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De la ciudad azul a la ciudad dorada (parte II)

Ene 31, 2017

por Zosthleen Taruni

 

 

Bienvenida en el hotel 1st Gate Home Fusion en Jodhpur Jaisalmer. Será mi hogar y mi escuela estos próximos meses y luego se verá,

Como vaya viniendo vamos viendo, que es la traducción criolla de Carpe Diem…

En carro camino a Jaisalmer, no hubo forma de conseguir puesto en el tren, si fuera Venezuela pensaría que es mentira, que es solo para engañarme, porque en carro cuesta diez veces más. Aquí no.

 

El paisaje es igualito a la vía de Carora o la carretera vieja a Barcelona, ni gamelote hay, pero cují sí y en abundancia, así sigue el paisaje por 4 horas.

Me siento como en casa, ni tomo fotos, total ¿para qué?

Solo que aquí se ven sucesivas canteras de piedra arenisca, rojo vino primero y amarilla después, que se usa para construir bonitas casas y mas frescas.

La carretera es estrecha y llena de huecos, en realidad un desastre, el chofer va sin cinturón, “of course” y yo atrás.

¿Es peligroso adelantar en curva? ¿quien dijo?, en la india manejan malísimo y tocan todo el tiempo corneta. Calculan por milímetros la distancia por donde pasa el vehículo, tan al milímetro que mi técnica para mantener la calma es mirar hacia otro lado y cuando es “too much» cierro los ojos para no alterarme. Mucha basura por todos lados.

Las famosas vacas realengas ¿podría alguien escribir la bitácora de una vaca viajera en la India?

cabras, ovejas peludas en el desierto, aparecen los primeros camellos, y los perros callejeros.

Todos en las ciudades, en condiciones que mejor ni mirar.

Sorteamos los rebaños de vacas con el mismo estilo de manejo que practicaba mi hijo en los carritos chocones ¡Uy! Suerte que no son toros.

A medida que nos alejamos de Jodhpur mejora la carretera, hay grupos de hasta 10 policías acostados, uno pegado del otro, intentando que los carros frenen.

Bosque de hélices gigantes en el horizonte, turbinas eólicas, muchas no se mueven y mi sangre venezolana aflora por la falta de viento o de mantenimiento.

Se construyen cercas que no son de palo sino de lajas de la misma piedra arenisca , pero ¡habiendo tanto árbol!

Churuatas indias, mas bien feúchas.

He llegado a Jaisalmer.

 

¿Dónde esta el desierto? Aún no lo veo. Cuatro horas de carretera y el paisaje no ha cambiado.

Curioso este desierto del Thar, árboles abundantes, igualitos al cují, aunque más grandes y cada vez más raros.

Más que desierto esto es una sabana infinita, sin merey, eso si, nuestro llano es más privo de vegetación, a este lo llaman desierto vivo.

Cenotafios en Jaisalmer

En este lugar creman a los difuntos de la casta de los brahmanes (sacerdotes, maestros) que son la casta superior en el sistema de castas de la India, luego sus cenizas son llevadas al Ganges, donde deben ser ritualmente dispersas, a lo lejos se ve el Jaisalmer Fort, una de las fortificaciones mas grandes del mundo, construido en el año 1156, con gruesas murallas de piedra arenisca amarilla local, piedra con la que también construyen las viviendas y que es el origen del nombre de ciudad dorada.

 

Ya necesito trabajar, mi energía esta recuperada, mis amigos dueños del 1st Gate Home Fusion me van a permitir ayudar en el restaurant de la terraza, así que desde ya comienzo a mercadearlo.

Un amplio espacio con pocas mesas muy distanciadas, con una excelente ubicación al pie de las murallas y muy cerca de la única entrada al fuerte, abierto a huéspedes y público, con excelente cocina, donde se sirve almuerzo y cena de comida italiana, pizza hecha en horno de leña y comida india con picante moderado. Es definitivamente el mejor y más bonito restaurant de Jaisalmer, la vista es inmejorable y la decoración acogedora y acorde al estilo minimalista y étnico del hotel, pero curiosamente en los reviews resulta el 4to. mejor de la ciudad. Yo visité los tres primeros y son lo que uno llamaría casi de lo último. No hay quien entienda el criterio de las reviews.

El programa de hoy es Damodara Desert Camp, campamento a 40 min de Jaisalmer, con paseo en camello, cena con fogata y danzas típicas y pernocta en una azotea a la luz de las estrellas, esto último un privilegio solo para mí, por ser amiga de amigos. Bruno, el labrador blanco, tiene su piscina particular, que es en realidad el abrevadero para los pavos reales que llegan volando al atardecer. Además tengo la suerte de ver a una cría de venado, dicen que apenas tiene unos 15 días, aparecieron por el Camp y aquí la están criando con leche fresca. Lo mejor es lo limpio que es el desierto en contraste con las ciudades, pero aún aquí sigue siendo muy parecido a nuestra sabana.

 

Camellos

Ayer por primera vez en la vida me monté en un camello, yo romántica empedernida quería coquetear con él, lo máximo que pude hacer fue conocer su nombre: Johnny, mi versión fonética del nombre indi, fue cumplido y discreto, Incluso fotogénico. Me impresionó que sus pies no son pezuñas, son mullidos y sensuales en sus elegantes movimientos, hubiera querido tocarlos pero lo olvidé ante la inminencia del ocaso y la atracción de las arenas, por fin he estado en el desierto. El paseo culminó en las dunas, desde allí el mismo Jeep nos llevó de regreso al campamento.

Las dunas son hermosas, como las de Falcón, como los médanos para ser precisos, más no compensan la inmensidad de arena que uno espera encontrar en un desierto, definitivamente el desierto del Thar es un desierto vivo y atípico.

Debo agradecer a Papu, el dueño del Damodra Desert Camp, esta experiencia única y maravillosa, paseo en camello, preciosa habitación en carpa, show de música y danza típica ,títeres, rica comida y mejores aperitivos. Papu ha diseñado y decorado su campamento con un gusto exquisito, todo funciona a la perfección y con una atención esmerada. Con toda razón es el mejor campamento de la zona.

Debo contar también lo difícil, todos en la terraza recogiendo cojines y asegurando piezas, yo con ellos, viene la lluvia hacia Jaisalmer, con ráfagas de fuerte viento , súbitamente un repunte inesperado mientras intento asegurar uno de los toldos y se voltea sobre mi y yo ,una vez mas, en lugar de esquivar me aferro para que no caiga por la baranda dos pisos hacia abajo, y siento el golpe en la clavícula y pienso en un suspiro sobre mis tantos huesos rotos, esta vez no, mis dioses ancestrales, los dioses que invoco en el Auyantepui y en el desierto, mis fans de las alturas que aun ríen mis travesuras, me protegieron.

Tomo este aviso una vez más para poner mis pies sobre la tierra, donde ustedes me acompañan.

continuará …

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