberías prestarle atención a Schiele?
Sus obras hablan por sí mismas, no hay manera de estar frente a una de sus creaciones sin que se te desaten cientos de emociones por dentro. Su talento expresivo lo transforma en todo un ícono de la modernidad, su historia llena de misteriosos traumas y pasiones por lo oculto, lo vuelven un delicioso irreverente.
La popularidad que Schiele goza en estos momentos, es gracias a un grupo de artistas llamado “Los Accionistas”, que trajeron a la vida sus obras agradeciéndole por haberle dado tanto protagonismo al lenguaje corporal.
Egon pasó décadas oculto y olvidado, porque en la Segunda Guerra Mundial, Hitler (Que casi fue su compañero de clases), lo catalogó como un artista degenerado y lo prohibió.
Hoy, cuando nos enfrentamos a una obra de Egon Schiele, tenemos un encuentro cara a cara con el expresionismo más puro e irreverente, con sus fantasmas y sus demonios traducidos en pinturas.
Después de leer su historia, podrás hacer un acercamiento mucho más genuino a su trabajo. Entendiendo sus motivos y simpatizando con sus demonios. Nada más extraordinario que un artista que usa el arte como psicoanálisis y eso es lo que hizo él.
Si quieres disfrutar de las obras de Egon Schiele, la colección más grande está en el Leopold Museum en Viena.
Periodista Cultural
Columnista en The Wynwood Times:
Por amor al arte